El Celta se dejó los tres puntos y una mala imagen en el remozado Benito Villamarín ante un Betis que tampoco mereció tan importante botín en un partido en el que los tres goles llegaron de cabeza porque apenas hubo noticias del juego de toque que tanto pregonan los entrenadores de ambos equipos. Con este nuevo tropiezo, el equipo de Juan Carlos Unzué se va al primer paréntesis liguero con cero puntos, con muy malas sensaciones y con unas dudas que retrasarán la puesta a punto de un proyecto deportivo que por el momento cuenta con un protagonista inesperado: Maxi Gómez, que suma tres goles en dos partidos pero que no han servido al uruguayo para darle al menos un punto al Celta.

Después de la excelente imagen que los de Unzué dejaron en la primera hora de juego ante la Real Sociedad, en la que fallos puntuales arruinaron sus dos ventajas en el marcador, en Sevilla se esperaba ayer a un Celta que pusiese en serios apuros a un Betis que intenta dejar en el olvido la mediocridad de los últimos tiempos de la mano de Quique Setién. Pero el técnico cántabro no ha dispuesto de tiempo suficiente para ensamblar una plantilla con una decena de novedades y con las ideas tácticas muy verdes todavía.

El Celta, con la estructura del equipo que brilló en Europa intacta, acudía a su 1.700 partido en Primera División con la ilusión de sumar la primera victoria de la temporada y romper una racha de siete jornadas sin ganar en Liga.

Pero en esta ocasión, Unzué quiso jugar al despiste y por sorpresa cambió la pareja de centrales y con ello, la salida del balón tocado que tan buenos momentos había propiciado para el espectáculo durante la pretemporada e incluso en el debut liguero. El navarro apostó por Sergi Gómez y por Roncaglia, en lugar de Cabral y de Fontás. Sacrificó la salida de la pelota más elaborada por la rapidez en el repliegue para frenar la velocidad de Sergio León y de Joaquín, que ahora pisa más las líneas del área rival que las de las bandas. Y el plan del Celta funcionó en los primeros minutos, cuando el Betis salió a toda velocidad, animado por 45.000 gargantas que querían celebrar por todo lo alto la finalización de las obras del Benito Villamarín.

El Celta planteó un juego menos elaborado. Su portero buscaba a Maxi con balones largos y Pione probaba con diagonales hacia el costado de Aspas. Así se consumó el primer gol del partido. Wass controló con el pecho un balón que le cayó de las nubes y un defensa impidió que su centro lo rematase a gol Aspas. El balón desde el córner que lanzó el danés llegó a la cabeza de Maxi Gómez. El goleador uruguayo remató con fuerza y Camarasa desvió la trayectoria de la pelota para que El Toro celebrase su tercer gol en LaLiga y se afianzase como máximo artillero del campeonato.

Enmudeció el estadio del barrio de Heliópolis y el Celta aprovechó el desconcierto de los locales para manejar el partido sin agobios. Pero el Betis de Quique Setién, todavía en construcción, también sabe apretar en la presión y en el partido surgió el mexicano Guardado, que con un maravilloso centro desde la izquierda le regaló un gol a su compañero Sergio León, que solo tuvo que empujar la pelota con la cabeza ante la impotencia de la zaga y del portero del Celta. El equipo vigués dejaba escapar la ventaja a la media hora y siete minutos después estuvo a punto de suicidarse. La puntera de Roncaglia evitó que el incisivo Sergio León pusiese patas arriba el Villamarín.

Con un envenenado disparo de Wass concluyó una primera parte en la que el Betis tuvo más el balón que el Celta, que no encontró fluidez en el centro del campo y en ataque solamente aparecía Pione Sisto, pero sin originar peligro. Maxi Gómez ya no pudo salvar la estrecha vigilancia de Feddal y de Mandi, que abusaron de la dureza que les permitió un árbitro que no quiso ver ninguna falta al borde del área de Adán. Ayer, además, Aspas tampoco estaba para muchas cosas más allá de intentar enganchar un buen disparo.

El partido se reanudó con un juego mucho más mediocre, sin señales del fútbol de toque que proclaman Setién y Unzué. Y en un escenario de imprecisiones y de posesiones sin profundidad, los béticos buscaron el camino de los centros al área para sumar su primera victoria. Avisó Guardado al cabecear una asistencia de Joaquín que Sergio Álvarez desvió a córner. El guardameta de Catoira se lució en otra intervención ante Sergio León, pero nada puedo hacer en el minuto 76 cuando Feddal ganó un salto a Sergi Gómez tras un saque de esquina y anotó el segundo tanto de los verdiblancos.

El Celta apenas inquietó a Adán en la recta final de un partido del que se marchó de Sevilla con una derrota que le deja en una situación complicada para poder seguir desarrollando la idea futbolística de Juan Carlos Unzué.