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Francisco L. Corrales - Exvicegerente económico de la Uvigo

"Si la Universidad no reduce su déficit, la Xunta podría tomar medidas como la intervención"

"Me encontré obstáculos dentro de la casa; no se están haciendo las cosas bien y los responsables son los jefes de servicio"

Corrales, en su despacho del campus de Pontevedra. // Gustavo Santos

Apenas un año después de su nombramiento envió un correo a la comunidad universitaria anunciando su dimisión por estar en desacuerdo con la gestión del gobierno de Manuel Reigosa. Han pasado seis meses y el exvicegerente habla con FARO sobre las razones de su marcha.

-¿Por qué dimitió?

-Cuando llegué me comentaron que todo iba perfecto. Es más, que la Universidad era un ejemplo. Pero a los pocos meses encontré sobre mi mesa un informe de la dirección xeral de Presupuestos de la Xunta comunicando la existencia de un déficit cercano a los 3,5 millones de euros en 2015. Pregunté en la casa y no encontré ninguna respuesta. Sé que se hizo en su momento un plan económico-financiero, como es obligatorio, pero yo no lo vi. La gran sorpresa viene unos meses después cuando al rector, en una visita a la Consellería de Facenda, le entregan un documento que dice que en 2017 y 2018 sigue habiendo déficit y que ya supera los 6 millones, se ha incrementado un 70-75%. Y el informe de la Xunta también hace constar que no cumplíamos la regla de gasto ni en 2017 ni en 2018. Todo esto implica, desde mi punto de vista, que no se gestiona bien. Y que haya déficit desde 2015, el de 2016 lo calculé yo a nivel interno, no se debe, como dice el rector, a un ajuste contable.

-Reigosa habla de un desajuste contable relacionado con la justificación de proyectos europeos y defiende una situación económica saludable.

-La opinión que da el rector, muy mal asesorado, no es la correcta. Cuando te conceden un proyecto o subvención adquieres una serie de derechos y obligaciones. La UVigo contabiliza todo al final, por ejemplo, los derechos de cobro. Pero no se puede esperar a que acabe el proyecto, hay que ir haciéndolo poco a poco. El rector también argumenta que las cuentas están auditadas. Llevo muchos años trabajando en este ámbito y la verdad es que los auditores emiten una opinión, no es ningún certificado. Y no entiendo que sea favorable cuando la memoria no incluye, como es obligatorio, la contabilidad de costes. Tampoco creo que los ingresos se contabilicen adecuadamente.

-¿Llegó a elaborar el plan económico-financiero exigido por la Xunta?

-Trabajé durante mes y medio a partir del documento que nos envió la Xunta sobre el incumplimiento de la estabilidad y la regla de gasto en 2017 y 2018. Tuve apoyo del personal auxiliar, al que estoy muy agradecido, pero quienes tenían que darme la información dentro de la casa lo hicieron a cuentagotas. Tarde, mal y a rastro. Me encontré obstáculos. Aún así, hice otro informe con algunas diferencias respecto al de la Xunta pero cuando fui a Santiago con el vicerrector de Economía y la gerente nos dijeron que el que valía era el de ellos. Después elaboré un plan económico, pero no le gustó al vicerrector y, a partir de ahí, decidí presentar la dimisión. Yo les dije que al mío no le tocasen y espero, pero no lo sé, que hayan enviado un documento a la Xunta.

-¿El plan que usted elaboró sería compatible con el aumento en los gastos de personal del actual gobierno?

-Era una previsión a dos años vista, para 2019 y 2020, con el objetivo de ir reduciendo el déficit. Había que ajustar datos y ser más realistas. Las políticas de personal pueden estar influyendo. En campaña prometieron pagar la 'extra' y hay que ver qué repercusión tendrá eso. Mucho me temo que no sea efectiva en cuanto al déficit.

-Los informes de la Xunta que usted menciona corresponden a la gestión económica del anterior gobierno, por la que Reigosa ha dado la cara.

