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Hilda Gómez | Alba Chao
Ver galería >La historia de Vigo puede reconstruirse a través de sus inmuebles más emblemáticos. El Edificio Simeón, el teatro García Barbón, El Moderno... piedra que se convierte en historia y testigo de la evolución de la ciudad y cuyo legado es imprescindible para comprender su ADN. Detrás de estas obras que elevan la construcción civil a la categoría de arte se encuentra una cartera de arquitectos que transformaron Vigo a lo largo de los años. Manuel Gómez Román, Jenaro de la Fuente o Antonio Palacios protagonizan la primera entrega de estos genios que revolucionaron el modo de entender la ciudad olívica.
La historia de Vigo puede reconstruirse a través de sus inmuebles más emblemáticos. El Edificio Simeón, el teatro García Barbón, El Moderno... piedra que se convierte en historia y testigo de la evolución de la ciudad y cuyo legado es imprescindible para comprender su ADN. Detrás de estas obras que elevan la construcción civil a la categoría de arte se encuentra una cartera de arquitectos que transformaron Vigo a lo largo de los años. Manuel Gómez Román, Jenaro de la Fuente o Antonio Palacios protagonizan la primera entrega de estos genios que revolucionaron el modo de entender la ciudad olívica.
Terminar la carrera pasados los 40 y comenzar entonces su andadura profesional no supuso un contratiempo para Manuel Gómez. Fue gracias a su gran amigo Antonio Palacios que retomó sus estudios tras un amago de abandono. A buen seguro, de haber desistido por completo Vigo no sería la ciudad que hoy conocemos.
Una de sus primeras grandes obras fue el Banco de Vigo (1919-1923). Recién estrenado el edificio, la entidad entró en subasta pública y la sede pasó a albergar por un breve periodo las oficinas de la Caja de Ahorros Municipal de Vigo. Después de ese tiempo se convirtió definitivamente en sede del Banco Pastor.
Con el paso de los años, el edificio del Banco Pastor se ha convertido en todo un emblema. De estilo ecléctico, esta construcción de cuatro pisos viste la privilegiada esquina de Colón y Policarpo Sanz, incapaz de imaginarse sin esa fachada de cantería en granito. // José Lores
En la parte alta del edificio destacan cinco figuras femeninas que parecen custodiar el banco y que representan los cinco continentes. Su cúpula recubierta con escamas de cinc es otro de sus símbolos. // Jesús de Arcos
Sin embargo, el elemento más característico de la construcción es el chaflán, con un enorme vano vertical, donde se sitúa el principal acceso al banco. La cabeza de Hermes, dios del comercio, aparece en la falsa clave del arco de medio punto. // José Lores
Sin duda una joya del modernismo en Vigo. Así es el Edificio Simeón (1907-1911). Ubicado en plena Porta do Sol luce una admirable fachada de excelente cantería de granito que dota de más personalidad aún al kilómetro cero de la cuidad. // José Lores
La planta baja del edificio, concebida con el aire monumental típico de la época, nació para albergar los almacenes de Viuda e Hijos de Simeón García. Los otros cuatro pisos, el último de ellos abuhardillado, se destinaron a viviendas a las que se accede por la fachada lateral del inmueble. En esta construcción Manuel Gómez Román dejó un poco más de su visión más personal. Se dice que la figura de la anciana situada bajo el balcón de la segunda planta fue realizada por el propio arquitecto y que representa a su madre. // José Lores
Un hermoso gallo, gárgolas, dragones, delfines, rosas, vides... la fachada es toda una oda a los elementos vegetales coronados por una cubierta de estilo francés forrada de cinc con una estética propia del modernismo catalán. // Ricardo Grobas
La fábrica de harinas Panificadora (1920-1924) diseñada por Gómez Román fue una auténtica revolución en la ciudad, convirtiéndose en la más moderna de la época en España. Hasta ese momento la producción de pan o harinas se hacía a pequeña escala y de manera artesanal
Los silos, comunicados con el edificio central, son el principal sello de identidad de la construcción. Comenzaron siendo cuatro pero tuvieron que multiplicarse hasta los 10 para hacer frente a la creciente demanda de producción. El uso de hormigón armado tan característico en este edificio supuso una solución de ingeniería novedosa para en la época. // Joel Martínez
