"Hay 3 ejes de rehabilitación cerebral que a mí me dieron un resultados sorprendentes con mi hijo en el hospital y luego en mi casa. El ejercicio vigoroso, el trabajo neurológico continuo y cambiante, de muchas más horas diarias que las que aconsejaba el organigrama médico y los compuestos de soporte y medicinas específicas que mejoran el funcionamiento del cerebro". Así sintetizaba ayer en el Club FARO José Manuel Gil la terapéutica que aplicó para la salvación de su hijo en su charla sobre cómo prevenir el deterioro cerebral.

Presentado por la periodista Belén Porteiro, Gil comenzó narrando la dura experiencia con su hijo para lanzar unos mensajes clave: inspirar, ayudar y dar fuerzas a quienes vivan una situación extrema y reiterar que la terapia aplicada es válida para cualquier proceso de deterioro mental, como el propio del paso de los años, "para quienes procuren conservar su cerebro en buen estado y retrasar el envejecimiento intelectual, disminuyendo la posibilidad de padecimientos como ictus o alzheimer".

Autor de "El viaje de Luis" en la editorial Oberón, contó cómo con tan solo 12 años, su hijo se clava una navaja en el pecho, muy cerca del corazón, lo que le causa la" muerte" durante veinte minutos. El SUMMA, que acude a su casa, consigue resucitarle de camino al hospital pero la parada cardiaca sufrida provocaría un daño cerebral severo y unas posibilidades de recuperación escasas, aparentemente inviables.

De la UCI a la calle

Con el paso de los días y con el niño en la UCI, tomó las riendas de su rehabilitación "de manera espartana, férrea e inquebrantable", utilizando el método que denominará "Rehabilitación en 3 ejes" antes citados, apoyado en sus conocimientos sobre el cerebro y en el estudio que lleva a cabo en esos momentos para sacar adelante al niño. "Crecí en una familia de padre médico y madre farmacéutica y siempre fui un ávido lector de temas sobre el cerebro.", dijo

"Antes de nada -explicó- hay que decir que para acometer esta terapia se precisa tiempo en primer lugar; en segundo, no darse por vencido; en tercero, mucho esfuerzo tanto por el que ayuda como por el enfermo. La motivación y esfuerzo del enfermo es fundamental porque el cerebro no aprende ni cambia sino hay motivación. Lo que sí está claro es que el cerebro tiene sus propios mecanismos de cambio y recuperación, la llamada neuroplasticidad. Antes se pensaba que las neuronas que se perdían ya no se recuperaban. Ahora se sabe que en determinadas condiciones existe la neurogénesis, la capacidad de recuperarse. El cerebro es como un músculo y cuanto más se le haga trabajar más responde y más fuerte se hace. Y esto deben tenerlo muy en cuenta también la gente mayor en su vida cotidiana".

La capacidad de cambio y recuperación es mayor en los niños, reconoce Gil, pero existe también en los mayores. "El cerebro retiene su capacidad para readaptarse a las nuevas circunstancias y exigencias a lo largo de toda la vida".

No solo citó Gl la neurogénesis (nacimiento de nueva neuronas) sino la sinaptogénesis (creación y establecimiento de nuevas conexiones entre neuronas... "La neuroplasticidad se potencia mediante diversas acciones que las personas sanas, el enfermo o los familiares pueden poner en práctica".

Cuando Gil habla de "ejercicio físico" vigoroso quiere decir que cueste, el que pone a la persona en situación de cierto estrés, "Hay que adaptarlo, por supuesto, a las circunstancias de cada caso". Cuando habla de ejercicio neurológico, quiere decir un aprendizaje, entrenamiento y mejora en la ejecución de tareas, sean nuevas o conocidas. Y para la mejor conservación de las estructuras celulares predica lo que hizo con su hijo pero vale para mayores: alimentación adecuada, huida del estrés y suplementación con compuestos antioxidantes para compensar carencias. "El estrés -dijo- es un veneno para el cerebro. Tiene un efecto enormemente perjudicial en cuerpo y cerebro".