Miércoles, día 30. Entrenamiento del Spar Girona en Fontajau. María Araújo defiende a una compañera. No sucede nada extraño, ninguna torsión o maniobra exagerada, pero la rodilla se dobla contra su bisagra natural. Araújo, al levantarse, escucha ese sonido que todo deportista teme. “Fue un crac y después mucho dolor”, describe la viguesa. “Sabía que algo se había roto. Por el gesto pensé que no sería el cruzado. No hubo el giro que suele ser habitual. Pero sí... Fue una rotura recta. Un shock”.

María Araújo se ha roto el ligamento cruzado anterior y el menisco interno de la rodilla derecha. Se ha estimado un periodo de convalecencia de ocho meses. La polivalente jugadora será operada por el traumátologo de cabecera del Spar hacia finales de este mes, probablemente el día 21. “Me operaré con un doctor con el que hay mucha confianza. Y el club me ha ofrecido quedarme en Girona para realizar la rehabilitación con el cuerpo médico que ya conozco”.

En el plan que ha consensuado se plantea pasar los dos primeros meses en Girona, cuando requerirá mayor atención y revisiones constantes. “Son los más importantes”, acepta. Después podrá viajar a Vigo, cuando el tratamiento consista básicamente en fisioterapia. A Girona volverá para completar el proceso.

Claro que ya será entonces otoño, hacia noviembre, en una nueva temporada. Y María acaba contrato con el Girona el próximo mes de junio. El interés en prolongarlo era mutuo. María ha encontrado espacio para seguir creciendo en uno de los tres equipos (junto a Perfumerías y Valencia) que dominan el escenario nacional. Y al Spar le convenía retener a uno de los mayores talentos del baloncesto español, capaz de defender, rebotear y anotar desde cualquier posición, en plena consolidación como internacional absoluta. “Estábamos hablando de la renovación”, comenta la viguesa. “Si antes estaban contentos, espero que ahora también y podamos seguir adelante”.

Su popularidad entre la afición es otra baza a favor. “Volverás aínda máis forte, María”, reza la pancarta colgada desde esta semana en Fontajau. “Ya había recibido el cariño antes”, matiza María. “El aprecio me ha llegado de todos los lados, club, compañeras y afición. Es agradable. Y esa pancarta en gallego, de lujo”.

A su madre, Ángeles Araújo, leyenda céltica, la llamó desde el mismo pabellón “por esa sensación de que algo había pasado. El susto es mayor para ella al estar yo lejos y no poder venir ni nada. Cuando me operen estará conmigo unas semanitas, el tiempo que necesite”, revela. Ángeles no la puede aconsejar desde la experiencia, pero los casos de cruzado abundan y con excelente pronóstico en la recuperación: “Dicen que en jugadoras de baloncesto una de cada ocho se rompe cruzado. No sé si por nuestra laxitud, pero es muy habitual. Muchas de ellas incluso han vuelto mejor de lo que estaban. La recuperación implica trabajar muchas horas en esa parte para la que a veces no tienes tanto tiempo. Espero que también sea así conmigo”, desea.