El segundo de los acusados por la mala temporada del Celta pienso que es el más culpable, aunque no tengo el gusto de conocerlo. Es el responsable de los fichajes llevados a cabo de jugadores y entrenadores, porque es en esta faceta su única responsabilidad de hacerlo bien, dentro de las posibilidades económicas del club. De no hacerlo, su culpabilidad queda clara, desvaneciéndose, por completo, toda defensa de su mala gestión. Así pues, analizando fríamente dicha gestión y comenzando por el análisis de la plantilla, me dio la impresión de poco saber y calidad, como ha quedado patente en la pobre clasificación final de la triste temporada.

Individualmente, como tenía que ser, me fijé en el joven portero Rubén, que me pareció, a sus ya 23 años, poco ducho y frágil debajo de los palos, con una fuerte voluntad de hacerlo bien, pero no definida del todo por falta de conocimientos, no de cualidades, que no tiene quién se las pueda enseñar técnicamente hablando. Está pasando, ya un tanto tarde, por la situación que hemos pasado y pasan todos los jóvenes guardametas, en la que encajan más goles tontos de la cuenta. Las que siempre se superan si se emplean conocimientos y las ganas de ser el mejor. Como en su día hicimos Pazos y yo.

Luego me fijé en el defensa lateral derecho Hugo Mallo, creo que, para mí, mal ubicado en el puesto que él u otros le eligieron para jugar al fútbol. Pues aunque es un buen marcador, y sabe defender con bastante buen acierto el puesto de lateral, creo que, no solo por su juego, sino por sus dotes de mando, su puesto está en el centro de la defensa, a pesar de su poca flexibilidad para tal posición, siempre que se le enseñe a jugar en la demarcación como debe hacerlo un central. Lo que no sería nada difícil de conseguir, dado cómo juegan hoy las defensas en línea. Máximo si acoplamos bien a un hombre, en el puesto de lateral derecho, que no solo sepa controlar y parar al extremo sino, sobre todo, hacer bien los relevos, dado que a Hugo Mallo le gusta y sabe atacar, donde sus dotes de mando de capitán, se hacen notar más. Pero como la costumbre hace leyes, ahora sería muy difícil recuperarlo para el puesto indicado, máximo cuando las costumbres impiden la normal adaptación.

De todas formas es un valor aprovechable, como lo es el de Moaña, Iago Aspas. Jugador clásico de este equipo, desde su fundación, porque tiene las cualidades del jugador que hicieron un Celta luchador y peleón, difícil de doblegar por su acierto cara al gol. Jugador, éste, que parece luchar en el campo por su cuenta, sin orden ni concierto de lo que pretende hacer, pero que sabe emplear su esfuerzo, en todo momento y posición, para hacerse con el mando del partido y del equipo. Por ello, el entrenador debe dejarlo jugar en todas las posiciones, que elija el jugador durante el partido a su libre albedrío. El no hacerlo es frenarlo en el empeño que mejor sabe hacer: pelear incluso contra su sombra.

Después de esto, poco más puedo decir de la plantilla del club, a la que hay que darle, desde luego, otro ritmo y otra calidad más acorde con la forma de jugar, de siempre, del Celta. De no hacerlo, es seguir con la angustia de proseguir luchando y peleando, cada temporada, por la permanencia. Aun que "los trompeteros" anuncien, como siempre:¡Europa!. Para ello no debemos pensar en fichajes fuera del presupuesto del Club, pero si en una mejor planificación de la cantera, donde están los hombres que necesita el futuro del Club, como ya quedó demostrado en más de una ocasión, como aquellas en que los hombres, salidos de nuestra cantera, hicieron un Celta grande. Solo hay que cambiar de planificación, para dejar atrás tanto desorden y desconcierto, simplemente en vez de trabajar en masa, la "cantera", se debe hacer selectivamente. Solo trabajando con el primer equipo, con el B, y con los juveniles que alimenten a este equipo, así como con infantiles que sueñen con jugar en el Celta. Haciéndolos jugar, a estos últimos, libremente, sin competir ni alcanzar meta alguna, salvo hacerlos jugar a su aire para ver las cualidades de cada uno. El resto sobra todo, ya que, para lo único que sirve, es para retrasar y confundir el progreso que se recoge de la cantera. A la que hay que mimar, aparte de saberla trabajar con los hombres profesionales especializados para tales menesteres, como exjugadores, con cualidades para desarrollar el trabajo para el que se les requiere. Pero nunca regateándoles el estar bien pagados, por hacer bien su trabajo.

