Rueda promete cuatro años de más política social y apuesta energética

El candidato a la presidencia ofrece a la oposición un pacto por la industria y la energía

Denuncia la desatención de Pedro Sánchez con Galicia

Medio Ambiente asumirá las competencias para tramitar los proyectos de renovables

Rueda afronta su investidura con la intención de avanzar la estructura de la nueva Xunta.

X. A. Taboada

X. A. Taboada

Fiel al guion que él mismo había adelantado, el discurso de Alfonso Rueda en la sesión de investidura como presidente de la Xunta no deparó demasiadas sorpresas. Convocó a la oposición a un pacto por la industria y la energía, denunció la profunda desatención con Galicia por parte del Gobierno central y esbozó algunos de los cambios que introducirá este fin de semana en la estructura del Ejecutivo autonómico, además de reincidir en las “ideas esenciales” recogidas en el programa del PP.

Rueda modificará al menos seis áreas de gobierno, que incluye un refuerzo de la Consellería de Educación con la asunción de todo el ámbito de la Innovación, englobando la investigación científica que ahora está en la Consellería de Economía. El departamento educativo se convertiría, por tanto, en una macroconsellería si no fuera porque el presidente abrió la puerta, por otro lado, a desgajar de Educación las competencias de Cultura. De hecho, se comprometió a impulsar el idioma gallego dando “un mayor peso a la política lingüística en la estructura de la Xunta”.

Otra modificación es crear bajo el paraguas de la Asesoría Xurídica una oficina de Asuntos Constitucionales que se encargará de “coordinar la defensa” de la legislación gallega ante el Estado. Ahora mismo, por ejemplo, el conflicto más relevante que enfrenta a ambas administraciones es la ley por la que la Xunta asume las competencias de gestión del litoral. Está suspendida su aplicación y pendiente del dictamen del Tribunal Constitucional. Esta oficina dependerá directamente de Rueda.

En cambio, el área de Emigración deja Presidencia y se integrará en la Consellería de Emprego para mejorar el programa de retorno de gallegos en el extranjero y facilitar su inclusión en el mercado laboral. 

Con el objeto de evitar que un proyecto empresarial no se pueda implantar por falta de terrenos, las competencias de ordenación de suelo industrial abandonarán la Consellería de Medio Ambiente para irse a la de Economía y, por último, el proceso de tramitación de los proyectos de energías renovables se agrupará en la Consellería de Medio Ambiente.

Ni una palabra dijo el candidato a la Xunta sobre el número de consellerías que tendrá su Ejecutivo, ni de cómo quedará el organigrama final, ni nada tampoco sobre posibles nombres para ocupar las carteras. Pero es muy probable que los cambios en la estructura sean más amplios que los anunciados este martes en la primera sesión de investidura, suspendida hasta el jueves, en la que ya intervendrá la oposición y se procederá a la votación de Rueda como presidente.

Alfonso Rueda durante su intervcención.

Alfonso Rueda durante su intervcención. / Xoán Álvarez

Crítica y oferta de consenso

A la oposición le ofreció el candidato del PP un pacto por la industria y la energía en un momento de rechazo social y político a la fábrica de celulosa de Altri y de paralización de 27 parques eólicos por parte de la Justicia. “Galicia debe darle la bienvenida a toda la inversión que cree empleo y riqueza, siempre y cuando respete nuestro entorno y cumpla escrupulosamente con la legislación vigente”, invitó Rueda. Insistió en que está en “juego el presente y el futuro de muchas familias” y que frente a posturas “populistas”, él cree en que industria y medio ambiente son compatibles.

Pidió las “aportaciones” de la oposición para perfilar iniciativas ya anunciadas, como reducir a un año la tramitación de los proyectos que promuevan más de 24 empleos y cuenten con una inversión de 2 millones de euros o crear un fondo público-privado con un capital inicial de 300 millones de euros para amparar las ideas empresariales “más prometedoras”.

Lo curioso es que justo antes de ofrecer ese consenso, Alfonso Rueda se despachó a gusto contra el BNG, aunque sin citarlo expresamente, por su oposición a los parques eólicos o a la fábrica de Altri en Palas de Rei. Soltó que es una “disyuntiva falsa” sostener que la industria y la energía no pueden convivir con el respeto al medio ambiente y que, por su parte, “no transigirá” con las “posturas populistas” que consideran que ningún proyecto puede salir adelante en Galicia. 

“Cuando una ideología responde sistemáticamente no a toda iniciativa empresarial es porque su prioridad nunca fue el progreso de Galicia”, dijo, en alusión al BNG. Por si no quedaba claro a quién se refería el candidato del PP, dio más pistas. Son los mismos que rechazaron en su momento la planta de alúmina de San Cibrao y ahora la consideran imprescindible, son la “cofradía de la perpetua negativa” y los de la “navajada a la tierra” contra la AP-9.

“Levantar un muro ante cada nueva propuesta industrial puede ser legítimo desde un punto de vista político, pero no progresista”, espetó también Rueda. Sus ataques no parecieron el mejor condimento para confiar en que su oferta de un pacto vaya más allá del enunciado.

Vista del parlamneto durante la intervención de Alfonso Rueda

Vista del parlamneto durante la intervención de Alfonso Rueda / Xoán Álvarez

“Modo supervivencia”

Al igual que sucedió en su investidura en 2022, cuando “heredó” la Presidencia por la marcha a Madrid de Feijóo, ahora también ha tenido palabras de reconocimiento para todos los presidentes de la Xunta y para los votantes de todos los partidos y no solo del PP. Y también como hace dos años, denunció la “falta de compromiso” con Galicia del Gobierno de Pedro Sánchez.

Tanto es así que tras ser recibido, ya como presidente, por el rey Felipe VI, solicitará un encuentro con Sánchez, a quien quiere volver a transmitir todas las demandas de Galicia. “No nos van a callar”, anticipó, al tiempo que remarcó que también seguirá pidiendo la convocatoria inmediata de la conferencia de presidentes y la revisión del modelo de financiación autonómica mediante una negociación multilateral.

Singularmente, recriminó la desatención con los peajes de la AP-9 y de la AP-53, el estado de las autovías estatales, el deficiente servicio ferroviario, la conexión con Portugal por AVE o el retraso del Corredor Atlántico. Y censuró también la ley de amnistía y la “entrega” del Gobierno a los independentistas catalanes para seguir en el poder. Frente a un Ejecutivo central “fracturado y en modo supervivencia” y un “país bloqueado”, Rueda contrapuso la “estabilidad y la cohesión” de Galicia.

En lo que se interpretó como otro ataque al BNG, arrancó su discurso con una declaración de intenciones: la de gobernar “desde la normalidad de la Constitución y el Estatuto”, junto con una advertencia: “En nuestra tierra no habrá rupturas, bloqueos, ni giros bruscos porque los gallegos votaron para lo contrario: el sentidiño y la autoexigencia”.

“No esperen de mí que levante muros entre ciudadanos de un mismo pueblo, aunque piensen diferente porque no lo haré. No esperen de mí que cree fronteras con la nación de la que formamos parte, España, porque tampoco las habrá”, indicó, en un escenario marcado por el debate de la ley de la amnistía y el conflicto catalán. Se comprometió a trabajar con humildad y a ser un “servidor” de Galicia y rechazó presentarse como un “salvapatrias”.