“Estes homes xa terían que estar enterrados coas súas familias hai moito tempo. Isto está ben porque serve de recompensa para as familias, para que podan levar os corpos ao seu sitio”. La conversación entre Vicente Valverde Rodríguez y Plácido Álvaro Fernández Rodríguez junto a la excavación de la fosa común del cementerio de Baiona se centra en la injusticia que rodeó a los reprealiados del franquismo y, en concreto, a los cuatro de Nigrán y cinco de Baiona asesinados el 15 de octubre de 1936 en la conocida “Volta dos Nove”, en Baredo, y sepultados en el citado enterramiento. Entre ellos, se encontraban sus padres, Generoso Valverde y Modesto Fernández “O Rei Chiquito”, cuyos restos fueron recuperados en 1941, cuando sus madres los reclamaron para llevárselos al camposanto de Panxón, su parroquia.

Ambos pueden llevar flores a sus progenitores en su propio pueblo, pero la excavación de la fosa baionesa que el Instituto de Estudos Miñoranos lleva a cabo en colaboración con la Consellería de Cultura y el Instituto de Medicina Legal de Santiago les devuelve el dolor de hace casi 73 años. “Cando mataron a meu pai, miña nai enterouse a mañá seguinte. Alí caeu, xunto a un portal, e viñeron as veciñas recollela”, relata Plácido emocionado. Las lágrimas invaden su mirada cuando continúa la historia sobre las consecuencias del asesinato: “Nós pasámolo moi mal. Miña nai quedou con seis pequenos e só tiñamos ceo e terra. E aínda por riba sabendo que nos mataran o pai sen motivo. Este sufrimento lévase ata a sepultura”.

Vicente conserva vagas imágenes de paseos con su padre e incluso de la situación política. “Se iamos a un bar e entraba alguén dicindo ‘arriba España!’ había que levantar a man para non levalas. Meu pai enfrentábase á xente por estas cousas”._Lo que no puede olvidar es la mañana en que navegó desde Panxón en una gamela hasta Baiona con sólo 14 años, cuando ya estaba “cansado de traballar”, para recoger los restos de su padre. “O enterrador tiña unha lista de como estaban colocados e meu pai era o primeiro. Levaba uns zapatos de charol”, relata.

El diálogo se produce mientras los arqueólogos siguen con sus tareas. Por ahora sólo han encontrado huesos dispersos de cuerpos desconocidos. El hecho de que la fosa esté en un cementerio dificulta los trabajos ante la existencia de numerosos enterramientos.