Conocemos la rotativa

¿A dónde van las noticias después de ser escritas?

Este lugar inmenso y extraordinario, en el que el tiempo se mide en periódicos, se despierta cada noche para que podamos “tocar” lo que pasa

Las noticias cobran vida en Faro como los protagonistas de Noche en el Museo.

Las noticias cobran vida en Faro como los protagonistas de Noche en el Museo. / Imagen elaborada con IA

María Bueno

María Bueno

No son los protagonistas de Noche en el museo, ni tampoco búhos, lechuzas, lémures, luciérnagas o mapaches, pero lo cierto es que ellas también se despiertan al caer el sol, mientras todos dormimos. 

No ocurre en el Museo Americano de Historia Natural de Manhattan, ni tampoco en la selva del Amazonas, sino en un pequeño rincón de la provincia de Pontevedra, muy cerca del puente de Rande que tantas veces habréis cruzado con vuestras familias. 

Por asombroso que os parezca, cada noche y justo cuando vosotros estáis a punto de iros a la cama, las noticias de Faro de Vigo levantan los brazos, se desperezan y se lavan la cara para empezar su jornada: están a punto de cobrar vida, tomar forma, en el papel. 

Seguro que ya sabéis de dónde vienen: los periodistas se encargan de recopilar los hechos más relevantes de la jornada, verificarlos y ordenarlos por escrito en los distintos formatos y secciones, pero ¿a dónde van las noticias después de ser escritas?, ¿nunca os habéis preguntado cómo llegan desde el ordenador de los periodistas al bar de debajo de vuestra casa, al cole o incluso a casa de vuestros abuelos?

Entre la redacción y sus lectores existe un lugar inmenso y extraordinario, que guarda bobinas de hasta 1600 kilos y 24 kilómetros de longitud de papel. Repleto de aparatos gigantes capaces de crear todos los colores del mundo a partir de solo cuatro tonos, cobra vida cada noche y, en él, la velocidad no se mide en Km/hora, sino en periódicos.  

A este lugar se le conoce como “rotativa” en honor a la máquina que atesora en su interior y que es prima hermana de la imprenta, inventada hace casi 600 años por Johannes Gutenberg, un señor alemán de barba prominente que cambió la historia del conocimiento para siempre y nos volvió a todos mucho más listos: Sin él, no sólo no podríamos tener periódicos, sino tampoco reproducir libros o incluso comprar nuestros póster favoritos. 

Las tres fases del proceso de impresión

Para conocer todos los secretos de la rotativa contamos con nuestro Ben Stiller particular. Elías Moraña no es vigilante nocturno en un museo, sino director Técnico de Celta de Artes Gráficas y cada noche lo pone a todo a punto para que el equipo de producción obre el milagro por el que las palabras y los hechos más relevantes del mundo se materializan en unas cuantas páginas entre nuestras manos: es el momento en el que podemos tocar lo que pasa. 

Elías Moraña, director Técnico de Celta de Artes Gráficas, nos explica las fases de la impresión de periódicos.

Elías Moraña, director Técnico de Celta de Artes Gráficas, nos explica las fases de la impresión de periódicos. / Faro

Así nos ha explicado las tres fases del proceso de impresión, un cometido en el que la observación y la concentración son fundamentales y para el que hay que saber también mucho de mates.  

La palabra ‘Maculatura’ nos enseña que el error, lejos de un fracaso, representa el paso lógico anterior al acierto

— La preimpresión. Es la fase de preparación. En ella, el equipo de artes gráficas recibe cada una de las páginas del periódico en formato PDF y las agrupa en tandas de cuatro para imprimirlas a su vez en planchas de aluminio. Por eso el número de páginas del periódico tiene que ser siempre múltiplo de cuatro: 40, 48, 56, 64…¡Contadlas y veréis!¡Nunca falla!

Es necesaria una plancha de aluminio por cada color primario: cian, magenta y amarillo, además de otra más para el negro. Una vez listas estas planchas, se doblan y se troquelan (vamos, que se les hace un agujerito para poder colocarlas en la rotativa).  

Por supuesto, tanto estas planchas como el papel empleado, se reciclan para volver a ser usadas. 

— ¡Ya estamos en la rotativa! Una vez se colocan las planchas en esta super impresora gigante, los colores se ponen en fila para ir haciendo su trabajo en orden. Nada de actuar todos a la vez: primero le tocará al cian; después, la banda de papel con las páginas del periódico irá subiendo a través de los cuerpos de impresión para llegar al magenta; al amarillo; y, finalmente, al negro (si tenéis impresoras en casa y lo comprobáis, veréis que son los mismos colores). De ahí, la banda pasa a la plegadora, donde se corta, se dobla y se ordena en ejemplares ya finalizados.

Todo esto ocurre a ni más ni menos que a una velocidad de 20.000 periódicos por hora para que todo esté a punto cuando nos levantemos por la mañana. Además, el equipo tiene que ser muy minucioso para que los cuatro colores coincidan en el mismo punto exacto y esto no siempre sale a la primera. 

Las páginas y pliegos que se desechan en las tiradas de prueba para ajustar el color y el registro se denominan ‘Maculatura’, una palabra preciosa que ilustra muy bien por qué equivocarse no es un fracaso, sino sencillamente el paso lógico anterior al acierto. 

— El cierre. Una vez todos los parámetros se han ajustado, el personal de rotativa da el visto bueno para que el personal de cierre empiece a sacar los paquetes con los periódicos del día, clasificándolos en función de su destino y dejándolos a punto para que, a su vez, los recojan los repartidores. Como veis, el trabajo en equipo es imprescindible a la hora de sacar adelante un periódico. 

Con tanto lío ya nos han dado las… ¡Cuatro de la madrugada! Solo quedan unas horas para que os despertéis y vayáis al cole, donde podréis sostener con vuestras manos esta página que os explica cómo ha llegado hasta allí y que, ahora mismo, mientras se escribe, aún no existe.