Un despropósito, una irresponsabilidad y un proyecto faraónico. Son algunos de los calificativos que emplearon ayer Compromiso por Lalín y BNG para mostrar su rechazo a la gran plaza de Lalín que anunció el alcalde, José Crespo, y que ya figuraba en el programa electoral del PP de 2019. Desde entonces “no hay ni el más mínimo avance, con lo cual fue una burda mentira decir que en este mandato habría esta infraestructura”, apunta el coordinador de Compromiso, Rafael Cuiña, que recuerda que tampoco se materializó la casa de cultura anunciada en ese entorno. Desde el BNG, Francisco Vilariño está convencido de que la propuesta volverá a ir en la próxima campaña electoral, “porque en caso de llevarse a cabo, tardaría años”, sobre todo por la burocracia.

Papel mojado

Para esta gran plaza sería necesario realizar una modificación puntual del Plan de Urbanismo para que el suelo, ahora de uso residencial, pasase a ser de sistema general de espacio libre. A finales de mandato, como mucho, este cambio podría quedar aprobado de forma inicial “y sería papel mojado” si cambia el gobierno local tras los comicios de mayo, adelanta Vilariño. El portavoz del BNG y el de Compromiso coinciden en que este proyecto condicionará al gobierno que salga vencedor en las elecciones.

Cuiña deja claro que no está cerrado a un proyecto similar, pero huyendo “de la habitual megalomanía de Crespo a costa de endeudar a los lalinenses”. Tiene claro que si recupera la Alcaldía “lo prioritario serán las vecinas y vecinos que lo pasan mal, no comprar casas a respetables millonarios con dinero público, ni meter en un proyecto ocho millones de euros mientras los vecinos no llegan a fin de mes”.

Cuatro alturas

Desde el BNG, Vilariño explica que los edificios y solares afectados por la zona que quiere convertir Crespo en una gran plaza están dentro del área de reparto 26 (AR-26), que quedó constituida hace años y que cuenta también con una junta de compensación. Por eso la zona (que podría desarrollarse en cualquier momento) dispone de un estudio de detalle que recoge los usos residenciales y los espacios libres.

Así que, de seguir adelante la “fantasmada de Crespo”, habría que modificar el Plan de Urbanismo, dejar sin efecto ese estudio de detalle y negociar con los dueños de los terrenos, teniendo en cuenta que, por ejemplo, los edificios afectados tienen un valor potencial, ya que podrían construir hasta cuatro alturas. Y Cuiña recuerda que “es propio de repúblicas bolivarianas amenazar políticamente a los propietarios diciendo que, si no se llega a un acuerdo, se va a expropiar”.