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Vista de Nigrán, con Monte Lourido en primer planoGustavo Pascual Hermida / FDV

El éxodo de las ciudades y nuevos negocios aceleran el empleo en concellos medianos

La sacudida de la pandemia es tan, tan fuerte, que las consecuencias un año y medio después de las primeras noticias sobre el coronavirus van más allá de la salud. Entre otros muchísimos cambios, el duro confinamiento alteró la forma de relacionarse entre las personas, los hábitos de ocio, la alimentación o la importancia que hasta entonces las familias daban al hogar, tanto el confort interior como el entorno. El traslado a segundas residencias en esos meses sin poder tocar la calle salvo para lo esencial sirvieron de aperitivo a todo lo que vino después, el mayor éxodo desde las grandes ciudades a municipios más pequeños y zonas rurales de la última década en busca de lugares más cómodos para vivir. Y la mayoría de los principales concellos de Galicia lo notaron. Vigo perdió 376 vecinos, A Coruña cerca de 800, Lugo unos 200 y Ourense superó el centenar, según la estadística de variaciones residenciales que hace pocas semanas publicó el Instituto Nacional de Estadística (INE). Justo lo contrario a lo sucedido en núcleos de menor tamaño en sus alrededores. El salto en los movimientos demográficos afecta de lleno al mercado laboral, que se está recuperando con más fuerza en las localidades medianas porque con la entrada de nuevos residentes viene también la actividad.

Galicia cerró junio con 966.649 afiliados a la Seguridad Social tras un incremento anual del 2,8% (26.699 altas), pero aún con casi 7.500 ocupados menos –una caída del 0,8%– que en el mismo mes de 2019. Prácticamente todos los grandes municipios de Galicia superan con creces ese descenso frente al arranque del último verano sin COVID-19 de por medio. La merma de empleo en Vigo se sitúa en el 1,5%; un 1,1% en A Coruña; el 1,5% en Santiago de Compostela y Lugo; alrededor del 2% en Ourense; y el 3,2% en Ferrol, como recoge el balance de afiliación por concellos de la Seguridad Social publicado ayer por el Instituto Galego de Estatística (IGE). Solo Pontevedra supera las cifras de trabajadores de hace dos años, un 0,7% más, y es también una excepción entre los números rojos del padrón: ganó 204 vecinos a lo largo del pasado ejercicio.

La otra cara del mercado laboral está en las popularmente llamadas ciudades dormitorio o concellos residenciales y aquellos que tienen su propio músculo económico o el atractivo del mar y la tranquilidad. Es el caso de Oleiros, Arteixo y Ames, con incrementos del 0,9%, el 0,01% y el 1% respecto a los niveles prepandemia, respectivamente, de afiliados con domicilio en sus territorios. El alza en Cangas roza el 1%; llega al 3,1% en Ribeira; al 2% en Ponteareas; un 0,5% en O Porriño; el 1,2% en Marín; por encima del 0,6% en Sanxenxo y Poio; o el 1,2% en Nigrán. Y así, 101 concellos en total con más trabajadores en alta laboral que en junio de 2019.

“Hay un éxodo de actividades que parecían exclusivas de las ciudades”

María Cadaval . Doctora en Economía

“Es la mezcla de muchos factores, que dependen mucho además del perfil de cada municipio porque no es lo mismo el caso de Oleiros o Arteixo que otros con perfil industrial –explica María Cadaval, doctora en Economía y miembro del Foro Económico de Galicia–. Pero es cierto que ha habido un éxodo desde las ciudades tras el confinamiento. De personas, pero también de actividades hacia determinados núcleos de población que antes parecían exclusivas de los centros de las ciudades”. “En los datos de promoción de viviendas están muy clara la gran demanda de casas unifamiliares en entornos sostenibles y hay que tener en cuenta que el propio desplazamiento de la gente, favorecido por el teletrabajo, implica la aparición de servicios que son necesarios para atender al nuevo flujo de población”, indica Maica Bouza, responsable de Emprego en CC OO Galicia. A favor de estos nuevos destinos juegan también los menores costes de vivienda e inmuebles comerciales.

“El desplazamiento impulsa servicios para atender a los nuevos residentes”

Maica Bouza . Sec. emprego CCOO Galicia

La comparativa entre algunos de los concellos con saldos diferentes en las afiliaciones por culpa de la pandemia refleja esas particularidades locales que influyen en el mercado laboral. Vigo, por ejemplo, tiene un 13% menos (1.026) de trabajadores en hostelería que en junio de 2019, el comercio sufrió una bajada del 3,3% (668) y las actividades financieras del 6,2% (209). El desplome en bares y restaurantes se repite en Ames, 17,8% menos (209), pero compensado con un subidón del 8% en industria y del 5% en administración pública, actividades administrativas y construcción.

“Es importante no olvidar el agua de la construcción ligado a estos movimientos de población hacia localidades medidas”, remarca María Cadaval, que pone el acento también en la progresiva reactivación de la hostería y el tirón de los concellos de costa. Como Cangas, donde el retroceso de empleo en la hostelería es mucho menor (el 6,4%, unos 885 ocupados perdidos desde junio de 2019), mientras que los trabajadores en educación aumentaron un 11,6% (55), un 3,5% en comercio (58) y un 17% en transporte y almacenamiento (60). 

Los ERTE disparan un 47% el cobro de prestaciones en Galicia

Durante el pasado 2020, como recuerda el Instituto Nacional de Estadística (INE), convivieron trabajadores que siguieron desarrollando su ocupación con más o menos normalidad y personal en un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) cobrando del Servicio Público de Empleo Estatal (Sepe) y en algunos casos también de su empresa. Y eso se ha notado en el coste laboral. El total bruto bajó en Galicia en 390 euros, un 1,3%. La parte de salario bajó algo más, un 1,4% (298 euros), hasta los 20.875 euros. La parte de prestaciones sociales directas por los ERTE y las bajas derivadas del coronavirus se disparó un 47%, hasta los 364 euros de media por trabajador. El salario bruto anual en el conjunto del país se situó en 22.837 euros tras un descenso del 2,6% respecto a 2019. 

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