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Mascarilla y distancia reducen a mínimos históricos el consumo de antibióticos

El consumo de medicamentos, ha caído en picado en el año de la pandemia

Durante el año pasado, los servicios sanitarios no detectaron ningún caso de gripe en Galicia y el primero hallado este ejercicio se produjo en abril. Pero esta no es la única consecuencia de las medidas profilácticas adoptadas para combatir la pandemia de COVID-19, como el uso de mascarillas y la distancia social, sino que las infecciones respiratorias disminuyeron enormemente, pues su vía de transmisión, también los aerosoles, fue obstaculizada.

Las infecciones respiratorias cayeron en picado gracias al escudo contra el COVID

Como derivada de esta coyuntura, el consumo de antibióticos el año pasado en la comunidad se desplomó más de un 21% hasta el dato más bajo en, al menos, siete años.

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La causa de ese histórico descenso se encuentran en las medidas de prevención del COVID. “La mayor parte de antibióticos se prescriben para infecciones respiratorias. La mayoría se producen por contacto y dispersión de aerosoles. El confinamiento, el uso de la mascarilla y la distancia social han hecho que se reduzcan esas infecciones”, explica Jesús Sueiro, portavoz de la Asociación Galega de Medicina Familiar e Comunitaria (Agamfec).

Desde 2014, las dosis diarias por cada mil habitantes se mantuvieron siempre por encima de 25, salvo en 2019, cuando el dato descendió a 24,59. Pero el año de la pandemia, la cifra se desplomó a las 19,35, según los datos recopilados por el Plan Nacional Frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN), organismo creado precisamente en 2014.

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En los centros de salud es donde se concentró esa disminución de las recetas. En la sanidad pública, pasaron de 17,4 dosis diarias por cada mil habitantes a 13,3, mientras que en las mutuas la variación fue de 1,1 a 0,85 y las recetas privadas pasaron de 5,9 a 5, según el PRAN.

Los antibióticos son empleados, sobre todo, para las infecciones bacterianas de las vías respiratorias. En el caso de las vías altas, se trata habitualmente de neumonías o bronquitis. En el de las bajas, de faringitis, otitis, laringitis o amigdalitis. A mayor protección con la mascarilla, menos contagios y, por tanto, menos recetas.

Aun así, la puesta en marcha del propio PRAN, integrado por Gobierno, comunidades, universidades, sociedades científicas y 300 expertos, fue una respuesta al abuso de estos medicamentos, práctica que conlleva el riesgo de que las bacterias se hagan resistentes a los antibióticos y sea más difícil acabar con ellas.

“Es verdad que existe un uso inadecuado. Cuando sufres un infarto, en todos los lugares del mundo se actúa igual, siguiendo a rajatabla un protocolo, pero con estos medicamentos no pasa eso”

Jesús Sueiro - Portavoz de la Asociación Galega de Medicina Familiar e Comunitaria

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“A veces esto deriva de las expectativas sobre su eficacia. A un fumador que sufre una bronquitis aguda se le receta pensando que le va a ayudar y porque también lo pide. Pero no va a solucionárselo. Si a un no fumador un catarro le dura una semana, a esa persona puede durarle tres y pide antibiótico. También existen excesivas expectativas por parte de los prescriptores”, reconoce el portavoz de Agamfec.

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Abuso y superbacterias

El PRAN nació precisamente para controlar el abuso de los antibióticos y el consiguiente peligro asociado: la aparición de superbacterias. En 2016, la Organización de Naciones Unidas (ONU) alertó contra el “más grave y urgente” riesgo de salud pública: la resistencia de los microorganismos a los medicamentos antibacterianos.

“Hace poco, una microbióloga reputada declaró que en no mucho tiempo nos matará una infección bacteriana que resista los antibióticos, que son medicinas que a la industria farmacéutica tampoco les resultan muy rentables. Son algo que te tomas siete días y te curas. Se investiga más en medicamentos contra la diabetes o la bronquitis para pacientes crónicos que los tomarán toda la vida”, finaliza.

"Habría que replantearse usar la mascarilla en otoño e invierno en locales cerrados. Su eficacia y el coste-beneficio lo recomienda"

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A un día de retirar la obligación de portar mascarilla en espacios al aire libre, el efecto conseguido con su uso lleva a Manuel Rodríguez Piñeiro, del Colegio Oficial de Médicos de Pontevedra, a apostar por su recuperación a partir de finales de septiembre u octubre.

Una mujer en Santiago con mascarilla. Xoán Álvarez

El año pasado vimos 10 casos de gripe en España. Es algo inaudito y es lógico porque se contagia mediante aerosoles, como el COVID. Si te proteges contra este, te proteges contra la gripe y otras infecciones. Habría que replantearse usarla en otoño e invierno en locales cerrados. Su eficacia y el coste-beneficio lo recomienda”, apunta, aunque reconoce que para ello sería necesaria “educación, educación y más educación”. “Igual que no se puede fumar en cafeterías, deberíamos interiorizar a usar también las mascarillas”, añade.

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