Emre Mor no ha pasado de actor secundario en el Celta. La promesa de redención del atacante turco nacido en Dinamarca no ha tenido el efecto perseguido. Lejos de reforzar el ataque celeste en una temporada en que los efectos económicos de la pandemia han impedido la llegada de refuerzos de calidad, el tercer fichaje más caro de la historia del club vigués (9+4 millones de euros) cumple sin pena ni gloria su cuarta temporada en Vigo con el lastre que su alto salario (está entre los cinco mejor pagados del plantel) supone en estos tiempos de estrechez.

La necesidad de revalorizar al jugador tras tres años de progresiva depreciación que convirtieron su fichaje en una operación ruinosa y la imposibilidad de colocarlo en el mercado propiciaron el pasado verano su regreso al Celta, con el que le resta aún un año más de contrato. “Tiene un convencimiento muy grande de que puede ser útil al Celta. Ha trabajado duro este verano porque quiere ser útil al Celta. Lo dijo muchas veces, a ver si esta vez cumple”, explicó el presidente Carlos Mouriño en agosto pasado.

Emre Mor recogió el guante. “Sentía que tenía algo que demostrar a los fans y al club. No acabé bien con ellos y fue mi elección volver”, replicó poco después el atacante en una entrevista difundida por Celta Media. “Espero que esta temporada sea distinta y que puedan confiar en mí, porque daré el cien por cien todo el tiempo. No digo que vaya a meter 20 goles, porque eso nunca se sabe, pero sí que voy a dar lo máximo”, prometió .

Las cosas no empezaron mal para el futbolista de ascendencia turca. Mor brilló fugazmente durante la atípica pretemporada del Celta (apenas tres amistosos contra rivales de escaso fuste), donde compartió protagonismo goleador con Aspas.

Las buenas prestaciones exhibidas durante la fase preparatoria de LaLiga propiciaron que Óscar García le otorgase la titularidad en los cuatro primeros compromisos ligueros, en los que mostró verticalidad y buena actitud, Con el paso de los partidos, sin embargo, su rendimiento declinó y no tardó –damnificado en parte por una pubalgia que le hizo perderse cuatro partidos– en volver al banco de los suplentes. A partir de la quinta jornada, contra Osasuna, sus apariciones en el equipo se hicieron más espaciadas y evidentes.

Y la llegada de Coudet no ha mejorado su situación. El preparador argentino apenas le ha dado bola desde que se hizo cargo del Celta: un minuto escaso en el duelo contra el Alavés y 25 en la visita al Coliseum Alfonso Pérez la siguiente jornada.

Luego, suplencia sin minutos contra el Huesca, excluido de la convocatoria frente al Real Madrid y de nuevo banquillo frente al Villarreal. A falta de un partido para la conclusión de la primera vuelta, los números de Emre Mor no mejoran este curso gran cosa los de temporadas precedentes: 385 minutos en 9 partidos, 4 de ellos como titular; cero goles y cero asistencias.

En la última semana el atacante danés ha sido más noticia por su actividad en las redes sociales que por su rendimiento sobre el terreno de juego. “Cuando un león quiere ir a alguna parte, no se pregunta cuántas hienas hay en el camino”, escribió el domingo Mor, tan aficionado a las frases grandilocuentes, en Instagram. Resulta difícil precisar a qué se refería Mor con esta enigmática sentencia, aunque hay quien lo vincula a su enfado tras no haber dispuesto un solo minuto contra el Villarreal tras su deficiente actuación (con enfado tras ser sustituido) en el duelo copero contra el Ibiza. Podría referirse, sin embargo, también a la prensa, no en vano el jugador cargó ayer contra un diario danés que informaba que se ha comprado una casa en el centro de Copenhague.