El Porriño y su infinito orgullo

Un gol de Paulina Buforn a falta de dos segundos da al equipo de Isma Martínez el triunfo ante el poderoso Elche en la ida de las semifinales

Las porriñesas se levantaron mediada la segunda parte cuando perdían por cuatro goles

Juan Carlos Álvarez

Juan Carlos Álvarez

El Conservas Orbe Rubensa Porriño cree en cualquier cosa ahora mismo. Ya nada les parece imposible. Hace tiempo que su techo lo han puesto en el cielo y siguen escalando sin mirar atrás, sin conformarse.

Dieron otro paso hacia lo improbable al derrotar al poderoso Elche (campeón de la Liga regular) en el partido de ida de las semifinales y dentro de dos semanas viajarán a la ciudad de las palmeras en busca de la clasificación para la final.

A dos segundos del final un gol de Paulina Buforn, que hasta ese momento había cedido el protagonismo en el tramo decisivo del partido a Casasola, les dio un triunfo que inclina muy ligeramente la eliminatoria a su favor. En el partido de vuelta les vale el empate, pero viajarán a Elche con el comodín en el bolsillo que supone saber que, por muy mal que vayan las cosas, como mínimo se jugarán un puesto en la final en una prórroga de diez minutos. No es poca cosa.

Arriba Casasola lanza
durante el partido. Sobre estas líneas, Palomino hace una parada. A la izquierda Valles, Bono, Aroa y Maddi festejan el triunfo.
// Fotos: Marta G.Brea

Arriba Casasola lanza durante el partido. Sobre estas líneas, Palomino hace una parada. A la izquierda Valles, Bono, Aroa y Maddi festejan el triunfo. // Fotos: Marta G.Brea / juan carlos álvarez

Todo sucedió después de un partido extraordinario en intensidad, con tramos en los que reinaron las imprecisiones, con dos defensas furiosas y puntuales instantes de inspiración que permitieron a los dos equipos disfrutar de jugosas ventajas.

Fue mejor el Porriño durante mucho tiempo. Es verdad que al Elche –algo castigado por el calendario en las últimas semanas– les costó entrar en calor, pero el Porriño era un inmenso dolor de cabeza que defendía con orden, alternaba diferentes soluciones en ataque (Paulina Buforn, Malena Valles y Alicia Campo fueron sus primeros martillos en ataque) y en la portería tenía a una pletórica Palomino.

Danila y su brazo fueron el sustento de las ilicitanas durante esos momentos en los que el Porriño fue marcando siempre el ritmo. Subieron el nivel defensivo las de Rocamora hasta más allá del límite (mientras los árbitros silbaban distraídos) pero apareció Caro Bono con un taladro para abrir un nuevo agujero en la defensa del Elche (12-8 en el minuto 20).

Sonó la alarma en el Elche, que estaba demasiado pendiente de Paulina Buforn, pero la ibicenca (tan inteligente en el lanzamiento como en la dirección) atraía miradas y defensas para regocijo de sus compañeras. El Elche se recompuso para llegar al descanso con un marcador digno (13-11) que tuvo continuidad en su buen arranque de segundo tiempo que llevó el partido a sucesivos empates hasta que en el minuto 38 por primera vez el equipo de Rocamora se puso por delante en el marcador (16-17).

El Porriño y su infinito orgullo

El Porriño y su infinito orgullo / juan carlos álvarez

El Conservas Orbe Rubensa había olvidado en la caseta la intensidad y la energía que les había permitido mirar a los ojos de un equipo que no perdía desde el mes de diciembre y que presume de ser la mejor defensa. Si no aprietas ten la seguridad de que ellas sí lo van a hacer hasta llevarte a la ruina.

Isma Martínez hizo sonar el despertador en un tiempo muerto y el equipo dio la impresión de recuperar las constantes vitales. Pero fue un espejismo porque el Elche había encontrado el camino. Danila, a quien el Porriño había controlado durante muchos minutos, volvió a encontrar portería y el partido amenazó con hacerse añicos con un 18-22 (el parcial del segundo tiempo era 5-11).

El Porriño y su infinito orgullo

El Porriño y su infinito orgullo / juan carlos álvarez

Fue ese el momento en el que el Porriño se preguntó hasta qué punto quería hacer historia. La eliminatoria parecía escaparse y en ese momento el conjunto de Isma Martínez encontró el orgullo perdido y el orden para regresar a la carrera. Tal vez otras se hubiesen resignado confortadas por el hecho de romper su techo histórico. “Suficiente por esta temporada” podrían haber dicho y nadie les reprocharía nada. Pero este equipo tiene algo especial. En ese instante delicado nadie se escondió. Aparecieron Alicia Campo, Prelchi, Maddi Bengoetxea, Casasola, otra vez Prelchi...jugadoras que tan vez no acaparan tanto foco pero que dan brillo a la plantilla de Isma Martínez. Eso sumado a una defensa intensa y a las paradas de la inmensa Palomino devolvieron la igualdad al partido (23-23).

Con el partido en los últimos diez minutos los goles había que encontrarlos después de picar piedra para sobrepasar dos defensas que apretaban como nunca. Por momentos eso tuvo su coste para el Elche (casi siempre al límite) porque perdieron un par de jugadoras por exclusiones en esos momentos decisivos. Mucho más clarividente en ese sentido el Porriño, bien dirigido desde el banquillo.

Fueron los mejores momentos de Casasola que asumió la responsabilidad y de alguna manera se aprovechó de que el Elche llevaba un tiempo esperando por Paulina Buforn, pero la ibicenca se ve que estaba guardándose para el momento cumbre. Casasola, en pleno monólogo, anotó el 24-24, el 25-25 y el 26-25 que volvió a poner por delante a las porriñesas a poco más de tres minutos para el final. Ya no quedaban uñas que morder.

El Elche, que gestionó mucho peor la guerra de nervios, cometió una pérdida y Malena Vallés desaprovechó la ocasión para poner a las suyas con dos goles de ventaja, lo que hubiera sido medio partido. Y poco después fue Prelchi la que tuvo la misma oportunidad (paradón de Palomino por el medio).

Faltaba poco más de un minuto y Rocamora eligió atacar con siete en busca del empate con una consigna clara: “El empate es una victoria para nosotros” y Zaira Benítez anotó el empate a 26 con menos de un minuto. Pidió tiempo Isma Martínez y, tras consultarlo con las jugadoras y bajo la consigna “no nos conformamos con el empate” también recurrió a atacar con siete jugadoras de campo. Esa última jugada parecía que el Elche la tenía controlada. Golpe franco a falta de diez segundos, balón a Paulina Buforn y sucedió el prodigio. Con un bosque de brazos sobre ella, sin apenas visión, giró el brazo para encontrar un hueco imposible en un tiro picado que se alojó en la portería en medio de la comprensible locura del pabellón porriñés.