Ahora debemos de centrarnos en quienes todos señalan como los verdaderos culpables del desastre vivido, que llevó al Celta al filo del descenso: el argentino Mohamed, el portugués Cardoso y el español Escribá. Los tres con gran parte de culpa.

Este último comentario sobre quienes recaen con mayor culpa la angustia vivida por el Celta lo quiero cerrar recordando un buen film del gran productor de la "Fox" Darryl F. Zanuck, dirigido por el siempre bien cuidado y refinado Jean Negulesco. Con el que pretendo dejar claro el grado de culpa que tuvo cada uno, en la angustiosa marcha del Celta, empezando por el primero que regresó de Balaídos: Mohamd. Un entrenador que la primera vez que lo vi, por televisión, explicaba de manera absurda y simple, gesticulando lo que explicaba, como si supiera lo que estaba diciendo. Era alguien que parecía estar creído que el Celta nunca había tenido un buen entrenador, por las explicaciones tan vulgares que daba sobre el tema. Nada más verlo, me trajo a la memoria aquel otro entrenador con el cual comenzamos la temporada 1958-59, la del primer año, de los diez, que estuvo el Celta en Segunda División. Era alguien que, al igual que Lupez, me producía una sonrisa irónica, la cual no pude reprimir, cuando me enteré que se había llevado a entrenar a Samil a los jugadores del Celta. Ahora solo le faltaba hacerlos cantar, como nos hacía a nosotros Lupez, antes de comenzar un partido. Lo que yo aprovechaba para cantar la canción de moda:

María Cristina me quiere gobernar,

y yo le sigo, le sigo la corriente,

Porque no quiero que diga la gente,

María Cristina me quiere gobernar.

Era todo tan vulgar y de risa que solo duró en el cargo un par de partidos, en los que Mohamed le superó. Demasiados para el bien estar y futuro de club. Tantos que, un buen día, dos de mis amigos, que venían a mi casa a visitarme, me pidieron mi opinión sobre Mohamed. Yo les dije, punto por punto, lo que le iba a ocurrir y le ocurrió al entrenador. Que al no tener muchos conocimientos para desempeñar el cargo, hizo una pre-temporada nefasta para un equipo que solo buscaba el gol, sin conocimiento alguno de los relevos para cortar la presión del contrario, y ejercer la suya, en mediocampo, para llevar a cabo el contraataque. Así como enlazar el juego, con centrocampistas atacantes y defensas. Lo dicho por mí se cumplió hasta en el mínimo detalle, al señalarles, incluso, el tiempo en que debería ser cesado en su cargo, para bien del Celta.

El segundo entrenador que regresó a Balaidos de los tres más culpables fue el portugués Cardoso que, incomprensiblemente, fue fichado para suplir al anterior. El error era aún mayor, pues si Mohamed no conocía el fútbol español y menos al Celta, éste tampoco estaba enterado que existían. Pues era hombre de conocimientos de un solo fútbol, como el portugués, en el que había nacido. A pesar de ser un entrenador de escasos conocimientos de otro fútbol, Cardoso intentó buscar un puesto fuera del suyo, y probó en el fútbol francés. Del que debería saber era un fútbol muy distinto al que se jugaba en Portugal, ya que era mucho más vivo, más ágil en la jugada, con un regate bien estudiado y aprendido, para estar bien coordinado con un juego vivaz y rápido. Totalmente diferente al lento, metódico, pausado y técnico del fútbol portugués, por lo que fracasó en Francia.

