La ciudad recupera para el público su espacio más estratégicos: el castro de Alobre. Ubicado en pleno centro urbano, a escasos metros de Vista Alegre, los llamados "Elíseos Campos" acogen uno de los asentamientos romanos más singulares que inicia un nueva fase de recuperación. La Xunta acaba de aprobar esta misma semana una inversión de 100.000 euros para rescatar esa parte de la historia escondida en este frondoso bosque urbano, quizás la principal joya arqueológica de la Ría de Arousa.

El Ayuntamiento de Vilagarcía organizó para la mañana de ayer una "miniexpedición" por este privilegiado entorno que desde hoy contará con visitas guiadas a las siete de la tarde -los fines de semana- y que en los dos meses de verano tendrá acceso libre, ilustrada gracias a los paneles interpretativos que ya fueron instalados en su día.

La torrencial lluvia que a mediodía afectó a Vilagarcía no suspendió la importante presentación que en todo momento dirigió el historiador y concejal, Marcelino Abuín, acompañado por la alcaldes, Dolores García; el teniente de alcalde, Xosé Castro o los ediles, Tomás Fole y Rosa Abuín, entre otros.

El lugar es verdaderamente un tesoro por descubrir aunque el primero de los hallazgos se remonta a 1905 cuando Juan Fernández-Gil Casal estudia en el lugar una necrópolis con más de 30 sepulturas.

Este amplio número de enterramientos y los materiales arqueológicos encontrados se interpreta ya de aquella como signo evidente de la existencia en este lugar, conocido también como Montiño, de una importante ciudad comercial, urbe que todavía no ha sido encontrada.

Marcelino Abuín, en el rápido recorrido por la zona, recordaba el interés de un castro en el que se conserva la más antigua "telleira" del Noroeste peninsular o la aparición de un ara romana, dedicada al mitológico Rey Neptuno, lo que hace comprender que esta interesante ciudad comercial tenía una gran relación con las rutas marítimas.

Pero queda mucho por estudiar de un yacimiento con más de dos mil años de antigüedad y que ha sido el germen de muchas de las leyendas que existen sobre la villa arousana.

Precisamente, uno de los paneles hace mención a estas historias ancestrales como la de la existencia de un túnel que une O Montiño y Lobeira, es decir el Castro de Alobre y el medieval castillo de Lobeira, que relacionan con la presencia de la reina Doña Urraca en la villa.

Pero el visitante también podrá distinguir uno de los "penedos" más simbólicos del castro. Esta gran roca situada en uno de los extremos del castro se usó durante años como base para la cruz que en tiempos coronaba este símbolo. Se dice que el aspa recordaba el asesinato de un niño cuando varios ladrones lo perseguían por el misterioso túnel antes referido.

Continuando el recorrido se llega al "balcón de Neptuno" un lugar con unas vistas impresionantes de la ría de Arousa y que se denominó así porque en la superficie inferior se encontró en el año 1940 el ara votiva del dios de los mares. Marcelino Abuín también señala que la zona también se dedica a San Cristóbal, santo del que se dice cruzó a Jesús por el lecho de un río.

El ara, que se conserva en el Museo de Pontevedra, es de la época romana. Como se explica en el panel interpretativo del castro fue "ofrecida por Quintus Cilenus". Agrega que este "exvoto habla de la estrecha relación entre los castreños y un mar cargado de alimentos y vía de intercambios mercantiles con puertos distantes".

Los historiadores han descubierto que la antigüedad del castro puede datarse en el siglo I antes de Cristo y el II de nuestra era, según se deduce de las excavaciones realizadas.

Precisamente, el primer hallazgo, tras los enterramientos, es el de la vieja "telleira", la más antigua de Galicia y casi de España, pues en Castilla se han encontrado otras de fechas similares.

En esta excavación se aprecian las distintas etapas de ocupación en el Castro Alobre. La última época aparece representada por un edificio singular, ya que se descubrió el antiguo horno de piedra, aunque más bien lo que se contempla en la actualidad, según explicó Marcelino Abuín, es la "borralleira", sobre la que se colocaba la parrilla para cocer los materiales correspondientes.

Pero bajo esta construcción se observa que existían otras de etapas anteriores. Al parecer son restos de viviendas que pertenecen a una etapa media.

Ambas estructuras, explicará el guía, descansan sobre un nivel más antiguo, en concreto un "cuncheiro" que aflora en diferentes puntos del área excavada.

En las investigaciones arqueológicas que se realizaron en su día también se realizaron importantes hallazgos de objetos que permiten datar la época.

Los materiales de bronce, fíbulas, agujas, un compás y un puñal; de vidrio como fragmentos de vasos; de hierro como cuchillos y clavos; y de cerámica representan, a juicio de los historiadores, un período que va del siglo I antes de Cristo al II después de Cristo.

Pero no sólo la ocupación romana tiene interés en este enclave, pues también la Edad Media ha dejado importantes huellas en este territorio. De hecho en 1241, un sacerdote declara la posesión de la ermita de San Cristobo de Alobre en nombre del monasterio de San Martín Pinario.