-El valor de la sal en el Imperio romano da idea de la importancia de Vigo en esa época.

-En los siglos I y II o principios del III después de Cristo toda la zona desde Guixar hasta A Laxe era una gran área industrial. Por un lado, estaba la salina de Rosalía y Areal, que tenía una gran extensión, de entre 6 y 8 hectáreas como poco. Y por otro, sobre todo, en la parte sur de la Alameda, se encontraban las factorías de salazón de pescado. Dos de ellas fueron excavadas y documentadas. En algún momento, no sabemos si por iniciativa del Imperio o privada, se aprovecharon las excepcionales características de la Ría y las condiciones climáticas para organizar esta gran área industrial, que fue una de las primeras de todo el noroeste peninsular, lo que no es decir poco.

-¿Todavía quedan muchas cosas por descubrir?

-Es como un puzle muy grande en el que vamos colocando piezas. Se trata de una zona cautelada y todas las intervenciones arqueológicas que se realizan cuando se construyen edificios o se afrontan actuaciones públicas en la calle van aportando resultados para entender mejor la evolución de Vigo hasta el presente.

-¿Se necesita más divulgación?

-Otros países como Reino Unido, Francia y Portugal nos llevan mucha ventaja. Vigo tiene un potencial indiscutible para contar con más espacios como Salinae, O Castro o Toralla que nutren la necesidad de alimento intelectual que todos tenemos. Y desde luego debería haber mayores presupuestos para que dispongan de una actividad continua y puedan ofrecer cosas nuevas.