Aulas llenas en los campus, pero no todas de vocaciones

Galicia es la comunidad con mayor ocupación en facultades, pero la cuarta por la cola en alumnos que estudian su primera opción

Una presentación al comienzo del curso en la UVigo.

Una presentación al comienzo del curso en la UVigo. / ALBA VILLAR

Carmen Villar

Carmen Villar

Mientras a algunos grados les cuesta encontrar ocupantes para todas sus plazas, en otros la disputa por un puesto alcanza niveles de hipérbole, como ocurre en Medicina, en la Universidade de Santiago, con casi diez candidatos por vacante. Tras todo el proceso, y a pesar de que las universidades públicas gallegas cierran la fase de matrícula centralizada en la CiUG con cientos de huecos, las aulas gallegas acaban hasta los topes e incluso más, como demuestran las estadísticas del Ministerio de Universidades del curso 2021-22, que sitúan a Galicia de líder en ese aspecto entre las comunidades, con el 100,5% de plazas ofertadas ocupadas. Cuestión diferente es que quienes logren un pupitre se sienten donde querían. En ese aspecto, la comunidad gallega se encuentra en el furgón de cola: son más de 4.000 alumnos los que acceden cada año a títulos que no eran su predilecto.

En concreto, Universidades refleja que la tasa de adecuación en Galicia está en el 66,4%, lo que quiere decir que solo dos de cada tres matriculados en este tipo de estudios superiores lo están en la carrera que designaron en primer lugar en su orden de preferencias. El porcentaje está ligeramente por debajo del estatal (situado en el 68%) y además es el cuarto más bajo del Estado. En La Rioja, donde se da la situación opuesta, solo quince de cada cien estudiantes cursan unos estudios que no eran sus favoritos.

La Universidade de Vigo

Dentro de la comunidad, es la Universidade de Vigo la que destaca por debajo: solo un 63 por ciento de su alumnado la titulación con la que encabezó su lista de ingreso al SUG (sistema universitario galego). La sigue, desde abajo, A Coruña, con un 65% del estudiantado en el primer grado elegido y Santiago lidera quienes consiguen aunar matrícula y vocación, pero no demasiado lejos, con un 71%.

Los datos no solo relegan a Galicia a la retaguardia, sino que suponen un retroceso en relación a las mismas cifras de seis años atrás: en Vigo esa tasa de adecuación llegaba al 82% en 2015-16, en Santiago era del 76% y en A Coruña, del 79%.

Imagen TASA DE OCUPACION UNIS

Hugo Barreiro

Natalia Caparrini, vicerreitora de Estudantado en la UVigo, explica que esa tasa está relacionada con las notas de corte y concede que en los últimos ejercicios las calificaciones que marcan el umbral de quienes entran y quienes no han ido a más. En cambio, las plazas ofertadas por los campus públicos gallegos en las carreras más demandadas no se estiraron precisamente en los últimos tiempos y además deben afrontar unas previsiones de futuro que, según estimaciones de la Xunta, las obligan a competir por un alumnado menguante: el cálculo es que la caída supere ronde los siete mil alumnos de nuevo ingreso en 2050, más de la mitad de los que acceden ahora. La entrada con fuerza de la FP como alternativa académica está también haciendo retroceder a las facultades, como señala el Plan Galego de Financiamento Universitario 2022-2026.

Caparrini concede que la cifra del 63% en el caso de la UVigo supone, en su lectura espejo, que un 37% del alumnado no está matriculado en su primera opción. Las notas son determinantes. “Hay mucha competencia porque hay muchas titulaciones muy demandadas y en las que estudiantes que no tengan buenas notas no tienen la opción de entrar”, explica. “Es una cuestión de competitividad: las plazas son limitadas y acceden los que tienen mejores expedientes, que son los que pueden elegir”, reitera. ¿Por qué va a menos esa tasa? Apunta que puede tener que ver con que suban las notas año a año y existan muchos mejores expedientes.

Equilibro oferta y demanda

En relación al equilibrio entre el número de plazas y la demanda y cuestionada sobre si podrían ampliarse asientos en aquellos títulos más solicitados, Caparrini alega, por un lado, que el número de vacantes viene determinado por el Gobierno de la comunidad y además, por otro, avisa, no se sigue un criterio “aleatorio”. “No se puede abrir una titulación a un número elevado de alumnos para que después sean promociones que no tengan salidas profesionales”, aduce. “El número de plazas está relacionado con la demanda laboral”, recalca.

La vicerreitora de Estudantado de la UVigo desecha que una situación de este tipo pueda generar muchas frustraciones y desencantos o que pueda abrir la puerta a que se pierdan vocaciones. Alega que los estudiantes “conocen de antemano las reglas” del juego. “Si alguien tiene una vocación muy clara, creo que es consciente de que va a tener que esforzarse mucho para sacar una buena nota”, sostiene.

En todo caso, conocer esa vocación no es lo habitual. Cuenta que, cuando desde la Universidade de Vigo se visita los institutos, pueden constatar cómo “la mayoría” de los jóvenes no saben “en concreto” qué quieren hacer, aunque sí en general tengan una idea de la rama o del ámbito.

Con todo, sí considera que cuando se haga el nuevo mapa de titulaciones, las universidades tienen que “procurar que las titulaciones sean atractivas” para los estudiantes, tanto para los gallegos como para quienes vienen de fuera. Hay que “apostar” por ello, sostiene. Considera que es una manera de “frenar” no solo la pérdida de alumnos, sino la bajada en la tasa de adecuación.

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Cuando empieza el proceso de matriculación, las carreras van colgando el cartel de completo. Si bien suelen quedar vacantes, cuando se analiza el dato global de Galicia, aunque del curso pasado, que es el que facilita Universidades, se observa que la tasa de ocupación es del 100,5%.

¿Por qué ocurre esto? Caparrini explica que esa tasa relaciona los que se matriculan realmente con las plazas ofertadas y el que se rompa por arriba la barrera del cien por cien tiene que ver con que se matriculan más alumnos que las vacantes asignadas. Sucede, explica, porque las titulaciones del SUG tienen plazas limitadas y la admisión de estudiantes se produce por orden de nota. Cuando esta nota de corte se fija, pueden coincidir varios alumnos con la misma y todos tienen que entrar. Ocurre en grados concretos, sostiene.

Pero además las universidades gallegas trabajan con la premisa de que muchos estudiantes no solo se matriculan en sus facultades, sino también fuera. A veces esa confirmación les llega más tarde y anulan su matrícula en Galicia, por lo que los campus dejan un margen de plazas para evitar en ese trasiego que queden huecos en las más solicitadas, precisamente los grados “donde hay más movilidad”. En el caso de Galicia, superaron el 100% de ocupación el pasado curso las carreras del ámbito de medios de comunicación, trabajo social, salud, economía, formación de docentes de primaria, derecho, matemáticas, enfermería o informática, entre otras.

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