Alberto Núñez Feijóo se convertirá hoy en el primer presidente de la Xunta de Galicia que dimite del cargo, activando así el proceso para el nombramiento como su sucesor de Alfonso Rueda, actualmente vicepresidente primero. La configuración del nuevo Ejecutivo gallego a partir de entonces, sostuvo, no responderá a un reparto de cuotas entre los barones del PP, partido que con mayoría absoluta sustenta a la Xunta.
“Los acuerdos entre las llamadas baronías no existen”, respondió Feijóo ayer a la prensa sobre si esos pactos para mantener unido al PP condicionarían la elección de los conselleiros por parte de su sucesor. “Tenemos un partido con presidentes locales y provinciales, pero el gobierno se mueve por criterios de Galicia en su conjunto”, resumió tras la su última reunión ordinaria del Consello de la Xunta.
Hoy comienza un nuevo capítulo en la historia política de Galicia con la renuncia de un Feijóo que ya dejó el liderazgo del PPdeG para tomar las riendas del partido a nivel estatal y ser la alternativa al presidente del Gobierno, el socialista Pedro Sánchez.
El dirigente presentará esta mañana su renuncia primero ante el Parlamento y luego presidirá una reunión extraordinaria de su gobierno, que ya estará en funciones. Así se mantendrán el presidente y los conselleiros durante dos semanas, hasta que a mediados de mes se formalice la elección de Rueda como nuevo jefe del Ejecutivo y luego este elija a sus conselleiros. Hasta entonces, la Xunta no podrá aprobar nuevas medidas de gasto más allá de las ordinarias.
Rueda era desde el primer momento el favorito en las quinielas por su currículo y posición. Fue secretario xeral del PPdeG desde 2006 (cuando el partido afrontaba desde la oposición el paso del fraguismo al feijóoismo) a 2016, año en que asumió la Presidencia del partido en Pontevedra. También es uno de los dos conselleiros que se mantiene en el equipo de Feijóo desde 2009. Desde hace una década, además, es vicepresidente.
Pero los líderes del PP de Ourense, José Manuel Baltar, y A Coruña, Diego Calvo, se mostraron reacios en un primer momento a avalar su elección, que se fraguó tras la intervención de un Feijóo que llegó a agradecer el “paso a un lado” de algunos miembros del partido para permitir a Rueda dar “un paso al frente”.
Calvo incluso pidió el domingo pasado que la nueva Xunta contentase a todas las provincias del PP, en alusión a una designación de conselleiros por cuotas, a pesar de que A Coruña es la que más miembros del gobierno tiene entre sus filas con mucha diferencia.
“Los acuerdos entre lo que se llamaban las baronías hace mucho tiempo que no existen”, aseguró Feijóo, que chocó en su momento con Baltar en Ourense, pero luego consolidó un modelo sin crítica interna ni contrapesos gracias a la autoridad que le dieron sus cuatro mayorías absolutas consecutivas. “En Galicia llevamos un nuevo modelo desde 2006 y estoy convencido de que se va a mantener en los próximos años”, añadió ante la prensa después de culpar al Gobierno de Pedro Sánchez, que gobierna desde 2018, de no sumar ninguna nueva competencia en sus trece años de mandato.
Su mensaje se produce días después de que deslizase la conveniencia de que Rueda mantenga el “núcleo duro” de la Xunta una vez sea elegido presidente, aunque en el PP se mantiene la incertidumbre por conocer el calado de los cambios que introduzca para abrir su nueva etapa.
La dimisión de Feijóo activará el proceso de relevo. El lunes el presidente del Parlamento, el popular Miguel Santalices, convocará a los grupos parlamentarios para celebrar una sesión de investidura previsiblemente los días 10 y 12 de mayo y que el 16 ya esté la Xunta plenamente operativa.
