Elisa Senra Vilar tenía 24 años cuando emigró a Alemania, un país que recibió a miles de gallegos en la década de los sesenta. Era el año 1966 y la ourensana, ahora vecina de Pontevedra, estaba recién casada. La pareja comenzó a trabajar en una fábrica de metalurgia ubicada en Hanau. "Lo más difícil era el idioma, pero había mucho español, y en la fábrica había intérpretes para todo, que nos esperaban en la estación con cervezas y aceitunas. Iba un tren completo lleno de gallegos hasta Hendaya. Fuimos pasando mucha hambre y sed, porque era el mes de agosto. E incómodos, porque los asientos del tren eran de madera", recuerda como si fuera ayer.

"Por desgracia, solo estuve dos años en Alemania, porque mi hijo enfermó", se lamenta. "Puedo decir que me pesó mucho tener que venir y que me trataron muy bien", recalca.

Elisa abandonó su tierra durante la Dictadura de Franco, pero no es algo que recuerde especialmente. "Ya eran otros años. Creo que fue algo que notaron más nuestros padres", considera.

Cuando el matrimonio se estableció en Pontevedra, primero fueron encargados de una granja y después abrieron su propia tienda de ultramarinos y bar.

"Este país nuestro es muy bonito, pero hay mucho ladrón. Con ladrones la supervivencia es muy difícil", opina.

Elisa nació en el año 1940, "el año del hambre", dice. Lleva ya medio siglo viviendo en Pontevedra. Su actitud y vitalidad le han llevado a formar parte del coro y el grupo de teatro de Afundación y a tomar parte en el programa de la TVG, "Ruta 66". El espacio cuenta con un grupo de ocho pensionistas que viajan en autobús por toda Galicia.