Gala del Deporte 2023

Zancadas a todo color

Emocionante homenaje a Javier Álvarez Salgado, galardonado con el III Premio Luis Miró - El olímpico se propone engancharse al atletismo de veteranos y correr los 100 metros cuando cumpla 80 años

Javier Álvarez Salgado, flanqueado por Rogelio Garrido(iz), Abel  Caballero y Walter Álvarez

Javier Álvarez Salgado, flanqueado por Rogelio Garrido(iz), Abel Caballero y Walter Álvarez / José Lores

Armando Álvarez

Armando Álvarez

Somos porque hemos sido. El mensaje, aunque no se pronuncie, flota en el teatro mientras Javier Álvarez Salgado sube afanosamente, contra su rodilla metálica, las escaleras que conducen al escenario. El presidente del jurado, Manel Fernández, acaba de leer su nombre como galardonado con el III Premio Luis Miró, dedicado a las trayectorias deportivas –Paco Amoedo y Carlos Pérez lo han precedido–. Luis Miró, un catalán republicado trasladado a Vigo por exilio interior tras la Guerra Civil, fue maestro de educación física de incontables generaciones. Introdujo en la ciudad el balonmano, todavía de once jugadores, y el voleibol, que se llamaba balonvolea. Fue pionero para toda España en squash y, ya jubilado, aún ensayaba el fútbol americano. Este genio renacentista también impulsó el atletismo desde los años cuarenta, con un adolescente Alfonso Posada a su lado. Y Posada, el gran preboste céltico, fue quien reclutó a un chiquillo tan delgado como fibroso, que había ganado en la Alameda el Gran Premio de Navidad de 1961 sin que nadie lo conociese y que acudía a las carreras con un pitillo en los labios. A ese galgo desgarbado, de zancada salvaje, lo civilizaría después Alfonso Ortega para convertirlo en uno de los mejores fondistas españoles de la historia. Miró, Posada, Ortega, Álvarez Salgado... Sobre esos hombros de gigantes, a veces sin saberlo, cabalgan los que hoy compiten. Recorren los caminos asfaltados que tales colosos trazaron sobre gravilla y tierra.

A Álvarez Salgado no le entusiasman los homenajes. Pero tampoco le asusta confesar su ternura. “Ha sido muy emocionante, muchísimo”, comenta al concluir el acto. Lo han acompañado su mujer, la también legendaria atleta Loly García, y una de sus tres hijos.

“Este reconocimiento no solamente es a mí, sino a mucha más gente. Como a la familia, que tiene que aguantar. Loli ha aguantado muchísimo. La vida de un deportista de nivel es difícil, dura. Hay que soportar demasiadas cosas”.

Añade otro nombre, que jamás se olvida de mencionar en las recapitulaciones de su brillante currículo: 11º en 3.000 obstáculos en los Juegos de México, 10º en 5.000 y 12º en 10.000 en los de Múnich, oro en los Juegos del Mediterráneo, bronce en el Europeo, innumerables y diversos títulos nacionales... Todas esas carreras habían comenzado mucho antes del pistoletazo de salida y en cada metro siempre se sintió acompañado por su gran maestro: “El reconocimiento al deportista individual es injusto en algún caso. Detrás hay un entrenador, que sufre, pelea, estudia… Prepara el trabajo que tú desarrollas en la pista. Casi nunca es reconocido. Alfonso Ortega ha sido para nosotros más que un entrenador; ha sido como el padre que yo no he tenido”.

Javier Álvarez Salgadp, se dirije al público

Javier Álvarez Salgado, se dirije al público / JOSE LORES

“En blanco y negro”, así describe Álvarez Salgado su juventud y Abel Caballero le ha replicado: “Tú corrías en color”. Salgado coloreó lo que sus pies transitaban, contra una realidad áspera y la carencia de medios. El vigués no olvida ni se avergüenza. Presume de su origen. “Tampoco me gusta hablar demasiado del pasado, pero ha sido maravilloso para mí. El atletismo me lo ha dado todo. Yo era un don nadie, una persona sencilla. A veces mi familia se cabrea porque digo que yo vendía periódicos en la puerta de un bar y luego me iba a trabajar en una fábrica de conservas. Pero eso soy yo, donde me veía y donde me veo. Es un orgullo para mí”.

Javier Álvarez Salgado, el héroe, jamás ha envejecido. Permanece esculpido en mármol, inasequible al tiempo, olímpico. Javier Álvarez Salgado, el ser humano, cumplirá 80 años el próximo 18 de diciembre de 1943. Y está anhelando la fecha no por su rotundidad o su compendio, sino como inicio. Quiere anotarse, como independiente o como miembro de un club, a las carreras de esa categoría master. “Loli corrió unos cuantos años en veteranos. Ha sido campeona de Europa de medio maratón, de 10.000; ha sacado medallas de cross en campeonatos del mundo y de Europa. El mundo de veteranos es muy bonito. Quiero participar de nuevo para poder ir a un par de competiciones en España, en el extranjero. Me veo muy limitado por la prótesis de rodilla. Voy a hacer 100 metros y con ochenta años a lo mejor aún tengo suerte y me sale bien”, dice, con su sonrisa pícara. Porque somos, seremos.