Sale a la luz la torre del Pazo do Conde de Gondomar

Una tala devuelve al paisaje de Gondomar la atalaya del siglo XVII desde la que don Diego Sarmiento de Acuña vigilaba el puerto de Baiona para repeler posibles ataques

La torre del Pazo do Conde de Gondomar que ya puede verse.

La torre del Pazo do Conde de Gondomar que ya puede verse. / Alba Villar

Formaba parte del emblemático Pazo do Conde desde hace cuatrocientos años pero pocos serán los vecinos que la hayan visto. La existencia de la torre de vigilancia del conjunto patrimonial era conocida por los estudiosos del conjunto, pero árboles y maleza la han mantenido oculta durante décadas. Una tala realizada en la finca la ha sacado a la luz y su presencia enriquece el paisaje y despierta curiosidad a la vez.

Ni siquiera el mayor experto en el pazo gondomareño, el arquitecto Antonio Soliño, había podido contemplar la atalaya libre de maleza. Visitó por primera vez el recinto en 1992/93 y ya la cubrían las ramas. Aún así tiene constancia de que fue el primer conde de Gondomar el que la mandó construir “entre 1602 e 1609”. Don Diego Sarmiento de Acuña había heredado el pazo –fundado entre los siglos XIV y XV– al morir su madre en el año 1600 “ e mercou máis terras para pechar, fortificar e engrandecer o pazo e para construir unha serie de edificacións de carácter militar”, apunta. Existe una carta remitida por su hombre de confianza en la que le explica la marcha de las obras y la aparición de los cimientos de otra edificación más antigua en ese lugar.

Antonio Soliño, con la torre al fondo.

Antonio Soliño, con la torre al fondo. / Alba Villar

Antonio Soliño, arquitecto e investigador: "Foi construida entre 1602 e 1609, cando o conde mercou terras para fortificar o pazo"

Habían pasado pocos años desde los ataques fallidos del corsario inglés Francis Drake a Baiona (1585) y se hacía necesario vigilar la bahía. Sarmiento de Acuña era “responsable de xente de guerra do Bispado de Tui”, indica el experto, y la colina en las inmediaciones de su casa era idónea para vigilar el puerto baionés con tiempo para mandar un emisario para avisar a la ciudad tudense, que en aquel momento era la capital administrativa.

La torre que ahora puede contemplarse en medio del recinto protegido por su interés cultural no es muy alta. No ha sido medida por el momento, pero a ojos del arquitecto gondomareño rondará los “oito ou dez metros”. Se sitúa en las inmediaciones de un lugar conocido como A Muralla sobre una base cuadrada de piedra. Sobre esta plataforma se levanta la estructura cilíndrica que termina en un casquete coronado con almenas y el escudo de los Sarmiento de Acuña, indica Soliño.

Se trata de uno de los elementos defensivos de la fortificación gondomareña, que dispone de una muralla de entre dos y tres kilómetros de largo con garitas defensivas, algunas ya desaparecidas. Entre ellas, todavía existe una única en Galicia con espacio para guardar un caballo listo para salir y con acceso directo al camino real, la vía principal que por aquel entonces unía Tui con Baiona.

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