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O asasinato de Fortes Cota, alcalde pedáneo de Limeres

A necrolóxica tivo oco na prensa. A de Madrid adiantouse. Pancho Varela ofreceu unha versión moi diferente en "El Pueblo Gallego"

Artigo de Pancho Varela publicado no xornal "El Pueblo Gallego".

A iso das dez da noite do 5 de decembro de 1935, o mozo Xesús María Fortes Cota, alcalde pedáneo de Limeres, era asasinado ao pé do Outeiro Cesteiro, rochedo localizado no Chan da Andoriña, predios monteses da parroquia da Corredoira (Cotobade). Os alcaldes pedáneos (ou de barrio) adoitan ser persoas de prestixio escolleitas pola comunidade para, entre outras funcións, solventar as desavinzas entre veciños, evitando, moitas veces, que os preitos acaben na xustiza ordinaria.

De vagar, a necrolóxica de Fortes Cota foise facendo un oco na prensa. Os xornais de Madrid anticipáronse ás cabeceiras galegas. O vespertino madrileño La Voz publica o suceso o luns 9 de decembro ("Cuatreros y asesinos"). O tamén madrileño El Sol, ao día seguinte ("Unos cuatreros matan a un alcalde de barrio"). Ambos os dous diarios nutríanse da axencia Febus.

A penúltima do xornal vigués El Pueblo Gallego do martes 10 de decembro de 1935, a unha columna, titula: "Unos cuatreros, en Cerdedo, matan a un vecino de tres balazos". A crónica do crime, elaborada pola delegación pontevedresa do "rotativo de mayor circulación de Galicia", redáctase nestes termos:

"Uno de estos últimos días ocurrió un sangriento suceso en el término de Cerdedo, parroquia de Limeres, que causó gran impresión en aquel vecindario.

Por aquellos contornos venía siendo frecuente el robo de caballerías, sin que llegase a descubrirse a los autores, lo cual tenía alarmados a los vecinos.

En las últimas horas del pasado jueves, el vecino y alcalde de barrio de Limeres, Jesús Fortes Cota, de 24 años, regresaba a su casa, después de haberse dedicado a las faenas agrícolas en unos terrenos. En el monte vio a cuatro sujetos desconocidos, quienes le infundieron sospechas, creyendo con fundamento anduviesen merodeando para robar caballerías.

Avisó Jesús a varios vecinos quienes, provistos de diversas armas, y el Jesús con una escopeta y una pistola, salieron al monte en busca de los desconocidos.

Fueron distribuyéndose por lugares estratégicos y Jesús, algo aislado de sus compañeros, se situó, con una linterna, en las inmediaciones de una cueva sita en el punto conocido por "Paseo de Anduriña", en la parroquia de Corredoira.

Los cuatreros, que estaban escondidos en la cueva y con el magnífico blanco que le producía el cuerpo de Jesús iluminado por la linterna que portaba, viéndose en el trance de ser descubiertos y detenidos, hicieron varios disparos, hiriendo mortalmente a aquél.

Luego le sustrajeron la escopeta y pistola que llevaba, así como un reloj que se sabe usaba el muerto.

Los demás perseguidores, al ruido de los disparos, acudieron al lugar del suceso, encontrando a Jesús muerto. Presentaba tres balazos: uno encima de la clavícula izquierda; otro en la garganta, que le atravesó la tráquea, y otro debajo de la mandíbula izquierda.

Esto ocurría a las diez de la noche. El convecino del muerto, José María Lavandeira, se fue a Cerdedo a dar cuenta a la Guardia Civil de lo ocurrido.

Varios números salieron para el lugar de autos, comprobando los hechos. Cerca del muerto hallaron una cuerda y un tosco bastón de roble que se supone sean de los criminales. También encontraron cuatro casquillos vacíos del calibre 9.

Por las diligencias practicadas, se supo que dos de aquellos, tres horas después del suceso, se encaminaron hacia Forcarey y otros dos hacia La Estrada.

Se tomaron toda clase de medidas para detenerlos".

A redacción de El Pueblo Gallego adiantouse á recepción da reportaxe de Pancho Varela, o seu correspondente na zona. Descoñecemos cales foron as fontes das que bebeu o xornal para elaborar a crónica do día 10, cecais Xosé Mª Lavandeira ou Lisardo Iglesias.

Ao día seguinte, mércores, a páxina 13 de El Pueblo Gallego, a cinco columnas e ilustrada co retrato da vítima, titula: "Del crimen de Cerdedo. En el monte de la Corredoira unos maleantes asesinan al joven Jesús Fortes Cota. Los criminales no han sido detenidos". Seis días despois de acaecida a traxedia, Francisco Varela Garrido (Pancho Varela), naquela altura ex-xuíz municipal de Cerdedo, destacado activista da esquerda republicana (militante de IR) e correspondente do xornal nesta localidade, ofrece unha versión moi diferente dos feitos, visibilizando asemade o profundo malestar dos veciños pola controvertida actuación da Garda Civil cerdedense que, a teor do publicado o día 10, semellaba exemplar.

