El valor de la paciencia

El Celta protagoniza el peor arranque de Liga en casi cuarenta años que le condena a los puestos de descenso

Los continuos tropiezos de los célticos alimentan el debate sobre el proyecto de Benítez, la calidad de la plantilla y la planificación deportiva del club en el año de su centenario

Bamba y Unai Núñez, durante el partido contra el Atlético de Madrid.

Bamba y Unai Núñez, durante el partido contra el Atlético de Madrid. / Ricardo Grobas

Para encontrar un peor arranque de campeonato del Celta en la máxima categoría hay que retroceder casi cuarenta años, cuando en la temporada 1985-86 el equipo dirigido entonces por el vigués Félix Carnero sumó 5 puntos en las diez primeras jornadas, uno menos de los que tienen ahora los celestes.

Para el año del centenario, las expectativas del club, los técnicos, la plantilla y la afición eran otras bien diferentes a situarse en puestos de descenso y pelear un año más por la permanencia, pero el fútbol se mueve por coordenadas desconocidas, inexplicables a veces. Los tropiezos de los célticos ponen en duda el proyecto de Benítez, la calidad de la plantilla y la planificación deportiva del club. Parte de la afición agotó la paciencia, que no se ha perdido todavía en el club.

La gestión de Benítez

“No es fácil separar los resultados del rendimiento del equipo”, proclamaba Rafa Benítez la noche del sábado después de que su equipo jugase un buen partido, sufriese una expulsión injusta y volviese a perder como casi siempre en lo que va de curso. El Celta solo ha ganado un partido de diez (ante el Almería) y ha empatado tres (Real Sociedad, Alavés y Getafe). Permitió que el Barcelona y la UD Las Palmas le privasen de la victoria en los últimos minutos. Mientras tanto, en los análisis de los partidos, Benítez ha abusado de las referencias al infortunio (siete balones a la madera) y a polémicas decisiones arbitrales (dos expulsiones, dos goles anulados y un gol fantasma). Uno de los entrenadores más experimentados de LaLiga y con un gran historial internacional ha sido incapaz hasta el momento de que el Celta gane partidos. Y ese es el fin por el que se compite. En Vigo se esperaba que el Celta de Benítez compitiese los noventa minutos (no solo 80) y que la portería fuese menos vulnerable (18 goles en 10 jornadas). Incluso en algunos momentos se cuestionó su gestión de los cambios, que casi nunca ha agotado a pesar de que los partidos se van habitualmente a los cien minutos de duración media.

Fragilidad defensiva

Con Benítez en el banquillo, el Celta esperaba solucionar la fragilidad defensiva que en las últimas temporadas había puesto en peligro proyectos deportivos liderado por un Iago Aspas que coleccionaba trofeos Zarra como máximo goleador español del campeonato. El técnico madrileño dudó a las primeras de cambio del sistema que más trabajó durante la pretemporada tras el tropiezo en la jornada inaugural ante Osasuna y una primera parte infame en San Sebastián. Cambió la defensa de cuatro por la de cinco porque el equipo se había mostrado más punzante en ataque. Es verdad que comenzó a sumar goles, pero no dejó de recibirlos. Y ya suma diez jornadas sin conseguir una portería a cero. Esos registros tan negativos no los alcanzaba el club desde la década de los cincuenta del siglo pasado.

Sin los goles de Aspas

A una media de 1,8 goles en contra por partido, el Celta necesita casi tres tantos para ganar un partido. Una cifra enorme teniendo en cuenta que Iago Aspas no ve portería rival desde el 18 de marzo, después de haberse disputado veintiuna jornadas de LaLiga desde entonces. Es más, falló un penalti ante el Getafe que hubiese dado la victoria a su equipo. Las aportaciones anotadoras de Larsen (3 goles), Douvikas (2) y Bamba (1) resultan insuficientes para paliar la preocupante sequía de un Aspas que en cambio sigue siendo muy importante para el juego ofensivo. Es más, ante el Atlético de Madrid fue el más destacado de su equipo porque generó ocasiones de gol y dio fluidez al juego ofensivo céltico. Douvikas, que solo suma una titularidad, merece más minutos de los que lleva disputados, aunque pocos discuten la calidad de los tres titulares en ataque. En muchas ocasiones, el infortunio ha penalizado en exceso a los célticos en la faceta ofensiva.

Planificación deportiva

En algunos de sus análisis sobre el rendimiento del equipo, Benítez ha admitido que problemas de negociaciones de última hora impidieron el fichaje de un centrocampista con fortaleza física, anunciando que el club intentará incorporar esa pieza en el mercado de invierno. Esa carencia se agravó con el traspaso a última hora de Gabri Veiga, aunque el porriñés no parecía el tipo de jugador que demandaba Benítez para potenciar una línea medular en la que jóvenes como el canterano Hugo Sotelo y el exmadridista intentan abrirse paso en la élite. Apenas cuenta para el entrenador el peruano Renato Tapia, que no quiso renovar el contrato que en junio próximo le desvinculará del equipo vigués. En esas posiciones, Benítez ha confiado siempre por Fran Beltrán y por Luca de la Torre. El sábado apostó por reforzar el centro del campo con Óscar Mingueza, a quien hasta ahora solo había utilizado en el lateral derecho. El experimento funcionó, pero solo duró media hora, hasta que el Celta se quedó en inferioridad numérica por la expulsión de Iván Villar. Para dar entrada en la portería a Vicente Guaita, el técnico madrileño mandó al banquillo a Kevin Vázquez y devolvió a Mingueza a la zaga.

Analizar cómo se pierde

Benítez aprovecha cualquier comparecencia pública para recordar que el club le encargó un proyecto a largo plazo y que para llevarlo a cabo se necesita paciencia. Su continuidad no peligra, por el momento. Pero los proyectos en el fútbol duran una semana y el Celta ya ha consumido más de una cuarta parte de la temporada sin levantar cabeza. En esta situación hay que analizar cómo se pierde. La mayoría de técnicos rivales coinciden en señalar que el Celta merece más puntos de los que tiene. El valor de la derrota tiene importancia, aunque lo que suele perderse es la paciencia.

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