Ciclismo

La ruta de las 70 vidas

Samuel Fariña, Fernando Lema, Rubén Peña y David Gil recorrerán 700 kilómetros por pistas forestales gallegas para animar a la donación de médula ósea

Samuel Fariña, Fernando Lema, Rubén Peña y David Gil, en Vialia.

Samuel Fariña, Fernando Lema, Rubén Peña y David Gil, en Vialia. / Alba Villar

Armando Álvarez

Armando Álvarez

Muchas veces se alzó Rubén Peña desde el extremo con el destino pendiente de su brazo. En As Travesas conoció las glorias europeas y las angustias ligueras. Lloró descensos y festejó permanencias. Capitán del Octavio (1995-2005) reconvertido tras la retirada a técnico municipal, jamás peleó por un objetivo tan precioso como el inminente. El ilicitano liderará a otros tres amigos en una ruta de 700 kilómetros por los montes gallegos. Su aventura, a finales de mayo, servirá de reclamo en la lucha contra la leucemia. Aspiran a reclutar setenta donantes de médula. Peña concreta la equivalencia: “Setenta vidas”.

La amarga lotería de la enfermedad, su vínculo de sufrimiento y esperanza, ha reunido a Peña con David Gil, Samuel Fariña y Fernando Lema. La mujer de Peña, “estable”, y su madre, “peleando como una leona”, padecen leucemia. La ha sufrido el hijo de Lema, “ya recuperado”. De esta dolencia fallecieron el padre y el hermano de Gil. En recuerdo de este último ha creado la Fundación Frangil, a la que Fariña se siente muy vinculado.

Todos colaboran, en suma, en la difusión de información o la recolección de medios para ayudar a los propios y a los ajenos, a la vez que honran a los que se han ido. Rubén Peña ya participó en 2019 en el ultratrail menorquino del Camí de Cavalls. Recorrió sus 185 kilómetros en 34 horas, recaudando 8.000 euros mediante micromecenazgos. Entregó el dinero a los científicos de la Universidad de Cádiz que investigan la leucemia linfoblástica aguda.

Fanático de la naturaleza, Peña concibió después la idea de dar la vuelta a Galicia por sus tierras. El proyecto se ha ido adaptando a las circunstancias. La pandemia aplazó la fecha inicial de 2021. La rodilla operada, herencia de sus viejas guerras balonmanísticas, se le ha desgastado tanto que se ha puesto a cabalgar sobre dos ruedas. “Es como si tuviese 90 años. Casi ni puedo subir escaleras”, asegura. Y recordó que del Camí de Cavalls, “que fue una burrada”, le había desagradado la soledad. Gil, Fariña y Lema han aceptado su invitación. “Cuatro chalados”, resume.

Un proceso sencillo

El objetivo de este proyecto precede a su formulación concreta. A Peña le inspiró la idea su hijo, de su mismo nombre, hace cuatro años. El exacto día de su mayoría de edad le anunció:

–Me quiero dar de alta en el registro de donantes de médula.

–Fantástico –respondió su padre.

“Hicimos el trámite, que es superfácil”, relata. Sus dos hijos, Laia además del pequeño, han grabado vídeos en TikTok ejemplificándolo. “Se remite la información al Sergas a través de un enlace, te mandan un kit de saliva, lo devuelves y ya está. Tardas cinco minutos. El problema es que la gente no sabe de qué estamos hablando. Dices donación de médula ósea y se ven en un quirófano o metiéndoles una aguja”. Un cuento de Dara Espinaco le reafirmó sobre la importancia de cada registro.

Sólo a uno de cada cuatro mil registrados se le llama para realizar una donación efectiva, que ya incluye pinchazo pero consiste mayormente en una especie de transfusión. “Tres horas y te vas para casa”, cuantifica Peña. Una molestia menor y asumible en comparación con el resultado. “Si ves a un tío en la calle que está infartando, haces lo que sea; respiración boca a boca, reanimación... Pues esto es igual. Si no lo hacemos, alguien se va a morir. Se trata de regalar vida en vida”.

Las cifras urgen la concienciación. Apenas uno de cada cuatro enfermos encuentra al donante adecuado dentro de su familia. En 2023 se registraron 674 altas gallegas, a todas luces insuficientes. La Fundación Frangil ha activado la campaña #hazlofácil, que enumera actos sencillos: “Coser y cantar, montar en bici, freír un huevo, abrazar... registrarse como donante de médula ósea”.

Samuel Fariña, Fernando Lema, Rubén Peña y David Gil no anticipan si coserán, cantarán o freirán huevos. Garantizan los abrazos y se encaraman a sus bicicletas. Su vuelta a Galicia, la parte llamativa del reclamo, se complementará con charlas didácticas en centros educativos, universidades, clubes y otras entidades. Las empresas Recalvi, Solimusic, Nipocar-Toyota, errepetrés, Club Ciclista Rías Baixas y Añade colaboran en su iniciativa.

De 15 a 20 horas por día

El recorrido en sí se iniciará el jueves 30 de mayo en Vigo. Transitarán por pistas de montaña, según un trazado que les está diseñando Alberto Canle, ex presidente de Peña Trevinca, con enlaces por carretera. Recalarán en Pontevedra, Santiago, Fisterra, A Coruña, Ferrol, Mondoñedo y Ourense. Les hubiera gustado llegar hasta A Mariña. “Se nos iba hasta los mil kilómetros y pico. Se queda en la recámara para la siguiente”. Con el itinerario elegido se alcanzan los 700 kilómetros. Pedalearán entre quince y veinte horas por día. Pernoctarán al raso o en refugios de montaña salvo tras la segunda jornada, en un alojamiento algo más confortable a fin de dosificar bien las energías. Confían en estar de regreso en Vigo el domingo al mediodía. Los cuatro se encuentran en buena forma física, aunque la bici se le antoja un artefacto extraño a Gil. “Yo he hecho tiradas de 200 kilómetros y acabas muerto. El reto es que como mínimo alguno llegue. Tenemos cuatro balas”, bromea Peña. “Es lo menos importante, la guinda para llamar la atención”.

Los cuatro aventureros.

Los cuatro aventureros. / Alba Villar

Su meta trasciende el mapa. Cuando se bajen de sus monturas, no contarán los porcentajes de pendiente conquistados, sino el de donantes enrolados. “Nos hemos marcado una cifra asequible, esos setenta, el diez por ciento de los que se consiguen en Galicia en un año, y de ahí para el norte”, anhela Rubén Peña. “Es un reto muy minúsculo pero pienso en los ‘pelones’ que veo con los goteros cuando voy con mi mujer por ahí. Se te cae el alma a los pies. Saber que alguno de esos niños podría ser a quien ayudáramos de alguna manera... Salvar una sola vida ya es la leche”.

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