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La factura de los chips sobre el empleo: casi 3.000 menos en Galicia y 200.000 en España

Salida de trabajadores de Stellantis en la planta de Vigo. Marta G. Brea

Más del 90% de la producción de los proveedores se concentra en Europa, donde mayor impacto tiene la crisis global de los semiconductores

La escasez de materiales semiconductores que, a nivel mundial, viene golpeando a la industria del automóvil desde que estalló la pandemia no sólo deja heridas como la fuerte caída de las ventas o de la producción de vehículos. En la misma medida que el desabastecimiento de chips pone contra las cuerdas la viabilidad de las compañías, por el camino, también repercute en los puestos de trabajo asociados a toda la cadena de producción de la automoción. Concretamente en Galicia, la crisis de los microchips se ha saldado con cerca de 3.000 empleos.

Se trata, en su mayoría, de puestos de trabajo eventuales que no han sido renovados. Una casuística trasladable al sector de la automoción a escala nacional en el que, de media, entre el 20% y el 25% de los trabajadores tienen una relación laboral temporal, recuerda Celso Carnero, responsable comarcal de la federación de Industria de Comisiones Obreras (CC OO). “La industria en Galicia está marcada por el carácter indefinido de las contrataciones”, matiza Enrique Mallón, secretario general de Asime (Asociación de Industrias del Metal y Tecnologías Asociadas). A nivel estatal, la pérdida de empleo en el sector es de casi 200.000 puestos de trabajo eventuales en 2020 y 15.000 indefinidos, según las estimaciones de UGT.

Los profesionales temporales reciben el primer golpe cuando cae la producción. “No hubo afectación al empleo estable”, reconoce Rubén Pérez, secretario general de la federación de Industria de UGT Vigo. “Por mucho que sean trabajadores temporales es una pérdida de empleo importante. Es la parte más precaria de la cadena y parece que como son temporales no le damos la magnitud que tiene”, denuncia el portavoz de UGT. De hecho, sindicatos ponen en evidencia el relevante papel de los ERTE para mantener las plantillas del sector pese a la coyuntura.

Pese a ese impacto inicial de la pandemia que dejó en evidencia las roturas en la cadena de aprovisionamiento de sectores como el textil, de alimentación y, por descontado, el de la automoción, lo cierto es que se preveía que la industria del automóvil recuperara el ritmo de fabricación en 2021. Transcurridos nueve meses del ejercicio, en los que se han encadenado parones temporales en la producción, los fabricantes barajan como ajustar los turnos de trabajo. Sin ir más lejos, el proceso derivó en la reciente suspensión indefinida del turno de fin de semana en el Sistema 2 de la factoría de Stellantis en Vigo desde el pasado 4 de octubre. Una decisión que obligó a recolocar a 650 empleados mientras que otro centenar del mismo turno culminaron el final de su contrato y no se les renovó.

Una medida de tal índole tiene consecuencias a lo largo de la cadena de producción. Los fabricantes de componentes que organizan sus turnos en sincronía con la planta de Balaídos se verán más afectados. “Algunas empresas proveedoras fueron ajustando y cerrando turnos, aunque no ha habido tanto ajuste de plantilla como en la planta principal”, apunta Pérez. El 90% de esta producción de los proveedores se ubica en Europa, donde más afecta la falta de chips. El momento es complicado por la incertidumbre que genera. “Las previsiones de los fabricantes van a una semana vista”, reconoce el portavoz de CC OO, con la consecuente inseguridad que propicia tanto en los trabajadores temporales como en los proveedores de la industria.

La situación es desconocida. “Nunca, en las últimas décadas vivimos una situación similar”, apunta Mallón. Se refiere no sólo al desabastecimiento de materiales semiconductores de los que se nutre una industria de la automoción altamente deslocalizada sino también a la escasez de materias primas y su consecuente escalada de precios. También al empuje que ha experimentado el coste del transporte marítimo y, en consecuencia, el transporte por carretera o al aumento de los precios de la energía. Por no olvidar el alza de la demanda China y los cortes de luz que está sufriendo el país, cuyos apagones están dañando la producción y causando nuevos retrasos en la distribución. “Tenemos la esperanza de que, a principios de 2022, la situación se corrija y se pueda ir planificando la producción para evitar la pérdida de empleo”, vaticina Mallón. 

Claves

  • La consecuencia directa

    Los consecutivos parones de la producción de las plantas de automóviles,por la falta de chips, se saldan con 3.000 empleos en Galicia.

  • Los eventuales, los más afectados

    Los principales afectados son los trabajadores temporales, que suponen el 25% de los trabajadores del sector a nivel nacional.

  • Amortiguar los efectos

    Los sindicatos ponen de relieve el papel de los ERTE para amortiguar la destrucción de empleo entre las plantillas del sector.

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