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Mientras él se levantó, Haro se quedó en cama

Javier Álvarez Salgado. Atleta olímpico.

Javier Salgado. // Ricardo Grobas

Javier Álvarez Salgado es uno de los más reputados representantes del deporte vigués, que incluso llegó a dirigir políticamente como concejal. Pero no es por esto por lo que ha de ser mencionado inexcusablemente, sino por ser uno de los mejores atletas de la historia de Galicia, miembro de una generación especialmente brillante, y que en su caso tiene el marchamo añadido del olimpismo.

Álvarez Salgado contó que curiosamente FARO, que lo incluye entre los protagonisas del libro sobre relatos deportivos que culmina los actos del 160 aniversario, tiene mucho que ver con su vocación atlética. Era un chaval cuando se anotó en un cross escolar que se disputaba en Castrelos, más por vivir la experiencia que por iniciarse de forma seria en ese deporte. Pero ganó y al verse en una fotografía con su nombre al día siguiente en el periódico, aquello le provocó tal ilusión e impacto que le proporcionó el impulso y el ánimo para continuar la carrera.

Javier Álvarez Salgado tuvo una extraordinaria trayectoria en distintas modalidades atléticas. Fue cinco veces campeón de España en 5.000 y dos veces en 3.000 obstáculos.Se impuso en una San Silvestre Vallecana.Fue bronce en el Campeonato Europeo de pista cubierta en Viena en 1970 y quinto al aire libre al año siguiente, en Helsinki, en los 5.000 metros. Brilló especialmente en los Juegos del Mediterráneo: ganó la prueba de 3.000 metros obstáculos en 1967 y se colgó dos oros en la edición de 1971, en 5.000 y 10.000 metros.

Y de doblar esfuerzos va la historia que se relata en el libro y la que él mismo contó de forma breve en la presentación celebrada el lunes en el Centro Cultural Afundación.

Es un caso único que protagoniza en los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972, sus segundos tras haber participado ya en los de México de 1968. "Había que hacer de todo, estar a lo que pedía la Federación", explica Álvarez Salgado. En Munich alcanzó las finales de 5.000 y 10.000, siendo el único español que lo ha hecho en la historia. Con varias pruebas eliminatorias previas, un total de siete carreras en diez días. Un esfuerzo durísimo que por ejemplo Mariano Haro, considerado el mejor especialista español en la década de los setenta, no pudo soportar. El palentino se quedó en cama porque estaba hecho polvo. El salió y logró un diploma olímpico.

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