Posee un currículum envidiable y no esconde su pasión por el estudio de la Historia. La lalinense María Seijas se encuentra cómoda entre documentos que pueden arrojar una luz sobre conflictos y hechos que, con el paso del tiempo, siguen estando vigentes. Seijas también se declara una enamorada de la docencia, y procura no perderse detalle durante el contacto que mantiene semanalmente con sus alumnos de los campus de Ourense y Vigo. Se puede decir que María es una historiadora de profunda vocación.

-¿Cuál es nivel de adaptación de la profesión de historiador a los tiempos que corren?

-Nuestra profesión siempre se adoptó a los nuevos tiempos. Los historiadores siempre intentamos buscar hipótesis y problemas porque son nuestra materia de trabajo. A veces, somos incómodos para los poderes porque no decimos lo políticamente correcto. En eso nos formaron en la facultad, y es bueno que sea así. Yo pienso que la carrera de Historia te abre muchos campos y, además, te permite ser crítico con todas las cosas, algo que es siempre resulta muy recomendable.

-¿Cuándo surge en usted ese gusto por la Historia?

-Yo tuve mucha suerte porque a mi padre le gusta la Historia. En este sentido, puedo decir que he sido una privilegiada porque hice lo que quería. Antes, también estudié Magisterio, donde una profesora, que recientemente ha fallecido, me inculcó su amor por la Historia, algo por la que le tengo que estar eternamente agradecida. De todas formas, debo decir que es una profesión difícil, pero si realmente te gusta, como es mi caso, es una bonita experiencia.

-Además, imparte clases en los dos campus de la universidad viguesa, ¿cómo lo lleva?

-Me gusta estar en contacto con los alumnos y conocer lo que quiere la gente joven. Soy la típica profesora a la que le gusta que sus alumnos hablen y opinen en clase. Me gusta que me cuenten y me transmitan lo que pasa realmente en la sociedad. Eso es lo que más me gusta de la docencia porque se trata del día a día, una perspectiva que tampoco debes de perder de vista cuando te dedicas a esta profesión.

-¿Hasta qué punto se puede intentar explicar la realidad actual estudiando documentos del pasado?

-Mucho de lo que está pasando ahora en el mundo se relaciona con el pasado. En el pasado se pueden ver cómo explicar el presente en muchos de los casos. Por ejemplo, la crisis actual. Al final, se sale de las crisis, como pasó en la del 29. Para mí es mucho más grave la enorme crisis de valores que estamos viviendo y que, también, debemos curar. Hoy en día todo vale para llegar a lo más alto como sea. Eso sí que me parece realmente grave y urgente remediarlo.

-¿Cuál sería su receta para terminar con esa crisis de valores que afecta a la sociedad actual?

-Yo creo que es un papel de todos. De los padres porque, por ejemplo, los míos me transmitieron una serie de valores que yo intento llevar a la práctica, independientemente de que sea lo acertado o no, claro. Yo siempre parto de la base de que todo el mundo es bueno. Además, en el colegio deberíamos hacer ver a los estudiantes que la vida no es querer las cosas para ayer. Tienen que saber qué es el esfuerzo y que todo tiene un precio para poder conseguirlo.

-¿Es optimista al respecto?

-Como te decía antes, yo siempre pienso en la bondad de las personas y creo que es posible acabar con la crisis de valores que, sobre todo, afecta a las futuras generaciones. Por eso te decía que me gusta mucho no perder el estrecho contacto que procuro mantener con mis alumnos en la universidad. Resulta muy enriquecedor, tanto para ellos como para mi, establecer ese tipo de relación en el aula porque te permite saber de primera mano por donde camina la sociedad actual que es a la que, en definitiva, nos debemos los que trabajamos en el ámbito universitario.