Buenas sensaciones en el primer bolo de pretemporada del Celta, que se impuso cómodamente en Baltar (Portonovo) al Lugo (3-0) en un duelo en el que Fran Escribá ofreció un esbozo de la idea de juego que se propone desplegar el próximo curso. Con las reservas propias de este tipo de encuentros, en los que el rodaje es exiguo y las piernas pesan demasiado, los celestes mostraron orden en la disposición, acapararon la pelota, la movieron con criterio tratando de impulsar el juego por banda y mostraron diligencia y eficacia en la recuperación cuando perdieron el balón en campo contrario.

Faltó acaso claridad y algo más de frescura en tres cuartos de cancha para hacer verdadero daño a un adversario ordenado, que mostró las uñas en cuanto tuvo un resquicio para meter baza, pero que pagó un alto precio con el autogol de Pita cuando no se había cumplido el segundo minuto de juego. Denis Suárez, uno de los tres fichajes que Escribá alineó en este primer once de pretemporada, colgó un balón al área que Pita, sin estar exigido, introdujo en la portería de Cantero al intentar despejar.

El Toro Fernández y el defensa central Jorge Sáenz acompañando en el eje de la línea a David Costas completaron las novedades, junto a los futbolistas del filial Lautaro, que dejó muy buen sabor de boca, y Sergio Bermejo en un once eficazmente conducido por Beltrán y Jozabed y con solvente aportación de Kevin y sobre todo de David Juncà en los laterales.

El Lugo acusó el golpe inicial y tardó bastantes minutos en sacudirse el dominio del Celta, que monopolizó el balón y no tardó en recuperarlo cuando el rival se lo arrebató. No obstante, el conjunto de Eloy Jiménez cortejó el empate antes del descanso en un par de acciones individuales de Cristian Herrera, que cruzó con peligro un disparo que la defensa despejó providencialmente a córner, y Tete, que estrelló la pelota contra el poste con Sergio batido. Dos pequeños sustos que no deslucieron el buen desempeño de los celestes, que volvieron a golpear en la línea de flotación al Lugo nada más arrancar el segundo tiempo. Tras el intervalo, Escribá cambió por completo su once, aunque mantuvo el dibujo. (4-4-2). Villar se situó bajo el travesaño, el juvenil Carreira, Roncaglia, Ros y Olaza formaron en defensa; Ros y Lobotka ocuparon en el eje de la medular; y Brais, Sisto Aspas y Santi Mina conformaron el frente ofensivo. Y fue el delantero vigués, en el primer balón que tocaba a los siete minutos de volver a vestir de celeste, el que amplió la ventaja del Celta cruzando desde la medialuna un poderoso disparo raso ajustado al palo izquierdo que el portero rojiblanco apenas pudo seguir con la mirada.

El tanto del vigués reafirmó al Celta en su plan. Gobernó desde entonces el equipo de Escribá el partido con parsimonia hasta conseguir inclinar el campo definitivamente a su favor. Sisto y Olaza rondaron el tercero, que llegó en una espléndida combinación entre el lateral uruguayo y Iago Aspas que obligó a la defensa lucense a cometer penalti. El moañés, infalible desde los 11 metros, no perdonó.

Con el tercero en el zurrón, el tramo final del partido se convirtió en un monólogo del Celta, que cercó el portal de Varo frente a un rival ya entregado, que apenas fue capaz de cruzar la línea divisoria.