En 1981 la Panificadora echaba el cierre y el emblemático edificio quedaba condenado al abandono. Considerado un tesoro del patrimonio industrial vigués, su segunda vida, reclamada por diferentes grupos de influencia, se atisba cada vez más cerca. De hecho cuenta con unanimidad política: PSOE, PP , Marea y BNG aprobaban el pasado diciembre la modificación urbanística que permitirá al Concello iniciar la expropiación de los terrenos de la antigua factoría. // Marta G. Brea
Otro ejemplo de arquitectura industrial surgido de los planos de Manuel Gómez Román es la Fábrica de Conservas Alfageme (1929) donde se combina piedra, vidrio y madera. El edificio inicialmente fue concebido como una vivienda residencial de estilo regionalista. // Cameselle
La idea original del arquitecto fue modificada para ganar un mayor volumen que permitiese la actividad industrial. Del edificio destacan sus dos fachadas de granito simétricas. // Ricardo Grobas
Por encargo de Enrique Mülder, Gómez Román diseña el edificio homónimo (1910). El inmueble de bajo y tres plantas supone la su obra más modernista en Vigo, con influencias vienesas y belgas. // Marta G. Brea
La fachada del Edificio Mülder fachada está decorada con paneles de cerámica que representan seres mitológicos, motivos vegetales o pináculos. En su cúspide, una cúpula ovalada revestida también de cerámica de color cobre pone el broche a esta maravilla arquitectónica. // Marta G. Brea
La Casa de Correos y Telégrafos (1920-1928) fue construida sobre los restos de una vieja aduana de piedra. Con este trabajo, Gomez Román satisfizo una vieja aspiración de la próspera urbe viguesa con el cambio de siglo.
Las diferencias con el proyecto original se reflejan en el último piso, donde varios elementos fueron suprimidos. El chaflan, en la entrada principal, con un enorme ventanal llena de luminosidad el vestidor principal y los pisos superiores. // Marta G. Brea
Jenaro de la Fuente revolucionó el diseño en Vigo. Arquitecto municipal sin título, fue denunciado por sus compañeros de profesión de intrusismo. En su casa de la calle Romil se celebraban las reuniones de la alta burguesía donde se cerraban grandes proyectos de construcción.
La Casa de Manuel Bárcena (1879-1884) supuso la primera gran obra del arquitecto. El encargo provenía del conde de Torrecedeira, Manuel Bárcena, que ansiaba la mejor obra civil de la época. // Cameselle
Sin ninguna modificación sobre el proyecto inicial, destacan sus dos fachadas similares unidas mediante un chaflán con galerías. Coronando el edificio un petril de tres arcos perforado por óculos de forma elíptica y decorado con jarrones. En el centro de la fachada las iniciales de Manuel Bárcena. // Jesús de Arcos
La Casa de Pedro Román (1889) más conocida como Edificio Ferro, por albergar durante años los Almacenes Ferro, condensa vivienda particular, comercio, sede del antiguo Casino Obrero y en la actualidad, tras su restauración, la Biblioteca Pública Juan Compañel. // Cameselle
La necesidad de amplios ventanales que llenaran de luz el interior de los almacenes y la sala del casino, así como la decoración diferente de cada planta, marcaron la personalidad de este inmueble. // Joel Martínez
Su interior conserva la esencia proyectada por Jenaro de la Fuente. La actual sala de lectura y estudio muestra la elegancia del antiguo salón del Casino. // Alba Villar
En la calle Areal se encuentra otra de las obras más reconocidas de Jenaro de la Fuente: el edificio Bonín (1910). Esta construcción de bajo y tres plantas con estilo ecléctico toma su nombre de sus propietarios: Manuel Rodríguez Rodríguez y Angelina Bonín. // Marta G. Brea
No podemos olvidar uno de sus edificios más suntuosos, derribado a finales de los años 60, el edificio Rubira (1901-1905). Estampa habitual de la ciudad por su ubicación privilegiada y su increíble belleza, se ha convertido en el símbolo de la destrucción del patrimonio arquitectónico vigués de esa época. // Magar
El legado de Jenaro de la Fuente continuó presente en la ciudad gracias a la figura de su hijo, Jenaro de la Fuente Álvarez. Licenciado en arquitectura en la Escuela de Madrid tomó el relevo de su padre como arquitecto municipal un año después de su muerte. Muchas de sus obras son atribuidas a su padre, por su idéntico nombre y su continuidad en el tiempo.
