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La Guardia Civil frena en Viñó a 140 bateeiros que acudían a la Costa da Vela

Solo permitió que bajaran seis a las rocas y no hubo contacto con los percebeiros | Los mejilloneros de Arousa se negaron a negociar

El patrón mayor y el gerente de la Cofradía acercándose para negociar. // Santos Álvarez

Mientras Galicia transitaba a la Fase 1, en Donón, en la Costa da Vela de Cangas, las fuerzas del orden instalaban controles con metralleta y clavos para impedir el paso de vehículos. En un abrir y cerrar de ojos, la Guardia Civil instaló a eso de las 10.00 horas un puesto de control en el cruce de la carretera principal y el vial que conduce a Viñó. Arriba, en las piedras que se agolpan en la Caracola de Donón, esperaban acontecimientos los percebeiros, con su presidente al frente, Fernando Mariño, el gerente de la Cofradía de Pescadores de Cangas, David Fernández y el patrón mayor, Javier Costa. Una treintena de arriesgados mariscadores que pasan por malos tiempos: el coronavirus los dejó sin venta. Sosegados, haciendo alarde de tranquilidad pero con la intención de salvar la mejilla (semilla del mejillón) que crece en los acantilados de A Costa de A Vela y que en esta tierra dura entra en desavenencia con los percebeiros, que llevan 30 años protegiéndola, con el fin de que el percebe no sufra y se mantenga este banco percebeiro.

Y mientras un nutrido grupo de efectivos de la Guardia Civil se quedaban en el cruce de Viñó, en la Caracola de Donón otros tomaban posiciones ante la atenta mirada de los percebeiros. Los mariscadores de Cangas no habían llegado allí con el propósito de desafiar a los bateeiros de ArousaConfiaban en que el diálogo entre las partes fuese suficiente para que no hubiera problemas. " Yo espero que no haya problemas", manifestó el gerente de la Cofradía de Pescadores en esa calma tensa que había mientras se esperaba la llegada de los bateeiros de Arousa. Por su parte, el presidente de los percebeiros, Fernando Mariño, declaraba: "Si les dejan trabajar, nosotros también bajamos". En la costa había barcos de la Guardia Civil merodeando.

Un "pelotón" de 140 bateeiros de Arousa exige coger mejilla en Cangas

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A las 10.35 horas llega el capitán de la Guardia Civil. Baja del coche y sin perder un instante se acerca a los percebeiros que estaban en las rocas que se apilan en las inmediaciones de la Caracola. Primero les dijo que si estaban sin trabajar no podían estar ese número de personas juntas, aludiendo a las normas que rigen el estado de alarma. Les dio tres minutos para que se movieran y guardaran la distancia reglamentaria. Fue contundente, tanto que algún percebeiro manifestó que iría a la zona por barco. El gerente de la Cofradía de Pescadores de Cangas, David Fernández, y el patrón mayor, Javier Costa, se acercaron de forma prudente a hablar con él. Tras una breve conversación, gerente y patrón mayor reunieron a los percebeiros, a los pidieron y que no realizaran gestos que pudieran crispar una situación ya de por sí complicada.

Pero era abajo, en el cruce de Viñó, donde la crispación era grande. Los bateeiros habían pedido la intervención de la Guardia Civil con el fin de asegurar que podían ejercer su derecho a trabajar en esta costa. Los bateeiros vinieron en una oleada de 140 personas que fueron frenadas en el mencionado cruce. Por muchas explicaciones que ofrecieron, la Guardia Civil solo permitió que subieran seis personas hasta Donón, que serían las únicas que podrían trabajar. Para nada estaban contentos con la decisión. Se les había dicho antes que si tenían permiso para trabajar podrían hacerlo. Así que este cambio de postura no lo entendían, consideraban que se les estaba privando de un derecho y culpaban a los percebeiros de Cangas de esta situación de conflicto, cuando, decían, llevaban desde siempre acudiendo a esta zona a retirar mejilla. Muy a regañadientes, pasaron dos vehículos con tres personas en cada uno de ellos.

Ya era cerca de las 13.30 horas y cuando los percebeiros vieron como llegaban los bateeiros de Arousa, preguntaron al capitán de la Guardia Civil si antes de ponerse a trabajar los bateerios no querían negociar con ellos. La respuesta fue que no. Esperando para recibir la orden de entrar al vial que da acceso a la zona de acantilados, la bateeira arousana Carmen Otero dejó claro que la negociación era una estratagema de los mariscadores de Cangas para ganar tiempo y hacer que estuvieran pocas horas en las rocas. Solo tenían ya hasta las 15.30 horas, porque ellos necesitan trabajar en zona seca, si empieza a subir la marea ya no pueden hacerlo. La Guardia Civil permitió que bajaran a las rocas seis bateeiros y seis percebeiros. Mientras, el Servicio de Guardacostas de la Xunta de Galicia se encargaba de comprobar de que unos y otros tenían los permisos en regla. Ahí no hubo fallo. Una unidad de la Guardia Civil se marchó y tomó otra el relevo en A Caracola. No tardaron mucho tampoco en subir los seis bateeiros, que mostraron un capacho con mejilla, para que se pudiera comprobar que ellos no hacen daños al percebe.

Es tiempo de confinamiento y la gente de Cangas no se echó a la calle. En Donón solo los vecinos circulaban para realizar sus quehaceres diarios y un paisano, ya mayor, que se apoyaba en un bastón, exclamó: ¡No sabían que era hoy el Día del Pilar", para después mencionar que en otro tiempo estos bateeiros estarían camino otra vez a Arousa para no volver más.

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