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Los fogones del “comedor de Galicia” pierden gas

Una de las calles del centro de O Grove. Noé Parga

O Grove es el “comedor de Galicia” cada mes de octubre, con motivo de la Festa do Marisco. Como también lo es en verano, cuando decenas de miles de personas se acercan a este “paraíso del marisco” para saborear su preciada gastronomía. Pero ahora todo eso está condicionado, a causa de las medidas restrictivas introducidas para tratar de frenar la pandemia, de ahí que pueda decirse que esa localidad es una de las más castigadas por el COVID-19.

A pesar de estar abarrotado de turistas, el municipio se encuentra en el nivel máximo de restricciones, lo cual supone que la hostelería no puede satisfacer, ni de lejos, toda la demanda existente, ya que solo puede funcionar en el interior a un 30% de ocupación y exclusivamente con clientes que tengan los certificados COVID, limitándose el exterior al 50%.

Esta circunstancia, el hecho de muchos restaurantes no tengan terraza, el aumento de contagios entre los camareros –sobre todo jóvenes– a causa el contacto con clientes positivos que no usan mascarilla y otros factores, hicieron que algunos locales tuvieran que cerrar sus puertas.

Y otros se las apañan como buenamente pueden, pero trabajando bajo mínimos y después de reducir su plantilla.

"Una auténtica ruina"

“Estamos desesperados porque esto es una auténfica ruina”, proclaman los hosteleros consultados ayer. Otros añaden que ni ellos ni sus camareros son policías, en alusión a la necesidad de pedir el certificado a sus clientes, y muchos aducen que “las pérdidas en el pueblo están siendo millonarias”.

No falta quien denuncie que “no tiene sentido que nos machaquen de esta forma mientras otros organizan fiestas y botellones sin control de ningún tipo”.

En definitiva, que el que estaba siendo para muchos uno de los mejores veranos de la historia, teniendo en cuenta que la inestabilidad meteorológica que reduce la afluencia a las playas, ayuda a aumentar la clientela en los restaurantes, se tuerce un poco más cada día que pasa. El barco el turismo parece una importante vía de agua que amenaza con hundirlo.

Consideran los mercadillos un agravio

Tanto en O Grove como en Vilagarcía hay hosteleros que se quejan por el “evidente agravio” que supone la celebración de los tradicionales mercadillos ambulantes, “en los que se agolpan cientos de personas que llegan de todas partes y se van a todas partes, actuando como potenciales contagiadores del coronavirus”.

Los que así se manifiestan explican que, “una vez más, castigan a los hosteleros, como si nuestros locales fueran un foco de infección, a pesar de que muchos hemos adoptado estrictas medidas preventivas”. Y sin embargo “a nosotros nos reducen de forma grave el aforo mientas que en los mercadillos, las plazas de abastos y otros muchos lugares se amontona la gente de forma descontrolada”.

Estas reflexiones surgen después de que O Grove vivera el viernes otro día de fiesta grande, con importantes celebraciones privadas y/o botellones que resultaron tan multitudinarios como imprudentes en una localidad que, prácticamente, suma sus contagios por coronavirus de quince en quince.

Ayer, el alcalde daba a conocer los datos que le acababa de transmitir el Sergas, los cuales elevan a 147 los casos activos de COVID en la villa, a fecha del viernes.

Evolución sin freno

Eran “solo” 15 el día 12, se elevaron a 23 el 13, a 29 el día 14 y hasta los 37 casos el 15.

Desde entonces las cifras no dejaron de dispararse, con 48 casos confirmados el 16, 50 el 17, 58 al día siguiente, 77 el lunes pasado y 94, el martes.

Como se dijo entonces, iba a ser tristemente sencillo superar el centenar. Y así fue, con 117 casos positivos el miércoles, 130 el jueves y los referidos 147 del viernes. 

Una celebración en el pabellón de congresos de A Toxa, el viernes. FdV

Parece evidente que los llamamientos a la responsabilidad individual sirven de poco, sobre todo cuando ni siquiera el mal tiempo puede frenar macrobotellones y fiestas de todo tipo en A Toxa, donde el viernes se vivió una celebración por todo lo alto, y otros lugares de la península meca.

Si mascarillas

Lo peor de todo es que en muchas de ellas no se ven las mascarillas por ninguna parte, mientras que en otras celebraciones los camareros sí que las portan, pero los clientes no, de ahí que el ritmo de contagios no deje de crecer entre los jóvenes y las plantillas de las diferentes empresas de hostelería.

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Entrevista al alcalde de O Grove en el último confinamiento: "Estamos al límite social y económicamente por las restricciones" Manuel Méndez

Esto avala la importancia de la nueva campaña de vacunación, para llegar también a la población juvenil, y de cribados como el que va a desplegarse mañana en O Grove, entre las 9.00 y las 20.30 horas.

Cacabelos anima a participar en el cribado

El alcalde, José Cacabelos, insiste en la trascendencia de esta prueba, dirigida a la población residente, tanto vecinos empadronados como turistas, de 16 a 35 años.

Al tiempo que resalta que el jueves, que era el primer día para reservar cita, se inscribieron unas seiscientas personas, el regidor insiste en animar a la población a participar “para detectar posibles positivos asintomáticos y evitar que ejerzan como agentes contagiadores, tratando así de controlar mejor la evolución tan negativa que está teniendo la pandemia en nuestro municipio, donde prácticamente doblamos ya el pico más alto de contagios registrado tras en Semana Santa”.

Sabedor de que la situación es “muy preocupante”, el regidor no se cansa de repetir que “la gran mayoría de los casos positivos actuales se refieren a menores de 30 años, de ahí la necesidad de que la gente participe en este cribado y de que respete los protocolos de prevención establecidos”. 

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