Atletismo

Álvarez Salgado cabalga de nuevo

El legendario olímpico se calza los clavos por primera vez en 50 años y pese a la prótesis de su rodilla, corre los 100 en 21.87, cerca de la mínima para mayores de 80 en el Campeonato de España

Loly García y Javier Álvarez Salgado, en una de sus seriesde 100 metros lisos en Balaídos; al lado, el juez Saturnino Molares les da la salida.

Loly García y Javier Álvarez Salgado, en una de sus seriesde 100 metros lisos en Balaídos; al lado, el juez Saturnino Molares les da la salida. / José Lores

Armando Álvarez

Armando Álvarez

El sol invernal se asoma a Balaídos, igualmente interesado. Otro astro reaparece. Javier Álvarez Salgado se ha calzado los clavos por primera vez en cincuenta años. Su hijo, Javi, le ha prestado sus zapatillas. Salgado ha cedido a su mujer las suyas más preciadas, las negras que empleó en los Juegos de Múnich 72. Loly García correrá a su lado. El juez da el pistoletazo de salida. El olímpico inclina ligeramente el torso y arruga el ceño, a paso constante durante los 100 metros. Cruzará la meta 21.87 segundos después. Una marca oficiosa pero significativa. La mínima del Campeonato de España de veteranos, para mayores de 80 años, se ha fijado en 21.00. Acudir a esta cita en verano es el objetivo que el mito viviente del atletismo gallego se ha propuesto. “Me he encontrado estupendamente”, destaca. Atrás quedan sus glorias olímpicas, a la vez eternas. Otro reto comienza. El galope se reinicia.

Las tablas de conversión sitúan a Alejandro Gómez y Julia Vaquero como los mejores atletas gallegos de la historia. Andrés Díaz mantuvo durante 22 años el récord europeo de pista cubierta de 1.500 y quedó séptimo en Sidney 2000. Estos héroes recorrieron un camino que ya otros habían pavimentado. Muchos expertos apuntan a Salgado como el fondista más talentoso que Galicia ha producido. Compuso junto a Carlos Pérez y Ramón Magariños una improbable hornada de gigantes. Eclosionaron en un ecosistema áspero, en blanco y negro, sin apenas medios. Salgado, que se entrenaba corriendo hacia la gasolinera donde trabajaba, fue undécimo en los 3.000 obstáculos de México 68. Más acomodado como comercial, apuntaba a medalla en los 5.000 de Múnich 72, pero la Federación Española le pidió duplicar el desgaste en el 10.000. Dos eliminatorias y dos finales en apenas once días ensalzan su décimo y duodécimo.

Álvarez Salgado cabalga de nuevo

Javier Álvarez Salgado y Loly García, con familiares y amigos. / José Lores

Nacido el 20 de diciembre de 1943, el vigués calculaba llegar a Montreal 76 en una gozosa madurez. Se lo impidió una lesión. A finales de 1972, en una carrera, un rival le golpeó fortuitamente el tendón de Aquiles, rompiéndoselo. Una lesión aún gravísima ahora y letal entonces. Cuando volvió a competir en 1974, Álvarez Salgado comprendió que jamás recuperaría el nivel adecuado. Adidas ya lo había contratado para introducir sus productos en España. Habían nacido sus hijas Paula y Lilian. Él, que de adolescente había vendido periódicos y alpargatas, se resignó sin amargura. “Tenía familia, trabajo, había que buscarse la vida... Lo dejé, era necesario”, resume.

Emprendedor, político, organizador y al fin jubilado en este medio siglo, no había vuelto Salgado a cabalgar sobre las pistas de Balaídos. Hace un tiempo, sin embargo, le tentó apuntarse a los campeonatos de veteranos por compartir viajes con Loly, el amor de su vida. Los amigos le recomendaron los 100 metros como prueba ideal. En abril, en la Gala do Deporte de Vigo e Comarca, en la que recibió el Premio Luis Miró, se comprometió públicamente. “Pero para los veteranos de 75 años se exigen unas mínimas para mí inalcanzables por la minusvalía que tengo”, explica. Le implantaron una prótesis en la rodilla izquierda hace siete años. Y otra en el codo, hace dos. “No puedo hacer locuras”. Su discapacidad se cifra en el 60 por ciento.

Cumplidos los 80, los tiempos se le ajustan mejor. Una sobrecarga en los isquios había aplazado este primer test, al que acude la familia: sus hijos Paula, Lilian y Javi, su nuera Ruth y sus nietos Ruth, Javi y Martina. También Eleuterio García, prócer del atletismo vigués. Su hijo ha reclutado además para la ocasión a José Saturnino Molares para que proporcione empaque a la salida. “Es un privilegio”, comenta el juez, con 30 años de experiencia.

Loly García y Javier Álvarez Salgado toman la salida en una de las series.

Loly García y Javier Álvarez Salgado toman la salida en una de las series. / José Lores

Álvarez Salgado y Loly se sitúan en las calles centrales. Paula tomará los tiempos. Molares va de blanco, como los oficiales de antaño. Es el propio Salgado el que insistirá en repetir tres veces, aunque la escasa recuperación vaya empeorando las cifras: 21.87, 22.01 y 22.00. Excelente referencia, pese a todo, con esos 21.00 como horizonte. “Me he visto muy bien, dada mi situación de la rodilla. Estoy a unas centésimas. Vendré a las pistas a entrenar una vez a la semana. Nos sentimos contentos todos”, sonríe. Pese al tiempo transcurrido, ha notado que los clavos actuales “son un poquito cortos. Antes se hacían unas zapatillas hermosas, con clavos diferentes a los de ahora, hexagonales”.

Llegando a meta.

Llegando a meta. / José Lores

Loly ha llegado casi a su par con esas de Múnich, de “piel de canguro”. Ella, pionera del atletismo femenino, quedó campeona europea de media maratón en veteranos. Se retiró hace escasos años y su marido la quiere convencer de que también regrese. La Federación Gallega les ha ofrecido licencia de un día. La presencia en el Autonómico está asegurada. “Y Loly va sobrada para el Nacional (la mínima femenina es de 23 segundos). La estoy animando mucho. Lo pasamos muy bien”.

El matrimonio recorre 13 kilómetros cada día; de su hogar en Priegue hasta Samil o Balaídos, antes de regresar en autobús. A 8.30 o 8.20 minutos el kilómetro, entre el paseo y el trote. Lo ha calculado porque en mayo participarán en un medio maratón en Helsinki; el debut de Álvarez Salgado en la distancia, que espera completar en menos de tres horas. “Uno tiene que despertarse con ilusión, sobre todo en invierno”, aconseja. “No vas a quedarte en casa. Hay que salir a la calle y pelearte con lo que sea. Nosotros así estamos, felices”.