Reto mayúsculo en sí y por acumulación. "El Celta noqueó al Atlético en la Copa de la temporada 2015-2016 y al Real Madrid en la 16-17", escribe Alexandra Jonson, periodista sueca especializada en la Liga. "Podría ir a por el hat-trick haciéndolo con el Barcelona en la 17-18". Si se cuenta que los celestes también eliminaron al Valencia en la anterior edición, o que cayeron ante el Sevilla hace dos años, se han cruzado con los cinco primeros clasificados de la actual Liga en las últimas ediciones coperas. Y con los azulgranas se alcanza el culmen: el rey de la Copa con 29 títulos, lo que incluye los tres últimos.

La historia demuestra que es posible. El Celta ha superado al Barcelona en dos de sus seis emparejamientos coperos a lo largo de la historia. Y en circunstancias bien distintas, con uno de sus equipos más esplendorosos ante un Barça crepuscular, pero también con un puñado de canteranos y suplentes al Barça más rutilante.

No sorprendió tanto que el Celta se impusiese al Barcelona en semifinales de 2001. Fue la venganza viguesa por lo sucedido poco antes en cuartos de final de la Copa de la UEFA, con un éxito barcelonista que el celtismo atribuyó en gran medida a las decisiones del árbitro alemán Markus Merk en el partido de vuelta.

Aquel Celta dirigido por Víctor Fernández cimentó su pase en la ida (3-1) y apenas sufrió en la vuelta (1-1), con inusitado protagonismo goleador de Berizzo, que logró un gol en cada partido. El de vuelta se disputó en un Camp Nou gélido, infeliz con aquel Barça de Rexach. Ni siquiera la despedida de Guardiola, que disputaba aquella noche su último partido como jugador azulgrana, conmovió a los culés. "With or without you", programó la megafonía mientras los compañeros lo paseaban en hombros ante unas gradas casi vacías e indiferentes. "Contigo o sin ti", ignorando lo que Guardiola añadiría a su leyenda como técnico.

Pero las lágrimas no fueron de Pep, sino de Jesuli. Expulsado en el minuto 85, cuando la eliminatoria estaba resuelta, se fue entre sollozos. El atacante más en forma se perdía la final en La Cartuja. La roja fue como el crujido seco de una premonición que el Zaragoza completaría.

Del mejor Celta de la historia, el de Jabo, Víctor e incluso Lotina, se esperó algún título. Nadie tenía ningún tipo de expectativa con el equipo que en la temporada 1976-1977 malvivía en Primera. Era otro formato de calendario. Los octavos cogieron al equipo en mayo jugándose la permanencia. De hecho, Carmelo Cedrún, el entrenador celeste y padre del portero que fue verdugo en la final de 1994, entregó la Copa a los menos habituales. En la ida se produjo un empate. El partido de vuelta, pocos días antes del final liguero, sería conocido como "el de los cojos y los suplentes". A Cedrún le salió una alineación por descarte con cinco delanteros.

Poli y Félix Carnero marcaron. Amarillo acortó distancias con polémica, ya que el balón no había llegado a traspasar la línea. Fermín Hortas, el suplente de Fenoy, se agigantó bajo palos como gran héroe de la jornada. El Barcelona, dirigido por Rinus Michels (Cruyff, Migueli, Asensi, Neeskens, Rexach), tuvo que tirar a la basura las entradas para la siguiente eliminatoria contra el Espanyol, que ya había mandado imprimir de tan seguro que estaba de su triunfo -poco antes, en la Liga, había goleado 4-0-.

Alegría pasajera. El Celta, ese que tuvo a Fenoy como máximo artillero gracias a sus cinco penaltis anotados, perdió 1-0 en Zaragoza y descendió a Segunda. También un recuerdo imborrable, que alimenta la ilusión de una nueva gesta.