Pese a que Aymerich se considera “pintor”, este artista se maneja en múltiples campos culturales y pese, a que reside lejos de Lalín desde hace más de 20 años, siempre busca unos días en sus numerosos viajes por el mundo para pasar unos días en su pueblo, por el que siente debilidad. Desde hace más o menos un año está casado con Wifi, una mujer china a quien ya se encargó de ilustrar sobre las costumbres galaicas.

-¿Qué hace un lalinense residente en Valencia desde hace más de dos décadas viviendo temporalmente en China?

-Lo de Valencia es ocasional, puntual y fragmentado. Llevo los cuatro últimos años en China, en Pekín. Me gusta viajar por todo el mundo y allí donde esté hago una serie artística. Trabajo las características sociales, culturales, ambientales. Tengo un proceso de elaboración que puede ser similar, pero como el imput es distinto, el resultado también.

-¿Qué le aporta este país personal y profesionalmente?

-Todo. En todos los sitios en los que estuve pasé seis meses o un año, pero China es increíble, existen muchos imputs variados. Trato, en este caso, de agallegar los datos chinos o achino mi perfil galaico y así queda un producto híbrido entendible aquí y allá.

-¿Cómo compagina su labor docente con sus viajes por el mundo y cuándo descubrió el atractivo de las bellas artes?

-Los calendarios universitarios son flexibles. Uff, cuando era pequeñito, en Puerto Rico, dibujaba los carros bueyes porque los bueyes o las palmeras eran distintas de las de aquí. Sin darme cuenta vi que estímulos distintos me llevaban a hacer representaciones gráficas. Recuerdo que usaba las pinturas de un amigo.

-¿Qué momento atraviesa el mercado artístico?

-Está fatal en todo el mundo y las conocidas burbujas llegaron al arte. En este caso llegó más tarde pero también estaba más inflada. Wifi siempre me compara lo de aquí con China, pero aquello no se puede comparar con nada. Pasó a ser la segunda economía del mundo y ahora es el primer comprador mundial de obra de arte. En occidente sí se nota más esa crisis, pero allí menos. El arte, funcionalmente, de forma pragmática, no sirve para nada. Se recorta en lo prescindible, pero pese a la crisis el arte es como el Rock & Roll; nunca muere.

-¿Defínase como artista?

-Pintor, viajero, rastafari y pangalaico que se mezcla en distintos puntos del globo.

-Entiendo que sería incapaz de crear en un estudio permanente...

-Imposible, un aburrimiento. Siempre comparo pintar con cocinar y si tienes una despensa limitada, local y monótona puedes comer bien, pero si la amplías con muchos productos comerás muy bien. Pintar no es un ejercicio mecánico de mover la mano, no entiendo como hay gente que pinta lo mismo aquí, en un estudio que en el Amazonas. Mueve la mano y no la cabeza, es como hacer chorizos, pero yo trato de hacer los nudos que hay entre esos chorizos distintos o buscar los cordeles diferentes.

-¿Qué opina del potencial artístico lalinense?

-Lalín es un meating point de carallo. Ya me gustaría pensar que el centro del mundo es Galicia y a su vez ese centro es Lalín. Será por las radiaciones que desprende el granito o por otra cosa, pero hay mucho, aunque menos de lo que se piensa a veces.

-¿Está bien aprovechado?

-No. El otro día vimos el fútbol y en Lalín la gente piensa que hay muchos Messis. No se valora la producción cultural y artística, se sabe que hay gente buena y mucha gente se quiere aprovechar de ello y otros recordar que existe. No se potencia y no se valora porque no se entiende, y entonces, creo, estamos desperdiciando a muchos Messis. Las tácticas son globales y la suma de esas individuales en conjunto pueden ser mayores, pero aquí hay otras cosas más importantes y, como esto no es una entrevista política no las digo. Pero no hace falta, porque todos lo saben; es una vergüenza.

-Lalín es una villa mediana. ¿ 25 años atrás era una aldea con más actividad social?