Pero con este fracaso, los representantes futbolísticos no tienen impedimento, con tal de ganar dinero, que fiche por el Celta, a pesar de sus pocos conocimientos del Celta y del fútbol español. Como tengo costumbre, para ver si el nuevo entrenador es capaz de poder cambiar los defectos que había que subsanar, volví a ver por, televisión, el segundo partido del Celta. Y lo que vi aún me pareció más malo que lo dejado por Mohamed. Pues vi a un equipo que no tenía nada que ver con el de Mohamed, ya que Cardoso pretendía, "con su varita mágica", hacer un equipo mejor simplemente intentando encandilar al público, haciéndolo con la entrega del balón desde el portero, para hacer jugar a todo el equipo desde atrás. ¡Como había hecho Gilmar con Brasil, en el Campeonato del Mundo de Chile en 1962!. ¡Casi nada!. ¡Con la cantidad de horas y meses, de tiempo, que ya no había y se requiere para perfeccionar este tipo de juego!

Luego vi un Celta con juego lento, retrasado en la concepción de la jugada por la lentitud en el desarrollo de la técnica, que entorpecía la posibilidad de hilvanar el juego, en que, casi siempre, se veía desbordado por el contrario. Lo que hizo que los jugadores celestes dejaran a un lado aquel fútbol portugués que Cardoso quería implantar en Balidos y se dedicaron, por su cuenta y riesgo, a buscar el triunfo con el gol y el empuje de siempre. Lo que hizo que el Celta cayese en un equipo torpe, a merced del simple contragolpe del rival, por su aturdimiento en el césped.

El Celta con Cardoso no había mejorado, al contrario había empeorado aún más en su juego, ya que el empleado no le iba al cuadro vigués, y menos en Balaídos. El equipo del argentino Mohamed tenía una virtud: el empuje en la búsqueda del gol. Mientras su estiramiento y ordenación en la parte central del terreno de juego eran su gran defecto, que le permitía encajar muchos goles. Luego tenía la suma de ignorar lo que le pasaba de verdad al equipo, pues con la torpe pretemporada que se había hecho, con Mohamed no era capaz de ordenar el sistema con el juego adecuado, para llevar fuera de peligro al cuadro vigués. Con un tiempo que se le acortaba, cada vez más, y que después de esa engañosa y agónica victoria contra el Sevilla, se dejó llevar por el engaño del triunfo e ignoró por completo la forma de como tenía que sacar adelante al equipo.

Tuvo que ser la angustiosa situación por la que se estaba pasando, la que le despertó del letargo de ignorancia en la que se había sumido, y le ilumino el camino. Había que taponar la vía de goles que se encajaban, lo que planeó bien jugando con cinco defensas. Pero los nervios ya eran muchos y el tiempo, con la derrota del Rayo Vallecano, ya se le había agotado. Por lo que solo quedaba rezarle al "Cristo de la Victoria" para que hiciera el milagro de la salvación. Así que, en contra de un inadecuado comportamiento de un periodista, porque no era el momento de discusiones, sino de saber lo que ni el entrenador comprendía ni el redactor sabía, se jugó con ésos cinco defensas un partido serio. Parecía que Cardoso había encontrado la forma adecuado para seguir en el cargo, pero no era así. Porque él había comprendido cómo "taponar" los goles a encajar, pero no así cómo jugar los partidos decisivos y los que no lo eran. Y ya no le dieron más tiempo para hacerlo pues, con su cese, se comete la segunda gran equivocación al no dejarlo seguir en el cargo. Dado que ningún otro entrenador, salvo milagro, podía salvar del descenso al Celta. Es el segundo entrenador que sale despedido de Balaídos para entrar un tercero: Fran Escribá.

