El fútbol es un devorador de entrenadores, a los que se les responsabiliza de los malos resultados aunque las culpas tengan que estar repartidas con otros estamentos del club. El Celta es uno de los equipos de Primera División que más se ha significado en los últimos tiempos en el cambio del responsable de la plantilla. No es para menos, pues desde el verano de 2018 acumula cuatro destituciones: Antonio Mohamed, Miguel Cardoso, Fran Escribá y Óscar García. Y está a punto de llegar a Vigo el quinto de los entrenadores de este bienio negro, un Eduardo Coudet con una larga experiencia y que conoce el club porque jugó media temporada en Balaídos en el 2002, con Lotina como técnico de los celestes.

A pesar de la facilidad para renovar el banquillo, el Celta tiene por delante a cuatro rivales de la máxima categoría que muestran menos paciencia con los entrenadores. La palma se la lleva el Betis de Ángel Haro, que en cuatro años al frente del club sevillano ya acumula 7 preparadores. El último, Manuel Pellegrini, llegó el pasado verano después de recurrir a Alexis Trujillo tras destituir a Rubí. El Betis promedia en ese tiempo 1,7 entrenadores por año.

Hugo Barreiro

En un segundo escalón aparecen Granada, Valencia y Alavés. El primero, propiedad de un empresario chino, disponía de un banquillo muy resbaladizo hasta la llegada del vigués Diego Martínez, que lo ascendió a la máxima categoría y lo clasificó para la Liga Europa. Pero en los primeros años de gestión de Jiang Lizhang, el club nazarí encadenó relevos hasta sumar 6 en 4 años. Eso eleva la media de cambios a 1,5 cada año. El Valencia de Peter Lim también se caracteriza por moverse en arenas movedizas, hasta el punto de que su actual entrenador, Javi Gracia, ya se planteó renunciar al cargo ante el desmantelamiento de la plantilla desde su llegada en agosto pasado. El Alavés, como los célticos, intenta evitar la zona peligrosa con proyectos que no acaban de consolidarse, pese a que en 2017 privó al equipo vigués de la final de la Copa del Rey.

Los actuales dirigentes del Sevilla y Osasuna se mueven en unos porcentajes de entrenadores similares al Celta. José Castro ha celebrado ocho años en el sillón presidencial del Sánchez Pizjuán, con éxitos en la segunda competición europea que, sin embargo, no han frenado su frenesí por los cambios en el banquillo que incluso afectaron al excéltico Eduardo Berizzo. Hasta ocho entrenadores han pasado por Nervión desde 2013. Esa movilidad supone una media de 1,2 técnicos por temporada. La situación de los navarros viene condicionada por sus descensos y ascensos en los últimos años.

Una presidenta, Amaia Gorostiza, en el Eibar desde 2016, no ha conocido desde entonces a otro entrenador más que José Luis Mendilibar. A rebufo de la dirigenta eibarresa aparecen el veterano Enrique Cerezo (Atlético de Madrid), Manuel Vizcaíno (Cádiz), Aitor Elizegi (Athletic Club) y Ronaldo Nazario (Valladolid), que dan la medida de proyectos deportivos estables, con una media de 0, 5 entrenadores por año.

Desde esa parte baja de esta tabla de los banquillos más calientes emerge el decano de los presidentes de Primera División. Fernando Roig, ahora con la ayuda de uno de sus hijos, dirige el Villarreal desde hace 23 años y desde entonces ha conocido a 18 técnicos, desde Irulegui hasta Unai Emery, que ahora se encarga del ‘Submarino Amarillo’.

Ángel Torres y Florentino Pérez comparten porcentajes de entrenadores (0,8 por temporada), en sus 18 y 17 años, respectivamente, al frente del Getafe y el Real Madrid. Ambos han contado con 15 preparadores en ese tiempo, que el madridista vivió en dos etapas distintas. El Barcelona de Bartomeu, que acaba de ceder el testigo a Carlos Tusquets, mantiene la media de los dos anteriores después de fichar a 5 técnicos en sus 6 años en el Camp Nou.

Mouriño tardó en despedir a un Fernando Vázquez que heredó de la anterior directiva. Tras un carrusel de cambios en el banquillo, el equipo encontró estabilidad con Eusebio, Herrera, Luis Enrique Martínez, Berizzo y Unzué. A partir de ahí, ha despedido a cuatro técnicos en dos años.