Galicia, fuera (otra vez) del mapa de las gigafactorías de baterías

Falta de suelo y de interés por parte de Stellantis y los obstáculos a la hora de invertir en renovables mantienen a la comunidad al margen de la carrera por una macroplanta de células de ion-litio

Inicio de las obras de la gigafactoría de baterías de Volkswagen en Sagunt

Inicio de las obras de la gigafactoría de baterías de Volkswagen en Sagunt / Daniel Tortajada

José Carneiro

José Carneiro

Galicia, con la primera fábrica de automóviles de España y del sur de Europa, vuelve a estar fuera de la carrera por acoger una gigafactoría de baterías para el coche eléctrico, como las ya confirmadas en Valencia (Volkswagen), Extremadura (Envision) o Valladolid (Inobat). En este caso, la que Stellantis explora en la península Ibérica.

La falta de suelo industrial a precios asequibles, la falta de interés de la cabeza tractora del sector, la propia Stellantis, que apuesta por Zaragoza como candidata en España para recibir una de estas macroplantas (que ahora tendrá que competir con Portugal), y por extensión, la falta de interés del sector; y los obstáculos que se encuentran las empresas a la hora de acometer inversiones en materia de energía (Balaídos siguen sin contar con el prometido enganche a la red de Muy Alta Tensión), sobre todo en renovables, forman un caldo de cultivo que hoy por hoy hace inviable que una inversión milmillonaria como la que representa una gran fábrica de células de ion-litio recaiga en la comunidad, pese a que Galicia pudo contar ya en 2011 con la primera gigafactoría de baterías de Europa con el proyecto frustrado de GS Yuasa-Mitsubishi.

Falta de suelo industrial

Veinte años después de que el primer libro blanco de la automoción alertase de la pérdida de inversiones en el sector por falta de suelo industrial, este problema sigue lejos de resolverse pese a la incorporación al mapa de la Plisan, casi 4 millones de metros cuadrados en potencia –la mayor parte sigue sin desarrollarse– en los que ya se han confirmado empresas tan potentes como Albo, Lonza o Frinsa, entre otras. El problema se agrava porque pese a las fórmulas de alquiler a precio simbólico que ha impulsado la Xunta a lo largo de los años, en materia de precio Galicia sigue a años luz del norte de Portugal, factor determinante –junto el coste de la mano de obra– para que el 99% de los proveedores que se han instalado en la Eurorregión a lo largo de las últimas dos décadas se haya decantado por el otro lado de la raia.

Falta de interés de Stellantis

La estrategia de la multinacional que pilota Carlos Tavares para las plantas de baterías, si alguna vez pasó por Galicia, lo hizo de forma breve y tangencial a pesar de que se trató y comentó públicamente en varias de las visitas que el expresidente Núñez Feijóo realizó a la antigua sede del grupo en París. La apuesta para España es Zaragoza, y lo es por terrenos (la planta de Figueruelas, similar a Vigo en número de trabajadores y líneas de producción, está rodeada de terreno baldío cedido a Stellantis) y las facilidades/ayudas que el Gobierno de Aragón está dando a la inversión en renovables. La competitividad de la propia factoría (que no supera a la de Vigo), ni el salario medio del sector del automóvil en esta región (que es superior al gallego), tienen algo que ver con su elección. Con todo, esto no quiere decir que tenga en el bolsillo esta inversión milmillonaria: dependerá de las ayudas que Stellantis obtenga de la segunda convocatoria del Perte VEC y de si su oferta es mejor que la de Lisboa. Tavares, que además es portugués, elegirá la oferta que mayor rentabilidad aporte.

Falta de interés del sector

La carrera de la automoción gallega es otra, y se llama STLA Small, la nueva plataforma para vehículos 100% eléctricos pequeños del grupo, cuya adjudicación (también pendiente del Perte) blindaría la planta, con su capacidad actual (y empleos), para los próximos 10 o 15 años. La cuestión de fondo es sostener como sea el sistema biflujo de Vigo, es decir, las dos líneas de producción (la inmensa mayoría de plantas del universo Stellantis cuentan con una sola línea de montaje, son monoflujo, por lo que Vigo es en realidad dos plantas en una). Es la prioridad ahora mismo y hacia esto se han volcado todos los esfuerzos desde la casa blanca de Balaídos y San Caetano, porque lo contrario, perder la STLA Small, supondría de primeras perder la mitad del empleo que genera Montaje, con el efecto dominó que sacudiría a todo el sector de componentes (por cada empleo en Stellantis se generan tres en el panel de proveedores). De poco serviría, llevado el hipotético caso, que Galicia lograse una planta de baterías si con eso se cercena la actividad productiva en Balaídos. O eso argumentan desde el sector.

La inversión en renovables

Es otra de las razones, ligada directamente a la disponibilidad de suelo ya en derecho de uso, por las que Stellantis ha elegido Zaragoza y no Galicia como candidata para su gigafactoría de baterías ibérica. Y es que Figueruelas contará con el mayor parque de energía eólica y solar de una fábrica de automoción en Europa. Aprovechando al máximo las 1.800 horas equivalentes de sol y las 3.500 horas de viento anuales en sus instalaciones, Stellantis aspira a producir 30,8 MW de electricidad de origen solar y 25,4 MW de procedencia eólica, unas cifras que representarán aproximadamente el 80% del consumo de energía eléctrica de la factoría de Zaragoza en 2024. Las facilidades y ayudas que el gobierno autonómico maño ha dado para poner en marcha esta instalación han sido determinantes en la decisión del grupo. En Galicia, en cambio, invertir en renovables es más complejo y la planta viguesa sin el prometido enganche a la red de Muy Alta Tensión (MAT) de la línea Atios-Pazos, de 220 kilovoltios (que por cierto sí tiene Figueruelas).

Pérdida de estatus de Vigo

¿Pierde Balaídos si Zaragoza se lleva la planta de baterías? No, disponer de un centro de baterías del grupo en España a priori le beneficia, al igual que a la planta de Madrid, aunque difícilmente podría seguir considerándose la cabecera del polo ibérico de Stellantis. No pierde, pero tampoco suma. Ahora bien, la electrificación del mercado automovilístico es imparable y todos los fabricantes y todos los gobiernos –estatales y autonómicos– están posicionándose para no perder el tren de las fábricas de baterías –reduciendo así la dependencia que el sector tiene de China–, un tren que, lamentablemente, Galicia sí que pierde, otra vez.

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