Con la crisis energética de fondo, agravada por el impacto en los precios de la invasión de Rusia a Ucrania, la eólica da un paso adelante para enarbolar la tecnología offshore como la mejor palanca de la descarbonización en España y la acabar con la dependencia exterior de los combustibles aquí y en el resto de Europa. Y lo que precisamente se hace en otros países del entorno es el ejemplo, según el sector, de que es posible unir esfuerzos para su desarrollo “como un proyecto de país”. “Garantizar un suministro a costes competitivos no solo es algo bueno para el sector eólico, sino para toda España”, defendió Juan Diego Díaz, presidente de la Asociación Empresarial Eólica (AEE), durante la presentación ayer del Foro Eólico Marino y un manifiesto firmado por más de 170 compañías, incluidos astilleros, puertos, firmas del metal, la construcción, la logística y universidades, entre otras entidades, para reclamar “un marco claro, previsible, estable y transparente” y un calendario de concursos que arranque este mismo año.
Además de la existencia de recurso, los impulsores de la iniciativa apelan a la enorme experiencia de las empresas españolas en eólica marina y la fuerte presencia de la cadena de valor. “Navantia es un ejemplo”, recordó Juan Virgilio Márquez, director general de AEE, en referencia a las estructuras flotantes construidas en el astillero público de Fene para varios parques europeos, incluido el WindFloat, al otro lado de la frontera de Galicia con Portugal.
El tejido industrial
La comunidad es, junto con Canarias, uno de los mejores emplazamientos posibles, según el borrador de los Planes de Ordenación del Espacio Marítimo (POEM). Un “tremendo potencial” en viento, señala Márquez, al que se suma “el tejido industrial de primer orden”. “Hay que hacerlo con diálogo, rigor, proactividad y trabajando y uniendo fuerzas”, añadió el director general de la patronal eólica, que considera que Galicia puede ser una de las grandes beneficiarias “de la generación de empleo de calidad –unos 100.000 puestos en todo el país–, el desarrollo de economías locales y un cambio tecnológico radical”.
Los planes del Gobierno pasan por alcanzar los 3.000 MW en eólica marina en 2030, objetivo “realista”, según el sector, que piensa en 13.000 en el horizonte a 2050. Los promotores niegan un aluvión de proyectos. Los POEM reservan únicamente “el 0,08% de la superficie de las demarcaciones marítimas” a ubicaciones posibles. “No estamos hablando de llenar todo el mar de parques. No se va a poner ninguno donde no se pueda”, insistió Juan Virgilio Márquez, que, ante el rechazo del sector pesquero, presenta las declaraciones de impacto como “el trámite más meticuloso”.
