El 28 de septiembre de 1927, se produjo la tercera visita a la ciudad de S. M. el Rey D. Alfonso XIII y lo hizo acompañado de la Reina, Dª Victoria Eugenia. Dos días de estancia, con llegada a primera hora de la mañana a bordo del acorazado Jaime I. Relata FARO de VIGO que la ciudad les brindó un recibimiento apoteósico.

El diario efectuó un amplio despliegue informativo y en la crónica se señala que pocos minutos después de haber dado fondo la escuadra, "la música de la flota hacia sonar la Marcha Real, y de todas las embarcaciones que rodeaban al Jaime I salían más claros los vítores y más ruidosos los aplausos. Era el momento en que los monarcas descendían por la escalera del buque, para trasladarse a tierra en la falúa real que cayera al agua, casi al mismo tiempo que el ancla del acorazado".

La batería del Castro hizo una nueva salva de 21 cañonazos. En el embarcadero del Club Náutico, aguardaban a SS. MM. las autoridades, la Corporación municipal, la Cruz Roja y todo el elemento oficial. Las azoteas del Edificio de Viajeros, estaban abarrotadas de gente, en su mayor parte señoras y señoritas, "que puede decirse que no cesaban de manifestar su entusiasmo por los soberanos".

En todos los edificios que rodeaban la plazoleta de Viajeros, rebosaban de gente los balcones y en donde no se agitaban pañuelos se movían banderitas y donde no se aplaudía, gritaban los vítores más cariños y efusivos.

Entre el entusiasmo del público, los Soberanos, acompañados de su séquito y autoridades se dirigieron a La Colegiata, donde se rezó un solemne Te Deum, y a continuación tuvo lugar una recepción en el Ayuntamiento, cuyos salones habían sido acondicionados al efecto, siendo facilitados por don Mauro Alonso parte del mobiliario y las alfombras.

La comitiva oficial inició su marcha por la avenida de Montero Ríos. A lo largo de esta vía, en dos hileras formaban los niños de las escuelas públicas, con banderitas españolas, que agitaban al paso de los Monarcas, vitoreándolos.

Ventanas y balcones, lo mismo que las aceras estaban atestados de público que no cesaba de aclamar a los Soberanos. Don Alfonso y doña Victoria, correspondían con sonrisas y con saludos a las ovaciones del gentío.

La afluencia en la calle era tanta, que los guardias y policías trabajaban de firme para mantener al público al filo de las aceras. Por dos veces S. M. llamó al jefe de Policía, para decirle que dejase expansionarse al gentío.

En la esquina de Colón y Marqués de Valladares estaba apostada banda municipal, "que blandió los compases de la Marcha Real, al pasar los Monarcas".

Las amplias aceras y los huecos de las fachadas de la calle Policarpo Sanz estaban materialmente llenos de público, "que ovacionaba con frenesí a los Reyes". Lo mismo sucedió a su paso por la plaza de la Constitución.

Durante la recepción se entregaron a los monarcas algunos escritos, entre ellos uno de la Cámara de Comercio donde se pedía Ferrocarril directo de Vigo por la cuenca del Arnoya a enlazar con el de Orense a Zamora, Puerto pesquero nacional, Servicio de la Trasatlántica Española, Prolongación del muelle comercial del Arenal, y Dique para servicio de la Marina Mercante, "porque actualmente es Vigo un gran puerto bloqueado".

Finalizado el acto, los Soberanos se asomaron al balcón de la plaza de la Constitución, siendo calurosamente aclamados por el público allí estacionado.

Partieron a continuación hacia la avenida de García Barbón "para inaugurar la estatua levantada al generoso benefactor de Vigo".

Para la inauguración se había instalado en la acera de García Barbón un dosel de damasco rojo con banderas españolas en ángulos. Una mesa y dos sillones Renacimiento se habían colocado bajo el dosel y a los lados del mismo, varias butacas para las personalidades invitadas al acto. Al acercarse los Reyes, fueron volteadas las campanas de Santiago de Vigo.

El resto de la jornada lo dedicaron los Reyes a visitar el pazo de Castrelos y el Casino, cuyas instalaciones recorrieron detenidamente. Después y mientras la Reina regresaba al Jaime I, el Rey visitó la fábrica de conservas de los señores Alonso, "donde se interesó por el proceso industrial".

A las dos de la tarde se trasladaron a la sede del Círculo Mercantil e Industrial para inaugurarla solemnemente. Hubo banquete que fue amenizado por una orquesta y el coro de La Artística.

Al día siguiente, y tras realizar "una maravillosa excursión por la ría, pasando por el Lazareto de San Simón, tomaron el tren real camino de Orense. La multitud se agolpó en la estación para despedirles y don Alfonso le dijo al alcalde que comunicara al pueblo de Vigo lo satisfecho que se iba por el cariñoso homenaje que le habían tributado. "La Reina y yo nos vamos muy agradecidos", dijo

La primera que don Alfonso visitó Vigo fue en 1900. Contaba entonces 14 años de edad y vino acompañado de su augusta madre la Reina Regente doña María Cristina y de sus hermanas la princesa de Asturias, doña María de las Mercedes, y la infanta doña María Teresa. La familia real hizo el viaje por mar, desde San Sebastián, en el aviso "Giralda".

Cuatro años más tarde, el día 15 de Marzo, por segunda vez fue visitada la ciudad de Vigo Don Alfonso, que ya ceñía la corona de la Monarquía española, desde dos años antes.

Fue ocasionado aquello por la recalada en Vigo del trasatlántico alemán Koning Albert, en el cual navegaba el emperador de Alemania Guillermo II, en un viaje al Mediterráneo, que tuvo gran "resonancia política y dio que pensar a todas las Cancillerías de Europa. Y para saludar al Káiser, al tocar éste en un puerto de España, vino a Vigo el Monarca español.

A sí que esta visita fue "la tercera que hace en su existencia, la segunda, desde que ciñó la corona, y la primera acompañado de su augusta esposa".