Llevaba el Barcelona cinco años sin conseguir la victoria en la Liga en Balaídos. No parecía que el de hoy fuese el mejor momento para romper el maleficio, sobre todo después de quedarse con 10 al final de la primera parte. Sin embargo, el Celta, voluntarioso pero romo en ataque, no pudo con los catalanes, que se van con amplio 3 a 0 que quizás no refleje con exactitud el desarrollo del juego.

Apostó Óscar García por un once sorprendente, con Fontán y Gabi Veiga de inicio. Dispuso el técnico cinco atrás, tres en el medio y Iago Aspas y Emre Mor en punta. El plan era claro: presión alta sobre la salida del balón de los culés y, en caso de no robar, repliegue intenso. La idea parecía funcionar, hasta que en el minuto 11 la defensa se aculó demasiado y apareció Ansu Fati. El jovencísimo extremo es demoledor; le bastó un control orientado para deshacerse de Aidoo y un golpeo con el exterior para liquidar a Iván Villar.

Al Celta le tocaba remar. Y lo hizo, aunque le faltó mucho filo arriba. Construía buenas jugadas que quedaban en nada para malas decisiones en el último cuarto. Las mejores noticias las trajo Gabri Veiga, que ofreció detalles de clase. Un giro suyo desbordó a Lenglet, que solo le pudo frenar con falta. Ahí se llevó el francés la primera amarilla; la segunda llegaría al borde del descanso tras frenar una contra de Denis Suárez. También se tuvo que ir antes del campo Fontán, en ese caso por lesión en el hombro. El canterano también tuvo una actuación solvente.

A la vuelta del descanso Óscar dio la alternativa a Baeza para dejar en el banquillo a Aidoo y deshacer la defensa de cinco. Buscaba más presencia ofensiva el técnico catalán, pero pronto se encontró con que la cuesta se empinaba todavía más. Messi hizo una de sus conducciones imposibles y su centro atrás lo metió en su propia portería Lucas Olaza. Durante unos minutos los visitantes pudieron certificar la victoria. No acertaron, y el Celta, ahora de la mano de Nolito, buscó con tanto ahínco como falta de claridad el gol que le metiese en el partido. No pudo ser, y Sergi Roberto puso el lazo ya en el descuento.

Hasta la sentencia no dejó de intentarlo el Celta. Con la entrada de Santi Mina, Iago Aspas bajó constantemente a intentar armar las jugadas. No era el día del genio de Moaña, que, en todo caso, no se escondió. Tampoco Nolito se borró y participó en las pocas acciones que los vigueses consiguieron finalizar con peligro. En la mejor, Baena le filtró un gran pase al sanluqueño, cuyo disparó paró Neto. El rechace le cayó al reciente fichaje, pero entre un defensa y el larguero mataron la opción de reacción celeste.

De ahí el final del partido se prolongó el ejercicio de impotencia ofensiva céltica. Con la suerte echada, Messi buscó, después de que le anulasen uno por fuera de juego ajustadísimo. No lo logró, pero Sergi Roberto cazó de volea un balón que había quedado flotando en el área.