El colegio Nazaret nos recibe a las 12,20 horas de ayer en el patio de cemento con un golpe de calor que si no te mata te deja dolorido. Dos trabajadores de una empresa cristalera examinan bajo un sol de justicia los ventanales de las nuevas aulas del colegio, esas en las que se alcanzan los 35 grados a medio día y en las que estudian 130 niños. La puerta de entrada a la parte vieja del centro donde tiene su despacho el director Luciano Ganda nos permite alcanza la sombra, que se antoja necesaria. comenta que hoy, (por ayer) a las 9.00 horas, cuando los niños entraron en las aulas, el termómetro marcaba ya los 29 grados. Es la consecuencia de 10 horas de sol continuado que producen un efecto lupa demoledor para alumnos y para profesores.

"Arquitectos fenómenos"

Tiene noticias relevantes de la Unidad Técnica de la Consellería de Educación. "Parece que entre mañana (por hoy) y el lunes se instalarán los paneles difusores de calor". Afirma que nunca dudó de la palabra del Jefe Territorial de Educación, César Ares, que siempre mostró su disposición a solucionar este asunto. "Lo que ocurre es que nos dijeron que en mayo estarían instalados los paneles y los padres temen que lo hagan cuando el curso esté finalizado". Casi al mismo tiempo, nos ponemos en contacto con César Ares. Mientras pagaba a un taxista nos cuenta por teléfonomóvil que "algunos arquitectos son unos grandes fenómenos" y que no advirtieron el efecto lupa que iban a producir los ventanales. Espera estar hoy en Cangas, bien por la mañana o por la tarde, todavía no lo sabe, pero deja claro que los paneles difusores de calor se instalarán entre hoy y el lunes. Advierte que se trata de un material muy caro que no está estandarizado y que hubo primero que encargarlo con las medidas exactas a Dinamarca, que es donde se fabrica. "Nos vale un emporio apunta el expresivo Jefe Territorial de Educación, pero todo lo hemos hecho lo más rápidamente posible. Hay que dejar claro que no es un defecto achacable a la consellería, sino a los redactores de la reforma del centro, que cumple, tres años". También asegura que el pasado curso le fue comentada la situación, pero reconoció que estaba sin presupuesto para afrontar esta obra, pero que, sin embargo, sí se había comprometido para este año. Los padres están convencidos de que, cada año, que pasa el calor en las aulas aumenta.

En las aulas se utiliza la luz artificial. Se bajan las persianas están para que el sol no pegue tan fuerte y las puertas se dejan abiertas para que corra el aire. Basta estar unos minutos en las aulas para que el calor comience a pegarse en la ropa. Los niños lo combaten con agua. Los padres introducen en las mochilas de sus hijos una botella de agua, que llevan prácticamente congelada con el fin de que se mantenga fresca más tiempo. Una niña con dermatitis tiene que soportar el calor con la chaqueta puesta. Es la forma que se utilizan para que no se rasque y se haga llagas. Con el calor, la dermatitis se hace más rebelde. El director relata que hace un año una niña sufrió un golpe de calor y tuvo que se trasladada al centro de salud. Los profesores/as son los que, de vez en cuando, ordenan a los niños beber, con el fin de que nadie se deshidrate. En días muy puntuales, cuando el calor aprieta, el propio colegio suministra el agua a los alumnos. Entre las aulas que dan al patio exterior y las que dan al trasero hay al menos dos grados de diferencia y el pasillo es un verdadero alivio para los profesores, que utilizan todos los métodos a su alcance para sobrevivir en esta "roca". Beben agua y son casi ya artistas del abanico. Un poco antes de que llegáramos, una profesora abandonó el colegio aquejada por un bajón de tensión, del que se responsabiliza al calor.