¡No queremos ese mamotreto delante de nuestras casas!”, dicen los vecinos de A Trigueiriza tras la colocación de un transformador eléctrico en la rotonda construída delante de sus casas y destinada, según el proyecto de obra, a zona verde. Si bien es cierto que en los planos ya figuraba una “instalación”, lo que no sabían los residentes es que sería el centro eléctrico con el que se toparon a última hora del jueves.

La sorpresa se tradujo inmediatamente en alarma. Los habitantes del barrio se movilizaron y contactaron con el concejal de Obras, José Cuñarro, quien se desplazó a la zona con un técnico de Urbanismo, no sin antes advertirles de que no les iba a poder solucionar nada, ni siquiera su compañera competente en la materia, Raquel Lorenzo, cuyo teléfono les facilitó, puesto que se trata de una urbanización de promoción privada.

Armatoste

Así las cosas, ayer decidieron reunirse a modo de protesta delante del “armatoste” que preside la nueva rotonda. “Podían llevarlo hacia el río o a un sitio más apartado, que mira que no tienen hectáreas aquí”, apunta una mujer. “Que lo integren donde van los bloques de viviendas o en el aparcamiento del Mercadona”, dice un residente, dando por hecha el asentamiento del gigante comercial.

La polémica infraestructura eléctrica, con los vecinos y sus casas al fondo. BERNABE/JAVIER LALIN

No es solamente el impacto visual que causa, sino también los posibles efectos sobre la salud. “¿Qué sensibilidad urbanística tiene este Concello que ahora que se está haciendo un plan nuevo nos meten en la única zona verde que nos queda delante de nuestras casas una instalación del siglo pasado?”, se pregunta una vecina. Además, la propia valla de protección del transformador coartará el acceso a la teórica zona verde de uso público. “Eso es una rotonda, y va a quedar rodeada de coches”, advierte una vecina. “¿Te vas a sentar allí en un banco mirando para un transformador?”, inquiere otra.

Barrio ninguneado

Creen que no es de recibo que se vayan a ver perjudicados también por una obra que entienden que debería ser “una oportunidad para humanizar y dignificar” un barrio que “lleva toda la vida abandonado, ninguneado”. “Estuvimos más de treinta años con las calles llenas de baches, hasta que hará cuatro años le echaron asfalto, y para eso un chapapote negro que te abrasa cuando hace calor”, lamentan. “Aquí no hay bancos, ni sombras, pero impuestos pagamos igual que los que viven en la Praza da Igrexa”, refiere una mujer.

Los vecinos demandan una acera delante de varias viviendas pegadas. BERNABE/JAVIER LALIN

Otra demanda de los residentes en A Trigueiriza es la construcción de aceras, al menos delante de los bloques de viviendas situados frente a la rotonda del transformador. Vaticinan que ese espacio se llenará de coches en el futuro, sobre todo si se instala el anunciado supermercado, y no quieren tener que arriesgar su integridad física cada vez que salen a la calle. Dicen que el técnico de Urbanismo les ofreció poner bolardos a dos metros de las casas, pero no creen que sea una solución adecuada, sobre todo porque “hay mucha gente mayor que tiene establecido un medio de vida que se va a ver muy alterado”. “Ya se están quitando en todos los sitios, porque no dan más que problemas, y nos los quieren meter aquí”, protestan, al tiempo que insisten en pedir la acera.

Ruídos, lodo e inundaciones

La instalación del transformador ha sido la gota que ha colmado el vaso de la paciencia de unos vecinos que ya vienen padeciendo las obras de la urbanización desde su mismo comienzo, hace justo un año. A los ruídos y el lodo en la vía pública –anteayer mismo estaba “intransitable”, denuncian–, se unieron problemas en sus propias viviendas, como reventones de cañerías y cisternas por alteraciones en la presión del agua y presencia de barro, o caídas de cuadros, vasos y otros objetos por los temblores ocasionados por las máquinas compactadoras. “Nosotros casi nos quedamos sin casa –relata una mujer–. Rompió la cisterna y se nos llenó todo de agua y barro, tuvimos que cambiar todo el parqué”.

Los vecinos concentrados ayer alertan de que la urbanización en marcha no solo les condiciona a ellos, sino también a todos los que viven en el cuadrante comprendido entre la zona en obras y la Avenida de Cruces y la Rúa da Ponte. Consideran que se debería aprovechar el momento para dotar de accesos dignos a todo el entorno.