Suyo es el antiguo Garaje Americano diseñado para la exposición, venta y arreglo de vehículos. En la calle García Barbón, Jenaro de la Fuente proyectó un esbelto edificio con una fachada de 230 metros de frente con altísimas columnas de piedra y enormes vidrieras que dejaban ver el interior. Su acertada rehabilitación posterior conservó su aspecto original, aunque acortó esa imponente fachada // Joel Martínez.
Dando personalidad a la calle Lepanto se encuentra el inmueble conocido como La Peineta (1926.) El edificio toma el nombre de la columnata de cemento que lo corona. // Marta G. Brea
El edificio Aurora Polar (1959) , es la última obra de Jenaro de la Fuente hijo en Vigo. Encargo de la compañía de seguros Aurora Polar, el arquitecto diseñó un inmueble de 12 plantas con formas curvas que recuerdan al mundo de la máquina y la velocidad. Se convirtió en uno de las primeras construcciones de estilo racionalista en Galicia. // Joel Martínez
El arquitecto porriñes Antonio Palacios Ramilo sentía predilección por el granito de su localidad natal. Conocedor de la importancia de este mineral, lo convirtió en protagonista de sus obras dando relevancia nacional a la piedra de O Porriño.
Tras obtener el título de arquitecto en 1900 levanto icónicas obras en Madrid. Con todo, el protagonista de este arquitecto en la ciudad olívica no es comparable con el de ninguna otra ciudad. Uno de sus edificios más emblemáticos y reconocidos es el Teatro García Barbón (1913-1927) cuyo nombre se le debe al gran mecenas de la ciudad José García Barbón. Tras su fallecimiento, fueron sus sobrinas las que le encargaron a Palacios la construcción del inmueble, uno de los grandes sueños del benefactor.
Su fachada principal en curva con tres tramos bien diferenciados resalta sobre el conjunto. Los laterales simétricos con grandes vanos dan protagonismo a la gran superficie acristalada. Sus paredes albergaron grandes representaciones teatrales, proyecciones cinematográficas y el Casino de Vigo. // Pacheco
Una gran escalera da acceso a la planta baja con el vestíbulo principal y la sala de teatro. En un nivel inferior, aprovechando el desnivel del terreno, la sala cinematográfica. // Eli Regueira
El García Barbón no se culminó tal y como estaba en los planes de Antonio Palacios. Su diseño de una gran cúpula con motivos escultóricos no se materializó por falta de fondos. En la década de los 80 el arquitecto Antonio Pernas añadiría la cubierta de cobre y las esculturas que coronan la fachada. // José Lores
Una de sus obras menos conocidas es el Edificio Banca Viñas Aranda (1941), en el cruce de las calles Marqués de Valladares y Reconquista. De estilo clasicista, emplea el chaflán que une ambas fachadas para abrir el acceso principal al banco. A lo largo de la fachada se suceden columnas recubiertas de reflejos metálicos que dan personalidad al inmueble. // Marta G. Brea
El Monasterio de la Visitación de las Salesas Reales (1944) podría considerarse el proyecto incompleto de Palacios. Su propuesta inicial se quedó a medio camino por ser demasiado ambiciosa. Tan solo llegó a materializarse uno de los pabellones de una iniciativa mayor que partía de varios edificios y un patio central. // Ricardo Grobas
El edificio con un estilo regional se ejecutó con granito bruto sin ningún tratamiento, lo que otorga a la fachada un aspecto rústico reforzado con la presencia de contrafuertes en los muros exteriores. // Joel Martínez
La obra de Antonio Palacios marcó una época y sigue despertando admiración. En Madrid tiene un importante legado. Su primera obra, con menos de 30 años, fue el Palacio de Comunicaciones en Madrid. De izquierda a derecha, sus principales obras en la capital: el Hospital de Jornaleros de Maudes, el Banco Mercantil e Industrial, la Casa Palazuelo, el Palacio de Comunicaciones, el Círculo de Bellas Artes y El Banco Español Río de la Plata.
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