Los movimientos sísmicos todavía no han abandonado Galicia. Aunque en la superficie no se haya notado nada, debajo de nuestros pies, la tierra tiembla: seis terremotos desde el pasado domingola tierra tiembla. Solo la provincia de A Coruña se ha librado de los temblores y Ourense ha sido la que más los ha sufrido, en dos ocasiones. La primera estrenaba la racha, en Cualedro (Verín), y la segunda cierra por el momento el carrusel con el seísmo de A Gudiña.

Este último tuvo su epicentro durante la madrugada, concretamente a las 00.24 horas, alcanzó una magnitud de 2.0 en la escala de Richter y una profundidad de 3 kilómetros, según ha registrado el Instiuto Geográfico Nacional (IGN).

No son habituales los terremotos de gran envergadura en Galicia; aunque sí es cierto que se suelen suceder varios a lo largo del tiempo que no llegan a los 3.5, el límite para que el ser humano pueda percibirlos. Eso era lo que sucedía el pasado mes de noviembre, cuando un terremoto de 3,8 con epicentro en Melgaça sacudía el sur de la comunidad. Se trata del terremoto más intenso de los últimos años y eso se traducía en el número de personas que sentían como la silla, la mesa o toda la casa movía.

Antes de ese fenómeno, habíaque remontarse hasta el 22 de mayo de 1997 para saber realmente lo que es un sismo en Galicia.

Víctima mortal en el mayor terremoto de Galicia

Ese día, los temblores levantaron de la cama a más de uno. Un seísmo de 5.1 grados, el mayor de la historia de la comunidad, agitaba el municipio de Triacastela, en Lugo, epicentro del triángulo sísmico gallego. Dejaba a su paso pocos daños materiales, la caída de una casa en construcción en Becerreá y la de una fachada que obligó al realojo de los inquilinos, entre otros lamentos, pero se llevó lo más importante: a un hombre de 40 años natural de Sarria. La víctima perdía la vida a causa de un infarto de miocardio en medio de un descampado al que había acudido con otros vecinos para librarse de las posibles consecuencias de los movimientos de tierra.

Con todo, ese episodio no llegó a ser ni mucho menos el más catastrófico posible si lo colocamos en la escala de Richter. A partir de magnitud 6.1 sí habría que llorar desgracias, y por suerte, no sabemos qué supondría.