Es un entrenador que conoce el fútbol español mejor que los otros dos, pero bajo el control, como casi todos los entrenadores españoles, de la opinión de la prensa y directivos, en la que basan siempre los resultados de sus posibilidades del seguir o no en el cargo. Pero creo que se equivoca en la apreciación del mismo, al hacerlo como un buen conocedor "estándar" de nuestro fútbol. Cuya forma de querer hermanar el bloque de jugadores me parece que se busca más el buen trato cara la prensa, y no otra cosa más importante. Lo que también pienso que es una equivocación, pues la situación por la que atraviesa el equipo no es la adecuada ni para lisonjas, ni buenos tratos, sino para imposiciones con las que vencer la angustia que en estos momentos se apoderó de todos. Ya que el no hacerlo así, los jugadores seguirán estando cómodos con la situación y más con la del entrenador, porque también se adaptarán a la comodidad que se le dispensa, por la situación con la que llega al club, que le hacen pensar al jugador: "Este está convencido de que no tiene nada que perder y sí mucho que ganar, si nos saca de esta apurada situación". "Así pues, al igual que él, veamos la situación con calma. ¡A ver lo que pasa!".

Esto, y otras cosas que indicaremos, lo hemos podido comprobar con el partido jugado contra el Real Madrid, al cual, si le añadimos la franja roja en la camiseta, se parecía más como juega el Rayo Vallecano que el actual campeón de Europa. Como también pudimos comprobar que Cardoso había dado con el "quid" de saber jugar los importantes partidos que faltaban para terminar la temporada, con la posibilidad de ganarlos al contragolpe, y evitando los goles de la derrota. Tal como comprendió, de primeras, Escribá, al seguir jugando de la misma forma que su anterior profesor. Pero mientras Cardoso se había querido imponer en el mando, haciendo jugar al equipo, ya, con la responsabilidad que se requería, Escribá llegaba temeroso y cauteloso para evitar el enfrentamiento que imponen los jugadores, en estas situaciones, no acierta hacerlos jugar con el poder y responsabilidad que se requiere, para ganar los importantes partidos que les faltan para salvar el descenso. El partido jugado contra el Real Madrid certifica mis palabras.

Por lo tanto, con estas tres equivocaciones, se llegó a la confrontación más importante de la temporada contra el Villarreal, en la que todos creían que derrotando a los de la cerámica ya estaba todo solucionado, pues la diferencia de un punto no podía ser causa de descenso. Pero esta vez no solo se equivocaba Escribá, que no puede salir cómodamente, ni como inocente, de la situación en la que se comprometió sacar al club. Situación que ni entiende ni comprende, pues dándose cuenta de la acertada decisión tomada por Cardoso de jugar con cinco defensas, tres medios y dos puntas, después de que Iago Aspas se hiciera cargo, en el campo, del equipo contra el Villarreal, se presenta contra el Huesca con cuatro defensas, cuatro medios y dos puntas, con la intención de reforzar más el medio campo y tener más oportunidad de gol en ataque. Pero olvida que la defensa, con tal forma de juego, vuelve a quedar muy debilitada porque en ella faltan orden, concierto y saber estar. Lo que hace que se viva un partido "loco" en goles, como los que se vivía con Mohaméd.

Cuyo cese no solucionó nada para el Celta que, incapacitado del saber en el banquillo, se ve obligado a jugar un partido, de los conocidos como decisivos o importantes para la supervivencia del club en Primera, como los que se jugaba al mando de Mohamed. Por lo que ni Cardoso ni Escribá han solucionado nada cara al futuro del club en Primera, salvo vaciar, tontamente, sus dineros. Dado que ni uno, por no saber desprenderse del fútbol portugués, ni el otro, por verse favorecido por la crítica situación por la que pasaba el equipo, supieron hacer lo esperado por el club, al que solo Aspas le dio, y supo dar, esa mejora de vida que tienen los moribundos cuando se preparan para adentrarse en el otro mundo, tan desconocido como la Segunda División.