Hugo Mallo debutó con el primer equipo hace casi trece años. Un número considerable de temporadas después, el capitán del Celta vive uno de sus mejores momentos y todavía tiene mucho fútbol que ofrecer. A sus todavía 31 años, el de Marín tiene claro que le gustaría colgar las botas en el mismo club en el que inició su carrera como profesional. Con contrato hasta junio de 2023, Mallo no tiene prisa por renovar y asegura que las negociaciones, cuando se inicien, se resolverán en poco tiempo. “Yo con el Celta no tengo mucho que hablar. En el momento en el que haya una reunión se puede cerrar muy fácil porque yo soy de aquí y se lo debo todo al club”, apuntó el zaguero en rueda de prensa, donde avanzó que desde A Sede no habían contactado todavía con él para prolongar ese vínculo.

Si en algún momento tuvo dudas sobre si seguir o no en Vigo, la llegada de Coudet las disipó de un plumazo. Con el argentino, Mallo ha recuperado su mejor versión, sobre todo en el apartado ofensivo, y el de Marín está muy agradecido al técnico. “Venía de pasar un año malo y me transmitió toda su confianza. Me conocía de la época de Berizzo y me dijo que quería que hiciera lo mismo que entonces, que fuera un lateral con profundidad. Le estoy muy agradecido y si el Chacho se queda firmaría de por vida porque soy feliz por la idea que él tiene”, aseguró, aunque no limitó esa posibilidad a la presencia del actual entrenador. “Si viene otro míster, que Dios quiera que no porque yo estoy feliz con el Chacho y el equipo está feliz con el Chacho, yo no tendría ningún problema en seguir”, zanjó.

De cumplir sus deseos, el actual capitán sería uno de los pocos ‘One Club Man’ del fútbol español, una especie de futbolista cada vez más complicada de ver en un mundo en el que los fichajes millonarios y los grandes contratos están a la orden del día. Ese hecho le hace especial ilusión al lateral diestro, aunque reconoce que no es una tarea sencilla. “Es una situación bonita y me gustaría, pero también entiendo que esto es fútbol y da muchas vueltas. Hay dos partes y tendrían que estar de acuerdo ambas. De todas formas, yo conozco bastante el club y no creo que eso fuera un problema, tanto para ellos como para mí”, apuntó.

El de Marín debutó en agosto de 2009 ante el Numancia con apenas 18 años recién cumplidos. Desde entonces ha disputado 13 temporadas (contando la actual) con la camiseta celeste y en ese tiempo ha vivido de todo: alegrías, penas, lesiones, goles.... Poco sorprende ya al capitán, que reconoce vivir una campaña algo extraña. “He pasado un tiempo bastante raro. No poder entrenar al cien por cien con los compañeros, estar aparte y después volver a jugar porque Kevin estaba lesionado es complicado. Gracias a Dios salió bien y ahora estoy al cien por cien y sin ninguna molestia”, comentó en la comparecencia.

Mallo, celtista de corazón, sufre especialmente con las derrotas del equipo, y la de Copa ante el Atlético Baleares no fue una excepción para él. “Fue un golpe duro. Es cierto que todas las derrotas duelen, que siempre queremos ganar, hacer las cosas bien y que la afición esté orgullosa de nosotros. El día de Copa nos dolió internamente y hubo críticas hacia nosotros, como es normal, pero eso nos ha servido para estar más juntos, revertir la situación e ir con más ganas en LaLiga”, comentó.

El capitán es uno de los líderes del vestuario y muchos canteranos anhelan llegar al lugar que ocupa el de Marín. Sin embargo, Mallo reclama paciencia con ellos, a los que ve con mucho potencial, tanto futbolístico como mental. “Al final no es fácil pasar del Juvenil al primer equipo en Primera División. Yo cuando estaba en División de Honor no subía nunca con el Celta B ni con el primer equipo. De mi generación no subía nadie salvo Joselu y porque llevaba treinta goles en diez partidos. Para ellos tiene que ser una experiencia increíble estar entrenando con nosotros. Tienen que aprovecharla porque se aprende mucho. Los veo a todos con ganas, con nivel y sobre todo con cabeza”, comentó.