Un atisbo de la primavera

El Celta resistió ayer un duelo a pecho descubierto, asomándose a lo que se suponía que podía ser este proyecto

Los jugadores dedican la victoria a Marchesín, en el vestuario del Villamarín. // @UNAINUNEZ30

Los jugadores dedican la victoria a Marchesín, en el vestuario del Villamarín. // @UNAINUNEZ30 / Armando ÁLvarez

Armando Álvarez

Armando Álvarez

En Punxsutawney, la marmota Phil se desperezó, observó su sombra a la palida luz del sol y regresó a su madriguera. Ha pronosticado así seis semanas más de invierno. En Sevilla, por contra, el Celta combatió sus fantasmas y se ha asomado a un atisbo de primavera. Todavía frágil, como ese brote que sobresale del hielo, tiritando, a merced de alguna racha de viento. Pero ha sido al fin, ante Athletic Club y Betis, en dos partidos tan diametralmente opuestos, el equipo que Luis Campos creyó haber edificado y la directiva, financiado.

De la fe a la ciencia

La temporada se dirimirá entre la naturaleza de la plantilla, capaz de competir con candidatos europeos, y su dinámica. Carvalhal no ha dado de alta al enfermo. Sube las líneas pero sin saltar a la presión, como punto de partida para el repliegue. Aún le retiene las riendas. Pero su trabajo está progresando paso a paso en lo que de él se esperaba. Coudet apostaba para bien y para mal por su idea, su dibujo, su alineación. Es un entrenador de fe. Con sus creencias probó la miel y la hiel en Vigo. Carvalhal carece de dogmas. Es pragmático, dúctil, ilustrado. Es un entrenador de ciencia. Está explorando sus recursos de manera metódica. Con Coudet latía la duda en aquello que no empleaba. Con Carvalhal quedará claro si este proyecto alcanza o no.

Juicios grabados en piedra

Prensa y afición juzgamos y sentenciamos con rotundidad sobre una materia de alquimia tan delicada como el fútbol, igual para la glorificación que para la demonización. Ese metabolismo acelerado agiganta un simple juego. Hay que resignarse. El fútbol, en realidad, exige evaluaciones provisionales y largos plazos. Cada jugador constituye un misterio. Depende de sistemas, estilos, entrenadores, compañeros, confianzas, estados de forma... Iván Villlar genera sospechas. Llevaba mucho sin jugar. No ha crecido en las cesiones. No vale para Primera. Seforovic no disponía de minutos en Turquía. Es un jugador en regresión. Tales datos y valoraciones se han mezclado esta semana con la gravedad de lo que se graba en mármol. Será así y los profetas se ufanarán o no será, sin memoria de sus remordimientos. Iván transmitió ayer seguridad en el control de los espacios. Aprobó en un partido fébril y una situación apurada. Seforovic ayudó en la retención del ritmo. La semana que viene tendrán, como cualquiera, otro examen y eso es exactamente lo que dura la más valiosa de las opiniones.

La hoja de ruta

El fútbol, como la historia, se escribe de izquierda a derecha, sin que se sepa qué sucederá a continuación. Después se interpreta al revés, desde los hechos consumados, como si todo respondiese a una precisa aritmética de causas y consecuencias. Todo camino tiene sus meandros. El Celta había mejorado en consistencia defensiva con Carvalhal. Había clausurado su área ante un rival tan enfático como el Athletic Club. Ayer, en cambio, batió al Betis en un ida y vuelta que pudo girar sobre muchos goznes. Es el entrenador el que debe entresacar del caos una hoja de ruta. El Celta dominó y fue dominado, cuando quiso y cuando pudo, pero siempre encontró verticalidad en sus combinaciones. Distingue bien los caminos hacia el área rival. Sin embargo, debe mejorar su gestión de riesgo en la construcción desde atrás. El Celta, en cierto sentido, se alimentó de sus aciertos y el Betis, de sus errores.

Bandas productivas

Lo colectivo trasciende lo individual. Los buenos equipos son aquellos que ofrecen en su rendimiento más que la adición de sus sumandos. Pero al final todo parte de los futbolistas. Luca de la Torre, desde la calidad asociativa, y Carles Pérez, desde la valentía al encarar, han proporcionado a las bandas una productividad de la que habían carecido. Resulta imposible saber en qué medida Carvalhal se encontró un trabajo de adaptación avanzado por Coudet. El entrenador argentino priorizaba, en su lectura, determinados datos. El portugués observa otros. Lo cierto es que su buen momento alienta al once inicial a la vez que enriquece el banquillo, listo para reparar su desgaste.

A lo largo, a lo ancho

Larsen llegó sin manual de instrucciones. El Celta no había tenido un ariete así desde hace muchos años. Le ha costado descifrar cómo utilizarlo. Ha incidido a veces de forma obsesiva en él como recurso perpendicular, en el juego largo, para que pelee por alto y de espaldas, prolongue y descargue. Le faltaba buscarlo en el juego horizontal, en centros desde las bandas. Larsen es un excelente rematador. Y con goles atraerá más atención, distrayéndosela a Aspas y Veiga.

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