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Una huerta ecológica que hace crecer y compartir

El terreno se ha convertido en algo más que un lugar donde cultivar, creando una comunidad donde prima la colaboración

Francisco tiene una de las parcelas más amplias de la huerta ecológica. //Bernabé/Javier Lalín

La huerta ecológica de Lalín nació en febrero del año pasado con la intención de recuperar un solar abandonado que pertenecía al Concello y situado en la Rúa do Río. La Fundación Galicia Verde fue la promotora del proyecto, con intención de crear un espacio verde y fomentar la convivencia entre las familias, educando en el respeto al medio ambiente y apoyando los cultivos ecológicos. Un año y medio más tarde, la huerta se encuentra completa y los vecinos participantes están muy satisfechos con la iniciativa y toda la comunidad que han podido formar.

La parcela consta de unos 1.200 m2, que se reparten entre las siete familias participantes, todas residentes en Lalín, gran parte de ellas en los edificios colindantes. Cuando se comenzó con la huerta, no había separaciones, pero con el paso del tiempo consensuaron el espacio, dependiendo de las necesidades de cada uno, sin tener que medir exactamente quién se lleva más o menos. Además de estas subparcelas individuales, se conserva un trozo donde cultivan entre todos. Cada integrante puede plantar lo que más le guste, aunque lo que más triunfa suelen ser los tomates, pimientos y lechugas, dependiendo de la temporada. Ahora ya se puede ver como van creciendo los frutos más otoñales, como los repollos o las coles.

Cristina Barreiro, coordinadora de la Fundación Galicia Verde y vecina de la finca, también tiene su propia cosecha. Cuenta que siempre hay alguna plantación curiosa, como las berenjenas blancas que ella misma plantó y recogió este verano. La falta de lluvias durante la época estival no fueron muy favorecedoras para las cosechas, pero se encuentran satisfechos con la producción, que fue muy abundante en primavera y que esperan se mantenga con el tiempo. Antes de poder plantar, tuvieron que encargarse de llevar a cabo un intensivo trabajo de limpieza en el terreno, donde había piedras y restos de construcciones, cuestión que no menguó la buena fertilidad del terreno. "La calidad de la tierra que hay en la huerta es excelente, lo que hace que las cosechas también lo sean", comenta Cristina.

Cada propietario organiza sus horarios para acudir a la finca. Por norma general, la visitan todos los días para mantener el cuidado de la huerta, pero siempre pueden pedirle a algún compañero que riegue también su trozo. Cuando se comenzó el proyecto se dieron unas pautas sobre agricultura, pero muchos de ellos ya tenían nociones, que comparten entre todos.

La coordinadora reconoce que ha sido todo un reto organizar la huerta, pero que es una completa satisfacción ver cómo se ha desenvuelto la convivencia entre los participantes, la buena producción de la tierra y el crecimiento de los frutos, que en muchas ocasiones intercambian entre ellos, y también quiso recalcar el buen ambiente que se respira y la amplia participación de los niños. Aunque las plazas para cultivar se encuentran actualmente cubiertas, desde la Fundación Galicia Verde estarían encantados de poder habilitar otro espacio para crear una segunda huerta, aunque de momento, no hay ningún plan establecido para ello.

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