La estatua de El Nadador de Francisco Leiro que luce en la Praza da Estrela lleva un mes a merced de las pintadas vandálicas. Le ocurrió a los caballos de Juan de Oliveira, en Praza de España. También al tranvía instalado hace años en Praza do Emigrante, en Coia. Y a la figura de Manuel Castro en pleno corazón de Príncipe. El arte urbano de Vigo no se libra de la poca conciencia cívica de algunos.

La figura que emerge en la Praza da Estrela, frente a la sede de la Xunta de Galicia, lleva un mes acumulando pintadas, algunas más difíciles de sacar que otras. Entre ellas las que esta misma semana hicieron unos niños con el beneplácito de sus padres, que a pocos metros de ellos supervisaron la travesura sin inmutarse. Por fortuna para el Puerto de Vigo, órgano del que depende el entorno, esta vez las pintadas fueron más efímeras. Los niños habían decidido pintarrajear la escultura con tizas de colores.

Desde la autoridad portuaria señalan que no es la primera vez que ocurren estos hechos y que también han tenido que borrar dibujos de tiza por otros lugares y paredes de la zona. Por otro lado, confirman que ya han pedido presupuesto para limpiar las pintadas más persistentes sobre el rostro y la mano de la estatua de El Nadador, operación que es más complicada de lo que entraba en sus previsiones porque la pintura es difícil de limpiar.

No es la primera vez que la obra de Leiro amanece emborronada. Hace años, en 2018, la Policía Local ya cazó a vándalos marcando con espray la escultura que emula a un gigantesco nadador en plena brazada. Solo a lo largo de ese año los agentes municipales “cazaron” a casi 30 personas pintando en fachadas, bancos y esculturas repartidas por la ciudad. Entre los monumentos públicos afectados, además de la pieza que se reparte entre Praza da Estrela y A Laxe, se contaba también la cruz de O Castro. En el listado, extenso, se incluían en cualquier caso bancos, paredes, papeleras... repartidas por toda la geografía de la ciudad, desde Navia o Samil hasta Príncipe, De la Fuente o Teis.

Ni siquiera los murales financiados por el Concello se han salvado de los takeos. Aunque la inmensa mayoría de las pinturas se conservan bien, sin borrones, algunas, como la diseñada por Julieta XLF para uno de los muros de la salida de la AP-9 en Alfonso XIII, el dedicado a Kruckenberg o el de Nelson Villalobos en Avenida Martínez Garrido han amanecido también manchados de pintura. Hace solo unas semanas le tocaba, de nuevo, a la escultura de Castro en Príncipe.