-Lo tiene clarísimo y es algo que me extraña. Me parece ilógico que admita que todo lo anterior está correcto cuando si esto pasa en un concello igual lo intervienen. La Xunta no se ha metido demasiado porque tiene un superávit a nivel autonómico, pero ya nos dijo el director xeral de Presupuestos que, si no fuese así, otro gallo cantaría. Acepté el cargo porque me gustaban las políticas del nuevo equipo, pero si llego a saber con quién iba a trabajar dentro de la casa no hubiese aceptado.

-¿Culpa a los jefes de servicio más que al vicerrector o a Reigosa?

-Hablo del área económica, que es la que conozco.No se están haciendo bien las cosas y, para mí, ellos son los responsables. El vicerrector de Economía no tiene por qué saber lo de la regla de gasto y la estabilidad. Hay una única persona para ocuparse de contabilidad, presupuestos e impuestos cuando otras universidades como la de Valladolid tienen un departamento solo de fiscalidad. Y, en cambio, contratan a muchos asesores externos cuando dentro de la casa tienen a gente muy bien formada haciendo labores auxiliares. No están aprovechando bien al personal. Hay antiguos alumnos míos de Gestión Pública y titulados en ADE y Derecho que están casi pegando sellos.

-¿Y qué responsabilidad tienen la gerente de este equipo de gobierno y el del anterior?

-Son los responsables últimos de la administración. Pero están asesorados por gente de la casa. Lo lógico es que si la Universidad incumple la regla de gastos sea el jefe de contabilidad el que se lo transmita al vicegerente económico y éste al rector.

-En todo caso, el equipo de gobierno ignoró sus advertencias.

-Yo creo que no importó. Además falta transparencia. Los sindicatos preguntaron por el déficit en el Consello Social y la respuesta no fue muy educada. No quieren dar una información que debería estar en una plataforma pública como en otras universidades. Me gustaría que mi universidad fuese auditada por el Tribunal de Cuentas, como las de Valencia o Baleares, no por una empresa privada. Y soy partidario de un control interno serio e independiente desde el primer euro hasta el último como pasa en la administración pública en general. Es la base de todo. Ahora mismo es un departamento muy pobre de la UVigo, con una responsable que sabe muchísimo, pero los recursos no dan para más.

-¿Qué puede pasar si la Universidad no ataja el déficit?

-La Xunta es la que tiene que decidir. Mientras las cosas le vayan bien no se va a meter, pero algún día podría tomar medidas como la intervención. Ahí está el ejemplo de Andalucía. La Universidad presume de que tiene dinero en caja y es cierto, pero la contabilidad no solo es la de caja. Y cuando una institución pública tiene déficit, la inversión está marcada por la legislación, algo que la UVigo no está haciendo.

-¿Qué le parecen los presupuestos de 2020, los más altos en la historia de la institución?

-Los gastos financieros aumentan en un 108% por la contratación de nuevos avales y la devolución de ayudas no ejecutadas en ejercicios precedentes que conlleva intereses de demora. Y otro dato a destacar es la minoración de las cantidades destinadas a amortiguar deudas. En mi opinión y según los datos suministrados por la propia Universidad no se cumpliría la regla de gasto ni la estabilidad.

-¿Y qué opina del acuerdo con el Concello para la devolución de 6 millones del IBI?

-Me parece genial la gestión en este tema de Reigosa, pero un millón de euros son de intereses y el fraccionamiento de la deuda acordado tampoco es gratis. Creo que no hubo una buena gestión del equipo de gobierno anterior, que optó por interponer recurso tras recurso hasta que se impuso el Concello. En la UVigo son muy partidarios de la vía judicial y de recurrir a asesores externos, que no son baratos. Ocurre lo mismo con el IVA que reclama la Universidad.

-¿Volvería a ocupar un puesto de responsabilidad?

-Fue una experiencia genial porque ya conocía mucho la Universidad desde el punto de vista docente e investigador, pero me encontré otro mundo. Volvería si pudiese trabajar con otro personal de entera confianza.

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