Centenario Celta

El verano de la “Philishave”

El Celta logró en el año 2000 su único título reconocido de forma oficial: la Intertoto ganada en un final electrizante en el estadio del Zenit de San Petersburgo y que le dio el acceso a la Copa de la UEFA

J.C.A.

Si tienen algo de curiosidad entren en la página web de la Juventus. En el apartado del palmarés aparece la colección impresionante de títulos que club turinés ha reunido a lo largo de su historia. Y allí, disfrutando de su correspondiente protagonismo, aparece un trofeo poco familiar para el gran público pero del que los blanquinegros también presumen: la Intertoto de 1999. Algo parecido sucede con el Milan y con varios equipos europeos de primer nivel.

Es curioso que sin embargo en Vigo existan ciertos prejuicios, incluso una extraña vergüenza, a la hora de gritar con orgullo que el Celta consiguió en el año 2000 gracias a la Intertoto su único título oficial. Así lo reconoce la UEFA y así debería recordarlo casi a diario el propio club. Nadie discute que a ese torneo que se disputaba en verano le falta la importancia de cualquier otro título, pero nadie debería desmerecer aquel logro del que presumen en otras plazas insignes sin complejo alguno.

Aquella aventura nos tuvo entretenidos durante el verano del año 2000 después de que el Celta de Víctor Fernández finalizase séptimo el campeonato de Liga. Un apretón final (dos victorias y dos empates en las cuatro últimas jornadas) le permitieron lograr la plaza para disputar esa competición en julio y agosto. Una pretemporada de nivel. La Intertoto tuvo diez años de vida. Nació en 1995 y desapareció en 2008 aunque las tres últimas ediciones ya no tuvieron el rango de competición oficial que la UEFA le dio desde el principio. El Celta se tomó aquel compromiso con la máxima seriedad aunque fue una competición en la que, por las fechas en las que se disputaba, tuvo que echar mano de muchos de los chicos de la cantera o los jóvenes que el club también había incorporado. Un torneo que recuerdan con especial cariño futbolistas como Pablo Couñago, Pablo Coira, Jacobo o Noguerol. En la tercera ronda, que fue donde entró el Celta en competición, los vigueses se enfrentaron al modesto Pellister de Macedonia al que superaron por un cómputo global de 5-1 (el 3-0 de la ida convirtió en un pequeño trámite el duelo de vuelta).

Equipos grandes como el Milan o la Juventus la lucen orgullosos en su palmarés; en Vigo se le hace casi el vacío

Las cosas se pusieron más serias en la segunda ronda en la que el Celta se midió a un viejo conocido como el Aston Villa, equipo con el que volvía a encontrarse dos años después de aquel recital inmortal en el viejo Villa Park. Los de Víctor Fernández se impusieron por 1-0 en la ida y sufrieron de lo lindo en la vuelta en Inglaterra, aunque acabaron logrando un 1-2 que les dio el pase a una de las tres finales del torneo (la Intertoto en sus primeras diez ediciones tenía tres campeones).

La final le emparejó con el Zenit de San Petersburgo, que suponía el regreso de Mostovoi al lugar en el que se había criado. Tal y como sucedió durante todo aquel torneo, al Celta le correspondió jugar la ida en casa. En este caso se medían a un equipo que llegaba mucho más rodado que ellos y eso se trasladó de inmediato al campo. Un apurado 2-1 en la ida jugada en Balaídos, con protagonismo de Jesuli, avisaba de que las cosas no serían sencillas en Rusia. Y no lo fueron de ninguna manera. Empezando por el ambiente que había en el Petrovski -una caldera para tratar de lograr la clasificación para los suyos- y acabando con circunstancias del día a día como por ejemplo que a la expedición del Celta le robasen parte del equipaje en el hotel donde se concentraron.

Imagen de la Intertoto, en el museo del Celta.

Imagen de la Intertoto, en el museo del Celta. / FDV

En el campo los vigueses fueron claramente inferiores que el Zenit que se puso 2-0 gracias a dos tantos de Popovich y que pudieron ser más si los rusos hubiesen tenido algo de puntería. Pero despertaron a tiempo los de Víctor que encontraron la solución cuando el partido se moría. En dos acciones que nacieron en las botas de Pablo Couñago que entregó a Karpin el primer gol y que provocó el rechace que Benni McCarthy convirtió en el gol de la clasificación en el tiempo de descuento. El Celta volvía a Europa y lo mejor de todo es que recibió por primera vez un torneo oficial con el que los jugadores, juguetones, se entretuvieron en el largo viaje de vuelta hasta Vigo. Alguien bautizó aquel trofeo como la “philishave”, nombre que le ha quedado cariñosamente entre quienes vivieron aquel día. Hoy ese trofeo duerme en el nuevo museo del Celta donde tiene al grado de distinción que merece. Ahora solo falta que se defienda con orgullo la Intertoto de 2000 como el primer y único título ganado por este club a lo largo de sus cien años de historia.