Cronoloxía probábel: A noticia estendeuse por Cerdedo o día 6. O mesmo día 6, Pancho Varela entrevistouse coas testemuñas e fíxose cun retrato da vítima. Co recadado, o día 7 elaborou a súa reportaxe. O día 8 enviou as galeradas ao xornal por correo ordinario. O día 10 o envío chegou á redacción de El Pueblo Gallego en Vigo. O mesmo día 10 o texto e a fotografía foron incluídos na páxina 13. Tras pasar pola rotativa, a edición do día 11 saíu á rúa. En Cerdedo, o devandito xornal vendeuse durante anos na ferraxería-bazar propiedade de Xerardo Varela, pai de Pancho.

Velaquí o resultado das pescudas do correspondente Pancho Varela:

"En las primeras horas del día 6 del corriente empezaron a circular por esta villa noticias de que en el monte denominado "de la Corredoira", en términos del ayuntamiento de Cotovad, se había llevado a cabo un crimen. Hechas las averiguaciones del caso, fue confirmado el triste suceso, que se desarrolló del siguiente modo:

El día 5, a eso de las ocho de la noche, cuando regresaba de regar unos prados el vecino del inmediato lugar de Limeres, José María Labandeira, se encontró en el punto conocido por "As Tabuadas" con dos sujetos desconocidos que marchaban en dirección opuesta y, al pasar por su lado, les dio las buenas noches, siendo contestado por ellos con voz ronca y desfigurada. Siguió su camino el Labandeira y, a los treinta o cuarenta metros, tropezó con otros dos individuos, también desconocidos, que le infundieron la misma sospecha por ser gente de mala apariencia, extrañándose mucho que a aquellas horas y en aquel sitio se hallasen gentes desconocidas. Cuando ya se vio a distancia de los mismos, echó a correr hacia el pueblo a dar aviso de la presencia de tales sujetos y de la sospecha que a él le causaron. El pueblo, inmediatamente, en especial el elemento joven, armados de escopetas, salieron al monte, suponiendo se trataba de gente maleante, que viene dedicándose al robo de caballerías en estos alrededores. Los primeros en salir fueron José María Labandeira, Lisardo Iglesias y Jesús Fortes Cota, que marcharon apresuradamente hacia el punto por donde ellos entendían que tenían que salir con el producto del robo los supuestos ladrones, por converger allí varios caminos.

En ese lugar existe una especie de cueva formada por una aglomeración de grandes peñas, que quedan a la parte norte del camino que conduce de Limeres a Corredoira, y al lado de las cuales hicieron alto en el camino y convinieron los tres, hablando en voz alta y sin reparo alguno, porque no sospechaban que nadie les pudiera oír, en que uno de ellos se quedase allí parapetado detrás de una peña de las del grupo que forman la referida gruta, mientras los otros dos marchaban a explorar y reconocer otro camino inmediato que conduce al camino vecinal de Caroy a Carballedo, quedándose allí el Jesús Fortes Cota.

Transcurridos como unos veinte minutos, y cuando el José María Labandeira y el Lisardo Iglesias se hallaban a unos doscientos metros de distancia y en una depresión que forma el terreno que les impedía ver el sitio donde quedaba apostado el Fortes Cota, oyeron como unos cinco disparos de arma corta que les causó la consiguiente alarma, pues, como queda dicho, ellos iban provistos de escopetas y no podía ser su compañero el que hiciera los disparos y sí ser objeto de una agresión.

Se dirigieron entonces hacia la parte alta del monte, desde donde dominaban el lugar donde habían dejado a su compañero, y adoptando toda clase de precauciones para no ser vistos, se colocaron al abrigo de una peña a la expectativa, y al ver que todo estaba en silencio y que nada se veía a pesar de que la noche estaba de luna clara, pasados unos momentos dieron un silbido, en espera de ser contestados por su compañero y, no obteniendo respuesta, le llamaron insistentemente a grandes voces, sin resultado alguno.

Decidieron entonces llegar al mismo sitio, acercándose lentamente y con cautela, y al llegar allí hallaron a un hombre muerto en el camino, que luego de reconocido por ellos, resultó ser el Jesús.

Dándose cuenta del peligro que uno solo podía correr quedándose allí dando guardia al muerto, acordaron regresar a este pueblo y poner el hecho en conocimiento de la Guardia Civil, a la vez que dieron la noticia a los vecinos, que partieron inmediatamente hasta el lugar del suceso y que fueron los que acompañaron el cadáver hasta la llegada de las autoridades..."

Continuará...

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