La energía es un arma más en el conflicto abierto entre Rusia y Ucrania. Desde la disolución de la vieja URSS en diciembre de 1991, las dos ex repúblicas soviéticas han protagonizado un sinfín de desencuentros, el enésimo esta vez a cuenta de la intención del Gobierno de Kiev de estrechar su relación con la OTAN y el rechazo de Moscú a perder influencia en una zona estratégica por muchas razones más allá de la nostalgia por el poder perdido tras la desaparición del régimen comunista. Ucrania sirve de puerta de entrada del gas ruso al resto del continente. De allí viene alrededor del 35% del combustible consumido, especialmente en los países del centro como Alemania. La amenaza de una invasión de las tropas de Putin asentadas en la frontera y la reacción de los países aliados enviando sus tropas revuelve otra vez la cotización de los mercados energéticos, pero la onda expansiva de una hipotética guerra podría llegar a otros muchos productos básicos. Además de punto de conexión para el gas, Ucrania es el granero de Europa, el segundo gran proveedor de cereales y aceite de Galicia.
El arranque de las cosechas en el país y también en EEUU permitió, por ejemplo, que el pasado otoño se relajaran los costes de los cereales, muy presionados hasta ese momento por “las consecuencias de las alteraciones portuarias” a causa de la temporada de huracanes. El índice de precios de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) alcanzó el pasado año cotas históricas después de un incremento del 28% respecto a 2020. Lo que pase en el campo de Ucrania, tiene repercusión en la cesta de la compra del resto de Europa.
La importación de cereales en el caso de España superó los 2.750 millones de euros entre enero y noviembre de 2021. De Francia vino una cuarta parte. El segundo gran proveedor es Ucrania, con el 14% del saldo (383 millones de euros). Galicia depende todavía más del cereal ucraniano para abastecerse: 23,4% del total de las compras del producto, todo maíz, unos 40,5 millones de euros en esos mismos once meses. Solo se importa más desde Brasil, el 28,9% (49,9 millones de euros), según el último balance publicado de la Secretaría de Estado de Comercio. El resto de mercados de origen para el cereal consumido en la región se mueven en cantidades mucho más bajas. Destacan Dinamarca (9,2%), Canadá (5,9%) y Serbia (5,7).
Entre los aceites, los precios se dispararon el pasado año en los mercados mundiales un 65,8%, según la FAO y se sitúa en “el nivel más elevado de todos los tiempos”. De hecho, es uno de los mayores ingredientes de la inflación en Galicia con un encarecimiento del 24,4%.
Las importaciones de Galicia ascendieron a 282,6 millones de euros, a falta aún de los datos del mes de diciembre. ¿Qué tipo de aceites se compran fuera? Básicamente de soja (124,9 millones de euros), girasol (108,1 millones) y palma (32 millones). Del primero se encarga casi en exclusiva Argentina, que sumó alrededor del 42% de las ventas a Galicia de grasas y aceites (118,3 millones). El otro gran mercado es Ucrania, que representó el 26,5% (74,8 millones de euros), todo de girasol.
Ucrania no juega un papel protagonista en la balanza comercial global de Galicia –allí va únicamente el 0,4% de las ventas exteriores de las empresas de la comunidad y supone un 0,7% de todas las importaciones–, pero sí es fundamental en esas dos materias primas de la industria agroalimentaria. Entre las exportaciones, lo más sobresaliente es la automoción, con un negocio de 48,5 millones hasta noviembre; y la pesca, con otros 24,3 millones.
La energía dispara un 40% los precios industriales
Los precios industriales subieron un 3,8% el pasado mes de diciembre en relación al mes anterior y se dispararon un 35,9% en tasa interanual, casi cuatro puntos por encima de la de noviembre y crecimiento récord en 45 años, según los datos publicados ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE). En el caso de Galicia, el ascenso todavía es mayor, del 40,4%, como recoge el balance del Instituto Galego de Estatística (IGE).
La principal razón de esta evolución en lo que cobra el sector industrial por su producción está en la energía, donde el incremento en la comunidad rozó el 156%. El alza en la industria del papel llegó al 44,1%, impulsada por el fuerte repunte de las materias primas. La misma razón que explica la subida de casi el 44% en la metalurgia.
Los precios en la industria de la madera, sin contar los muebles, crecieron un 21,5%; y un 13,7% en las industrias químicas de la comunidad. En la fabricación de productos de caucho y plástico se incrementaron un 8,7% y un 6,5% en la industria alimentaria. En el textil no llegó al 2% y un 1,2% en el caso de la automoción. En material eléctrico bajaron un 4,6%.
