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La guerra deja a Galicia con maíz para solo mes y medio y dispara el precio del trigo

Los fabricantes de piensos, el 11% de la industria alimentaria, piden abrir el mercado a EE UU y Argentina | Los ganaderos exigen que no se especule y alertan del sobrecoste

Almacén de maíz Agafac

De la ciudad de Mykolaiv, principal puerta de salida de las mercancías de Ucrania hacia el Mar Negro, partió ya el último barco cargado de trigo con destino al puerto de Marín. No hay de momento ningún otro envío a Galicia consignado. Allí está ahora mismo uno de los epicentros de la invasión de Rusia para aislar al país vecino y cortar la arteria de sus exportaciones. “Hace cuatro o cinco días nos enteramos de que a uno de los buques que trabaja para nuestro sector le alcanzó un misil y, poco tiempo después, otra embarcación chocó con una mina –cuenta Bruno Beade, director de la Asociación Gallega de Fabricantes de Alimentos Compuestos (Agafac)–. Las posiciones de las naves de guerra del ejército ruso se mueven en esa zona. No es tan difícil que los barcos comerciales no puedan salir, algo catastrófico”.

A Ucrania se le conoce como el granero de Europa y, particularmente, de España, Portugal e Italia, tres países donde la demanda supera con creces la producción autóctona. De los más de 3.343 millones de euros en importaciones de cereal de España el pasado año, cerca del 20% vinieron directamente del país, que alcanza una cuota de casi el 30% en el caso concreto del maíz, según el último balance de la Secretaría de Estado de Comercio. Es un ingrediente básico en la elaboración de piensos. El sector consume en Galicia alrededor de 1,1 millones de toneladas, “especialmente sensible” a las consecuencias económicas del conflicto porque compra el 40% de la materia prima a Ucrania. El stock de maíz en la comunidad para los fabricantes de alimentación animal da para “mes y medio”, advierte Agafac, ante “un claro riesgo de abastecimiento”.

“Partimos de una situación crítica hace ya año y medio, cuando empezaron a subir los precios de los cereales”, recuerda Bruno Beade. El estallido de la guerra aceleró todavía más el encarecimiento. En la última semana, la tonelada de maíz pasó de 300 a 450 euros, un incremento del 50%, “inédito en los 20 años que llevo trabajando en el sector”, indica el director de Agafac. La cosecha nacional “solo mitiga” la gran dependencia exterior, sobre todo de Brasil y Ucrania, en el peor momento posible.

Bruno Beade

“No es solo un problema ahora. ¿Cómo se van a hacer las siguientes cosechas?”

Bruno Beade - Director de Agafac

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El mercado funciona casi en exclusiva con la aportación de Ucrania entre los meses de enero y junio. “No podemos cargar en Brasil porque sus cosechas no están listas hasta julio”, señala Beade. El sector pidió al Ministerio de Agricultura que interceda ante la UE para facilitar la entrada de maíz procedente de EE UU y autorizar también la llegada de cosecha vieja de Argentina, dos proveedores capados por legislación comunitaria, junto al freno de las exportaciones de la producción europea para garantizar el aprovisionamiento.

“Es que no estamos solo en un problema actual. Aunque la guerra acabase hoy mismo, ¿cómo están quedando las carreteras en Ucrania? ¿Cómo van a comprar semillas para la siguiente cosecha? ¿Cómo van a sembrarlas? ¿Cómo van a seguir exportando?”, cuestiona Bruno Beade.

Desde el estallido de la guerra, la tonelada de maíz subió de 300 a 450 euros

Nudesa mantiene contacto continuo con sus proveedores en Ucrania. El grupo de Silleda, líder en Galicia en venta libre de pienso, admite que en su casi medio siglo de historia “nunca nos habíamos enfrentado a una coyuntura así”. “Estamos muy preocupados por el abastecimiento y el suministro”, afirma Mónica Fondevila, directora comercial de la compañía. “Todos los proveedores tienen la buena voluntad de atender los pedidos, incluso tenemos uno intentando hacer algún embarque en Canadá, pero los contratos se pueden rescindir por causas sobrevenidas y no todos los elementos dependen de ellos –continúa–. Menos mal que nos ha pillado con los puertos gallegos con reservas, pero la incertidumbre es enorme”. ¿El trigo sirve de alternativa? “Aunque de repente hubiera la posibilidad de abastecerse, algo difícil porque hay muchos menos productores y la prioridad es la alimentación humana, nunca sería un sustitutivo del maíz por las propias características del cereal y porque también los precios están disparados”, descarta. Tanto, que muchas lonjas han tenido que suspender su cotización.

La producción de piensos representa el 11% de la industria alimentaria de Galicia con más de 1.000 millones de euros de facturación anual. “Pero el problema se traslada a toda la cadena. Es la alimentación del ganado, que, a su vez, incrementa la tensión en los ganaderos, y de ahí a la industria, hasta llegar al consumidor”, subraya Roberto Alonso, gerente del Clúster Alimentario de Galicia (Clusaga). “Hay muchas otras industrias alimentarias que usan estas materias primas, como las empresas de elaborados, en panaderías... –añade Alonso–. Las empresas asumieron los sobrecostes durante un tiempo, pero se acabaron trasladando al producto final, como volverá a ocurrir ahora”.

Unións Agrarias aleja la idea del desabastecimiento. “Sacar esa alarma tiene más que ver con inflar la especulación por el incremento de costes que con un riesgo real”, cree su secretario xeral, Roberto García, confiado en que el mes y medio de margen en el stock de maíz en Galicia sea suficiente “para conseguir esas alternativas de suministro en EE UU y Argentina en las que ya está trabajando la UE”, además de liberar las restricciones del barbecho de la PAC para “el aprovechamiento de tierras en la producción de proteínas”. “El gran problema va a ser el importante incremento de costes que se suma a todos los que había y a la sequía que afronta el conjunto del Estado”, avisa García, “y la incapacidad de los productores de repercutirlos frente a la desproporción de poder en manos de las grandes cadenas de distribución”.

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