No solamente los productores y sus familias se han visto afectadas por esa serie de catastróficas desdichas que ha golpeado este 2017 a la castaña. Los intermediarios también se han llevado su parte.

José Antonio Fernández desempeña su negocio de compra y venta de este fruto principalmente en el Concello de Riós, y si el año pasado conseguía vender casi 40.000 kilos de fruto, esta campaña las ventas no han superado los 15.000.

"Esto ha sido un desastre. La cosecha se arruinó completamente con la helada, el granizo y la falta de lluvias y la castaña que hemos podido sacar era pequeñísima", lamentaba José Antonio, que gana una media de diez céntimos de comisión por cada kilo que vende.

Debido a la escasez que ha sufrido la provincia este año, es posible que el fruto que se ha consumido en los magostos de noviembre provenga de Italia, un país que acaba de recuperar su producción. "Por culpa del efecto de la avispilla, vieron su producción reducida a casi un 20%, pero ahora han conseguido exportar de nuevo", explicaba Nuria Sánchez Limia, técnica del Centro de Desenvolvemento Agroforestal de Riós