- Sí... la Algarabía, la Foliada, pero el problema son los intereses políticos. Ambas manifestaciones salieron de un arrouto popular. La Foliada alcanzó una dimensión enorme, recuerdo cuando Luis Areán y Miguel Fernández trabajaron y la cosa llegó hasta donde llegó. Había grupos que dejaban de ir a Ortigueira para venir aquí y recuerdo que Manu Chao decidió venir a Lalín y solo estuvo en otras ciudades lejos del noroeste de la península. Luego eso ni se potenció; una llama si no le das combustible, por muy fuerte que sea, se apaga.

-¿Qué echa en falta en su pueblo?

-Conciencia. El sentido común y la sensibilidad no se demuestra hablando más alto que el otro, dándole un abrazo y codearse con alguien. Compromiso no hay ninguno, lo que pasa es que aquí hay muchas chispas. Si le das combustible puedes regularlas para cocinar lo que quieres, aquí somos todos unos chispeiros de carallo.

-¿Y le atrae?

-Soy un gallego melancólico y migratorio. El retorno siempre viene bien para entender mejor esto y valorarlo más. Y la comida.

- ¿Qué guarda de sus estancias por el planeta?

- Wifi. Es la confluencia de todos esos estímulos maravillosos que se materializaron en una personita tan pequeña.

-Hable entonces de Wifi.

-Cuando fue a China tenía que elegir y me decanté por Sanghai, que se pronuncia con geada. Me acordé de la Dama de Sanghai y dije, para allí. Monté el campamento en Beijing y me encontré allí con ella en una galería. Es cantante, modelo fotográfica y actuará con Luar na Lubre con canciones en gallego y chino.

-Curioso...

- Soy amigo de Xocas [Meijide], con él hice trabajos juntos de música y arte. Tomando algo les puse la voz de ella en el móvil y quedaron con la cara a cuadros. Le dieron Ven bailar Carmiña, y se pasó la noche sin dormir y cantando mentalmente, sin verbalizar el tema. Alucinaron al ver esta chinita con este vozarrón. Ahora prepara tres temas y vídeos que Luar na Lubre moverá en China. El 13 de mayo cantará con ellos en A Coruña y el 14 en Vigo y luego, en junio, en Valencia. Ella es freelance, canta con varios grupos.

-¿Trate de explicar en qué consiste su último proyecto multidisciplinar?

-Llevo año y medio con el proyecto “Cuadros sonoros” y está en mi página www.guillermoaymerich.com. Esto está también relacionado con China. La diferencia que hay entre su música y la occidental es que los chinos le dan más importancia al color sonoro, al timbre, que al ritmo. Hay ocho timbres y el ocho es el número de la suerte en China; las olimpiadas se inauguraron el 8 del agosto de 2008 a las ocho y ocho minutos. Cada timbre corresponde a un material, a un color, a una orientación cardinal... Hay una cosmonía confluyente.

-¿Y a qué suenan esos cuadros?

-Se emplea la piel, seda, calabaza, barro, metal, madera, piedra y bambú. Estoy haciendo ocho cuadros, cada uno con un material, que a su vez se componen de mosaicos. Cada mosaico tiene una caja de resonancia que estoy haciendo con maderas tropicales. El plan consiste en percutir en cada una de las 204 teselas y ese sonido en bruto quiero dárselo a cuatro músicos chinos y a cuatro occidentales. Le daré 204 sonidos en bruto para que hagan lo que quieran, en función del desgaste que tendrán los cuadros y el sonido que saldrá de las cajas.

-¿Como se traduce eso en un espectáculo?

-Le propuse al músico Nani García, también amigo de Xocas Meijide, que hiciese una composición para clarinete bajo y para cuadro sonoro. Otra opción es que yo acompañe a Xocas percutiendo en las teselas y ese sonido salga por una mesa de mezclas. Puede ser una exposición de cuadros, un concierto o una performance. Entre los músicos con los que contacté, uno tocó con Björk, otros con John Thorne u Ornette Coleman. Estamos en la fase de luthieres.