Galicia salva su mercado laboral con un alza del 40% en la contratación de extranjeros

La Seguridad Social suma 7.700 altas de foráneos en los últimos doce meses

Cuatro de cada diez van a hostelería y construcción

La comunidad lidera el ascenso en España

Un operario de la construcción en una obra

Un operario de la construcción en una obra / FdV

Julio Pérez

Julio Pérez

Además de los puestos de deportistas y entrenadores profesionales y la retahíla de perfiles vinculados a la Marina Mercante presentes desde la primera edición hace casi 20 años, la reciente actualización del catálogo de ocupaciones de difícil cobertura recoge ya los siete oficios vinculados al ladrillo que el Gobierno finalmente aceptó incluir en la clasificación a petición de las empresas y con los sindicatos en contra. Desde ahora, se pueden contratar carpinteros y montadores metálicos, electricistas y gruistas extranjeros en su país de origen. La Fundación Laboral de la Construcción, una entidad donde la principal patronal y las centrales CC OO y UGT buscan las herramientas para conseguir “un sector más profesional, seguro, capacitado y con futuro”, alerta en su informe de 2022 del “progresivo y alarmante envejecimiento de la plantilla”, un fenómeno “que se ha ido gestando a lo largo de los años sin previsiones de cambio a corto plazo”. El peso de los mayores de 55 años en la actividad no para de crecer. Suponen el 20%. Todo lo contrario que los menores de 30, que superaban el 12% hace una década y en este momento apenas llegan al 9%. La construcción tiene mucho que ver en la extensión de los foráneos en la ocupación en Galicia. La comunidad pasó de ser una discreta secundaria en el intenso flujo de migrantes hacia España durante el periodo de bonanza previa a la recesión financiera global de 2008, a encabezar el nuevo bum de foráneos en el mercado laboral.

Los extranjeros afiliados a la Seguridad Social en la comunidad superaron los 59.000 el pasado mes de julio, según los datos recopilados por el Instituto Galego de Estatística (IGE). En los últimos doce meses, el número de cotizantes procedentes de otros países aumentó en 7.687, un 40% más que entre julio de 2021 y julio de 2022 (5.479). Hay una tendencia clarísima al alza. Con la vigorosa recuperación de la actividad una vez que la pandemia del COVID-19 empezó a dar una tregua, el número de trabajadores foráneos en Galicia creció en casi 20.000. El colectivo concentra prácticamente la mitad de todo el empleo creado en la región desde 2020.

Cuatro de cada diez nuevos ocupados extranjeros en Galicia en los últimos doce meses están en la hostelería y la construcción, donde su presencia creció el 18,6% (1.961 afiliados más) y el 22,7% (1.048), respectivamente. En comercio y reparación de vehículos aumentaron un 11,9% (833); por encima del 13% (623) en la industria manufacturera; el 16,7% en actividades administrativas y auxiliares (567); el 15,3% (444) en actividades sanitarias y servicios sociales; y el 10% (330) en transporte y almacenamiento. Buena parte de estos sectores están entre los que más se quejan de los problemas para encontrar efectivos.

Venezuela está a punto de dar el sorpaso a Portugal en los países de origen

Las altas del colectivo en el régimen general son mayoría, unas 6.600 nuevas. Suben el 18,7%. En el sistema especial agrario avanzaron el 11,5%; el 9,7% en el régimen de empleadas del hogar; un 7,6% en el sistema de autónomos; y el 7,1% en el del Mar. Portugal se mantiene como principal país de origen entre los extranjeros que trabajan en Galicia (9.000, tras un alza del 6% respecto a julio de 2022), pero Venezuela está a punto de darle el sorpaso: son cerca de 8.400 después de un incremento del 22%. Los afiliados originarios de Colombia se elevaron el 47%, en 1.642, la subida más acusada. Sobresalen también los ciudadanos nacidos en Perú (870 altas, el 50%); los de Marruecos (426) y los italianos (342).

El volumen acumulado de trabajadores extranjeros en Galicia engordó el 15,6% en el último año, según la Seguridad Social, alrededor de cinco puntos más que el conjunto del Estado (9,9%). Los otros dos territorios con mayor subida fueron Aragón (13%) y País Vasco (12,6%).

El Banco de España avisa de una mayor brecha económica de Galicia por el envejecimiento de la ocupación

El proceso de envejecimiento en España podría provocar una caída en la tasa de actividad de 2,8 puntos porcentuales adicionales hasta 2030 con respecto a su nivel actual, hasta alcanzar el 55%, según un análisis publicado ayer por el Banco de España, que revela que el traslado del invierno demográfico a la ocupación durante la última década habría tenido un impacto negativo de unos 3,4 puntos porcentuales sobre el nivel de la tasa de actividad en 2022 en España, pasando del 62,1% al 58,7%.

El fenómeno no es homogéneo en toda España y se está dando con mayor intensidad en las comunidades autónomas del Cantábrico y menos acusado en Baleares, Castilla-La Mancha y Extremadura. Entre los motivos que da el supervisor para explicar la merma de la tasa de actividad están la participación laboral de los grupos de edad más jóvenes, los que tienen entre 16 y 24 años y las personas mayores de 55 años. A medida que las cohortes de población más numerosas –las pertenecientes al baby boom– llegan a edades cercanas a la jubilación, la tasa de actividad agregada se recorta por un mero efecto composición. De cara a los próximos años, se prevé un incremento continuado de la tasa de dependencia –definida como la población de 65 años o más sobre el colectivo de entre 15 y 64 años–, hasta situarse en 2030 en el 35,1%, casi 5 puntos más que en 2022.

El estudio estima el efecto de los cambios en la composición de la población sobre la evolución de la tasa de actividad hasta el final de la década por grupos de edad y sexo de cada autonomía. Siguiendo lo previsible, la participación laboral retrocedería “de manera más acusada” en Galicia, el resto de las autonomías del noroeste y las dos Castillas, “que cuentan, en general, con poblaciones más envejecidas”. Es más, “como se trata de regiones que tienden a presentar tasas de actividad más reducidas y menores niveles del PIB per cápita, este ejercicio anticiparía que el envejecimiento contribuiría a ampliar las diferencias económicas entre las regiones españolas”.

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